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El cierre de las centrales térmicas rebaja la factura fiscal de las grandes eléctricas

El impacto contable de la pérdida de valor de las térmicas reduce en más de 6.000 millones de euros en dos años el negocio de Naturgy y de Endesa, que figuran entre las principales beneficiadas de las ventajas tributarias que priman la sustitución de ese combustible por los derivados del petróleo

Central térmica de As Pontes, en A Coruña.
Las compañías eléctricas están obteniendo magros beneficios fiscales con la transición del carbón a las renovables.

La factura tributaria de las compañías eléctricas se está reduciendo de una manera notable a cuenta del proceso de transición hacia las fuentes renovables para generar energía: llevan ahorrados más de 270 millones de euros en lo que va de año gracias a los incentivos fiscales del Gobierno para quemar menos carbón en las centrales térmicas y más combustibles derivados del petróleo en las de ciclo combinado, a lo que se añade la rebaja que, especialmente en 2018 en el caso de Naturgy y de Endesa en 2019, les está suponiendo en el Impuesto de Sociedades la anotación del menor valor de sus instalaciones en sus cuentas de resultados.

El informe de resultados del pasado ejercicio remitido esta semana por Endesa a la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) reduce sus beneficios netos de 1.417 a 171 millones de euros de un año para otro, el mismo en el que su factura tributaria caía de 392 a 50 y su ganancia bruta de 1.919 a 388 pese a tratarse, en realidad, de uno de sus mejores cierres: el negocio, una vez pagados los tributos correspondientes, debería haber dejado 1.562 millones en las arcas de la compañía y los bolsillos de los accionistas.

Sin embargo, la anotación de las millonarias "provisiones por desmantelamiento" han resituado el ejercicio, en términos contables, al borde de las pérdidas.

Ese concepto supone restarle a las ganancias brutas 1.366 millones de euros por "el deterioro del valor neto contable de las plantas de carbón peninsular", a las que se suma una operación de 158 por la planta de ese mineral de Alcudia apuntada en 2018, y otros 404 por el "deterioro en la generación extrapeninsular".

"La disminución del resultado neto (…) es debida al registro contable de un deterioro neto de valor por un importe total de 1.409 millones de euros correspondiente, de una parte, a la totalidad del valor neto contable de los activos de generación térmica peninsular de carbón (1.105 millones de euros)", cuyo cierre se materializará entre este año y el próximo.

A esa cifra a la que se suma el de las "unidades generadoras de efectivo" de los territorios no peninsulares, valoradas en 304, indica la propia compañía en su Informe de Gestión Consolidado.

La merma del negocio incluye la resta de otros 124 millones, directamente aplicados antes de obtener el margen bruto, por deterioro de existencias (82) y de materiales (21) y como "costes fijos" de "provisión relacionada con la discontinuidad de las plantas de carbón" (21).

Otro color y otra intensidad

Naturgy, la antigua Gas Natural-Fenosa, aplicó una operación similar al cierre del 2018, cuando declaró una pérdida neta de 2.822 millones, "principalmente como resultado del deterioro de valor de activos por 4.905 llevado a cabo en la primera mitad del año" y relacionado con la devaluación contable de sus centrales térmicas.

Sin él habría obtenido en realidad unos beneficios limpios de 1.245 "por la mayor actividad, menor amortización y menores gastos financieros resultado la optimización de la deuda".

Esa operación contable cambió, según indica en sus propias cuentas, tanto el color como la intensidad de su factura tributaria a nivel global: de los 469 millones de euros a tributar por el resultado del negocio a los 779 obtenidos, como activos fiscales diferidos (acumula 1.689) a convertir en dinero o descontar de impuestos en años venideros, por las cifras oficiales.

La compañía declaró hace unos días a la CNMV unos beneficios netos de 1.432 millones de euros con una factura fiscal de 510 por su actividad del año pasado.

Los impuestos del gas, al gasóleo y el carbón de las centrales

Endesa y Naturgy son, por otro lado y como propietarias de varias centrales térmicas y de ciclo combinado, dos de las principales beneficiarias de una medida tributaria articulada por el Gobierno en el marco de la transición ecológica: la exención del impuesto de hidrocarburos para el gasóleo, el gas natural y el fuelóleo que se quema en las segundas para desincentivar el uso del carbón como combustible en las primeras.

La medida, incluida en el decreto por el que abolió el impuesto al sol, ha supuesto para las arcas públicas una merma de 143 millones de euros en su primer año de vigencia, cinco en diciembre del año pasado y 138 de enero a noviembre, según reflejan los Informes de Recaudación de la Agencia Tributaria.

A esa rebaja fiscal, que tiene como principal beneficiario a las compañías que explotan centrales de ciclo combinado, se le suman los 132 millones de euros en los que se ha reducido la factura tributaria del carbón por el hecho de quemarlo en menor cantidad.

La combinación de ambas medidas se ha traducido en una notable reducción, de más de un tercio, de las emisiones a la atmósfera de C02 por el sistema energético, que han caído de más de 60 millones de toneladas a apenas veinte. No obstante, ese avance se ve empañado por la compra a Marruecos de energía 'sucia' generada a partir de la quema de carbón.

Por último, Iberdrola, la primera de las grandes compañías eléctricas españolas que optó por centrar su negocio en las renovables para ir desprendiéndose de las plantas de generación basadas en combustibles fósiles, completó en 2019 su mejor resultado histórico con un beneficio neto de 3.406 millones de euros tras asumir el pago de 1.322 en impuestos en los distintos países en los que opera.

Esas ganancias limpias suponen una mejora del 13% sobre los 3.104 de 2018, ejercicio en el que su factura tributaria fue de 1.282.

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