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Difícil llegar a fin de mes Los precios de la vivienda, el agua, los alimentos y la energía se desbocan y exprimen a las familias

La mayoría de los bienes y servicios fundamentales para la vida diaria llevan meses, y en algunos casos años, sufriendo una constante subida de precios que complica aun más la crisis a los hogares, en un fenómeno que padecen con mayor intensidad los de rentas bajas

Los precios de la vivienda, el agua, los alimentos y la energía se desbocan y exprimen a las familias
: La cesta de la compra lleva meses subiendo hasta alcanzar un encarecimiento anual del 2,9%. Pixabay / CCO

Los precios de la mayoría de los bienes y servicios de primera necesidad han entrado en una espiral ascendente, vertiginosa en los últimos meses en unos casos, y entre sostenida en años y cronificada en otros, que está complicando la salida de la crisis pandémica a las familias, especialmente a las de menores ingresos que son las que mayores porcentajes de su renta se ven obligadas a destinar a la adquisición de esos productos.

Los últimos registros del IPC (Índice de Precios de Consumo), referentes al mes de julio, señalan a los precios de la vivienda, los alimentos y el transporte, junto con la hostelería por la época vacacional y las comunicaciones, como los grupos de artículos cuyo encarecimiento más están notando las familias en sus bolsillos, con aumentos del 1,7% solo en un mes en lo que tiene que ver con la nevera, del 9,4% anual en lo relacionado con el techo y del 8,5% en el del transporte, estrechamente vinculado a su vez con la actividad laboral.

Resulta llamativa la estrecha relación entre esos tres ámbitos del consumo, irrenunciables para cualquier hogar y cuya escalada de precios es paralela a la de otros productos como la energía y servicios básicos como el suministro de agua y su posterior saneamiento, y las necesidades humanas que el psicólogo Abraham Maslow colocó en los estratos básicos de la pirámide de necesidades del ser humano: alimentación, agua, refugio, protección, descanso y confort, es decir techo y despensa, en el primero, y seguridad física, de empleo y de recursos, es decir techo y actividad laboral, en el segundo.

Las presiones inflacionistas, que alcanzan el 2,9% en términos interanuales, se están concentrando en los bienes y los servicios de primera necesidad para las familias, en los suministros más básicos para el día a día.

¿Qué está pasando con la vivienda?

Los precios de la vivienda siguen por debajo de los que se alcanzaron durante al burbuja de la primera década de este siglo, aunque no mucho: el portal Idealista.com  lleva todo el año situando la media del metro cuadrado por encima de los 1.800 euros, una cotización que no se alcanzaba desde finales de 2012 y que se queda un 11% por debajo del récord de 2.053 de julio de 2007.

Ese aumento de precios se ha acelerado en los últimos meses, con un encarecimiento general de casi el 5,7% que se duplica con creces (13,2%) en el caso de la vivienda nueva, según los datos del INE  (Instituto Nacional de Estadística).

El encarecimiento afecta también a la vivienda de alquiler, cuyo precio, según los datos del INE , supera el 5% en el último lustro, con incrementos mucho más acusados en las grandes ciudades y algunas zonas costeras pese al pinchazo del arriendo turístico, y con él de su tirón alcista, con la pandemia.

¿A qué se debe esta tendencia?

"En España sigue habiendo un problema de vivienda ociosa comprada para especular y buscar rendimientos, parte de ella en manos de fondos, algunos de los cuales la han conseguido de manera torticera, y otro por la inexistencia de un parque público de alquiler cuando hay necesidad de él", explica el economista Manuel Garí, que percibe dos inquietantes expectativas en este sector: "se están calentando los precios para lanzar el mercado de la vivienda nueva" mientras "la presencia de la turística  se extiende a lugares insospechados mientras se vuelve a apostar por un ‘boom’ del turismo". "Eso son vasos comunicantes", advierte.

Para Juan Miguel Báez, profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Zaragoza, "España es un caso especial donde la vivienda atiende a necesidades básicas pero también a los requerimientos de la industria turística, cuyos vaivenes condicionan mucho el precio".

Ambos coinciden en apuntar a una mezcla de ambos factores, la demanda para habitar y las expectativas de rentabilidad con el turismo, como los principales motores que están tirando al alza de los precios.

¿Suben más precios vinculados a la vivienda?

Sí. Además de los de la electricidad y el gas , los de algunos de los servicios básicos como la recogida de basura, el suministro de agua potable y el saneamiento de la residual llevan tiempo con tendencias alcistas  que se mantienen en la actualidad, dentro de un escenario general de aumento del gasto de los hogares, a los que, como media, cada año vivir les cuesta mil euros  más.

En solo diez meses, y según los datos del INE , el coste del tratamiento de las aguas residuales que soportan los hogares y que prestan los ayuntamientos se ha disparado en dos puntos, mientras el de la recogida de basuras y el del agua de boca permanecían prácticamente congelados.

Los tres servicios municipales han moderado en los últimos siete años, aunque sin revertirla, la tendencia alcista que vienen marcando desde que el INE comenzó a recoger sus datos hace catorce y, en el caso del agua del grifo, diecinueve años.

¿Cuánto más cuesta calentar o enfriar una casa?

Los datos del Ministerio de Industria son bastante claros: un 13,3% más que a comienzos de año si se utiliza GLP, un 9,5% con gas natural licuado y un 4,4% si se consume comprimido.

El precio medio del primero de esos combustibles se encuentra ya por encima de las cotas que alcanzó a finales de 2019, en la última subida notable, que en aquella ocasión fue puntual, mientras los otros dos mantienen todavía sendos márgenes del 4,5% y el 7%, aunque los superarán en breve si se mantiene el ritmo del encarecimiento que han registrado desde el comienzo del verano.

A esos precios se les suman los de la electricidad, que lleva desde primeros de julio batiendo sus récords de cotización en el mercado mayorista en una propensión que va a mantenerse como poco hasta finales de este año  y en la que el mayor control del uso de las centrales hidroeléctricas tampoco asegura que las de gas que puntualmente entran en el sistema sigan manteniendo en niveles elevados el ‘mix’ del que acaba dependiendo el recibo que paga el consumidor.

¿Qué está pasando con las eléctricas?

"Hay un sistema extrañísimo y complejo de generación de precios cuya modificación es compleja técnica y jurídicamente", indica Pedro Mata, economista y profesor de la escuela de negocios ESIC, mientras Báez apunta cómo ese modelo de oligopolio, "muy alejado de los que los economistas llamamos ‘competencia perfecta’, en la que ser maximiza el interés general al haber muchos ofertantes y muchos demandantes de un bien, exige medidas duras de control que no sé si Europa iba a admitir".

Se trata, pues, de una cuestión de precios (lo que se cobra por el bien) y no de costes (lo que cuesta producirlo), coincide Garí, crítico tanto con los procesos de privatización  iniciados hace tres décadas como con el sistema de tarifas.

"Fue un regalo y además les subvencionó los costes", indica el referencia a la etapa de José María Aznar como presidente del Gobierno, al tiempo que destaca cómo esas compañías energéticas, además de comercializar su propia generación, "revenden la electricidad y el gas que adquieren en otros países y hacen negocio con la intermediación" cuando "se trata de un bien estratégico al que deben resulta indispensable que los consumidores tengan acceso".

¿Eso ha provocado cambios en los hábitos de consumo?

Comienza a causarlos. Un estudio realizado por la comercializadora Aldro Energía señala que el consumo nocturno de electricidad ha aumentado un 2%, mientras que el de las últimas horas del día, en el periodo llano de las 22.00 a las 00.00 horas, el incremento alcanza el 5%.

"Los hogares están empezando a trasladar demanda a horas llanas", algo que "confirma los cambios en los hábitos de consumo, pero sin ser alteraciones radicales", señala en una nota.

¿Cuánto cuesta llenar el depósito del coche?

Casi un 19% más que a principios de año tanto si el vehículo es de gasolina como si es de gasóleo, según indican los datos del Ministerio de Industria  sobre los precios medios de los combustibles.

Un depósito de cincuenta litros salía en julio por 70,26 euros en el primer caso y por 63,18 en el segundo cuando en diciembre del año pasado costaba, respectivamente, 59,10 y 53,24. Son diez euros más en ambas opciones, algo que encarece de manera notable los desplazamientos y que resulta especialmente gravoso en los de carácter laboral.

¿Por qué suben los combustibles?

Los expertos coinciden en que se debe a una conjunción de factores entre los que destaca la reducción de las exportaciones de petróleo y el aumento demanda de diésel como consecuencia de cambios en la normativa sobre combustibles en el transporte marítimo.

Los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) han acordado elevar la producción en 400.000 barriles diarios a partir de este mes y frenar las restricciones que vienen aplicando desde el inicio de la pandemia para frenar la corriente alcista de los combustibles, una medida que tradicionalmente tarda  en trasladarse a los precios de venta al público más que los encarecimientos por la caída de las extracciones y de su refinado.

¿Qué pasa con la nevera y la despensa?

El precio de los alimentos encadena más de una década de encarecimiento generalizado, en un proceso al que no son ajenas las consecuencias de la globalización y de la especialización de zonas en producciones intensivas de vegetales y ganado, con lo que aumenta la influencia de los costes del transporte, actualmente disparados, en la fijación de los precios.

Los registros del INE indican que los productos alimenticios se han encarecido un 18,19% en la última década, con subidas de en torno al 10% para las carnes, superiores al 15% para los pescados y las legumbres y cercanos al 30% en la fruta.

Los mayores encarecimientos en lo que va de año se han centrado en el aceite de oliva, que ha subido 18 puntos, y en tres gamas de productos frescos: el pollo y los huevos, que se han apreciado más de cuatro, y la fruta, con un aumento de algo más de cinco al cierre de julio tras una caída de casi cuatro en el último mes.

Eso, no obstante, no significa, ni mucho menos, que las cuentas de resultados de quienes cultivan y crían esos alimentos vayan holgadas. Según indica el último IPOD (Índice de Precios Origen Destino) de la organización agraria COAG, referente al mes de julio, el pago que reciben se multiplica casi por cinco entre el campo y el lineal del supermercado y por algo más de tres cuando sale de una granja, con casos extremos en la cebolla, que está cerca de decuplicarse; el ajo y la ciruela, cuya cotización es más de ocho veces superior, y del calabacín, el melocotón y la sandía, que se sextuplican.

¿Por qué suben tanto los alimentos frescos?

Andrés Góngora, responsable del sector de la fruta de COAG, señala a las empresas de distribución y de comercialización: "cada vez que ven que sus necesidades están cubiertas tiran los precios en el campo, pero sin repercutirle esos ahorros al consumidor", con lo que los márgenes crecen.

De hecho, sectores como el frutero están sacando la producción sin un precio fijo, a la espera de conocer el valor de su cosecha una vez se haya vendido al por menor."Hay que trabajar la Ley de la Cadena Alimentaria para operar con contratos, no se puede esperar a tener el producto en la tienda para saber a cuanto se vende", anota.

Báez y Garí coinciden en señalar como otro factor el del transporte, especialmente en los productos de importación, a lo que el segundo añade el aumento de la demanda por la mayor actividad de la hostelería.

¿Ese cuadro de precios alcistas tiene ‘efectos secundarios’?

Sí, ya que esas tendencias alcistas influyen en el IPC general, que ya se sitúa en el 2,9% interanual y al que suelen estar referenciadas revisiones como los aumentos de salario previstos en los convenios y las de otros contratos como los de alquiler de vivienda.

"Están subiendo muchos componentes del IPC y la inflación se acerca al 3%, pero si no se tiene en cuenta los alimentos y la energía se queda en el 0,6%", señala Mata, que apunta que "la inflación no refleja una animación de la economía" sino el calentamiento de algunos sectores mientras llama la atención sobre los efectos que esos aumentos pueden tener en términos de empleo.

"El problema, más que en el indicador, está en lo que depende del indicador. Más que el aumento del precio de la vivienda y de la electricidad, me preocupa el de la inflación por sus consecuencias", añade.

Garí, por su parte, advierte de que esos calentamientos de sectores concretos pueden estar "creando un espejismo en el PIB, que puede estar creciendo más por precios que porque haya una mayor producción de bienes y de servicios".

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