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Caída de las rentas Una década perdida: el empobrecimiento lastra el ahorro, el consumo y la inversión de las familias

La caída de las rentas, principalmente las salariales, a partir de la crisis de 2008 hace que la suma de los tres principales puntos de destino del dinero de los hogares siga casi un 25% por debajo de los registros anteriores a la crisis.

Las familias españolas siguen sin recuperar la alegría en el gasto pese a la animación de los últimos años, coincidiendo con la recuperación de las variables macroeconómicas. / Stevepb, Pixnio

Las familias españolas son más pobres que hace una década, y eso, pese a la ligera recuperación de los últimos años, se deja notar con claridad en su forma de manejar el dinero: ahorran menos, consumen menos e invierten menos que antes de la crisis con la que hace una década comenzaron a modificarse las estructuras económicas, laborales y sociales del país. 

Las Cuentas de los Sectores Institucionales que acaba de publicar el INE (Instituto Nacional de Estadística) dan fe de esa realidad en su formato anual, sin que la mejora de los últimos ejercicios ni los resultados de los dos primeros trimestres de este año acaben de mostrar los remedios para esa situación.

Y ese cuadro se mantiene con esos síntomas de languidez cuando la economía española comienza a emitir señales de enfriamiento que, antes de poder definir si se dirige hacia una recesión o se trata de un simple ‘resfriado’, están comenzando a afectar al empleo, principalmente en la industria. 

Los hogares españoles ahorran poco más de la mitad que hace diez años (9.671 euros en 2018 por 17.932 en 2008), y no llegan a la tercera parte de los registros de 2009 a 2010 (de 30.873 a 43.463), cuando el miedo a la escasez provocado por la virulencia de la crisis restringió el gasto de una manera espectacular. 

El ahorro cayó al nivel más bajo de la década en 2017, cuando se quedó en 6.233 millones de euros, menos de un 1% de la renta neta disponible de los hogares, que ese año fue de 645.649, para, curiosamente, comenzar a recuperarse el año pasado, cuando los expertos comenzaron a hacer sonar el run-run del enfriamiento de la economía, para acelerar ese crecimiento en los primeros seis meses de este, en los que, coincidiendo con la intensificación de esos mensajes, se ha disparado por encima de los 16.500.

Crecer sin llegar a igualar 

Ahorro, consumo e inversión salen de la renta, en la que el principal foco de ingresos son unos salarios que, con la excepción de los más bajos, directamente afectados por la subida del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) de finales del año pasado, siguen congelados pese a los ‘brotes verdes’. 

El consumo se encuentra 69.000 millones por debajo del nivel de 2008

El volumen del ahorro depende, obviamente, del dinero que queda disponible para las familias tras cubrir el consumo y las inversiones, que suelen tener su capítulo de mayor cuantía en la adquisición de la vivienda.  

El primero de esos dos últimos indicadores lleva cinco años creciendo y el segundo, cuatro, aunque en ambos casos los registros siguen siendo muy inferiores a los que se daban en los primeros momentos de la crisis: concretamente, el consumo se encuentra 69.000 millones por debajo del nivel de 2008, pese a los notables aumentos que han experimentado los precios, y la inversión (formación bruta de capital, en la jerga economista) sigue a 55.000 de distancia.

Una diferencia de 132.000 millones de euros

El gasto final en consumo de las familias españolas era al cierre del año pasado más de una octava parte inferior al de una década antes pese a haber crecido en casi 100.000 millones en el último lustro, mientras que la inversión, con avances de más de más de 5.000 y casi 4.000 millones los dos últimos años, se encuentra por debajo de la mitad (40.456 millones de euros por 96.123) pese a la reactivación del mercado inmobiliario. 

Esos dos desfases y el del ahorro marcan una diferencia de 132.000 millones de euros en el volumen de dinero que mueven las familias españolas en relación con el nivel de hace una década. 

En el caso del ahorro influye el escaso atractivo de los productos financieros que ofrecen los bancos como consecuencia de los bajos tipos de interés, algo que lleva años derivando una parte del excedente de la renta de las familias que pueden permitírselo hacia las inversiones en adquisición de viviendas para dedicarlas al alquiler, cuyo rendimiento es mucho mayor.

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