Los empleos técnicos alcanzan niveles de récord al calor de los fondos europeos
La financiación comunitaria y la mayor estabilidad con la reforma laboral desatascan el acceso de trabajadores a puestos acordes a su formación en el país con más sobrecualificación de Europa.
“Se está produciendo una caída enorme del subempleo desde finales de 2021. Partimos de una situación de desajuste entre las cualificaciones que tienen los trabajadores y el empleo que ofrecen las empresas y que se está empezando a corregir, al menos para los que tienen las cualificaciones más altas”, explica Antonio González, de Economistas Frente a la Crisis.
El proceso al que se refiere, y que parece vinculado al incipiente cambio de modelo productivo iniciado por la economía española tras la pandemia, resulta claramente visible en las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA), cuyos datos actualizados al tercer trimestre de este año publicó este jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Entre el cierre de 2021 y septiembre de 2023, el número de subempleados, es decir, de trabajadores que ocupan puestos con exigencias técnicas y/o formativas inferiores a las que poseen, se ha reducido en casi 200.000, al pasar de 1,78 a 1,58 millones.
Tres cuartas partes de esa reducción se concentra entre los graduados, que pasan de 642.900 a 556.000, y entre quienes han cursado un grado medio de FP (antigua FP superior), que caen de 231.100 a 173.100.
“Está creciendo la contratación de trabajadores de alta cualificación, muchos de los cuales estaban empleados en ocupaciones que requerían una baja cualificación. Está habiendo muchos cambios de empleo. A la gente le salen oportunidades de moverse a ocupaciones para las que se han preparado y que tienen mejor salario, y cambia de empleo”, señala González.
“Eso es bueno para los trabajadores y para el conjunto de la economía. Cuando caen los niveles de subempleo es porque los trabajadores tienen oportunidades de acceder a mejores empleos”, anota.
¿Cuánto está aumentando la demanda de personal formado en materias técnicas? Bastante, a tenor de lo que indican algunos datos y estimaciones oficiales.
La Seguridad Social cifraba hace unos meses en el 22,7% el aumento de la ocupación en las actividades de carácter tecnológico con respecto a las vísperas de la pandemia. Anotaba también que, desde que comenzó la recuperación de la actividad, “uno de cada cuatro nuevos afiliados, casi 272.000 en términos absolutos” se había incorporado a “sectores altamente productivos" como el que engloba las ocupaciones profesionales, científicas y técnicas.
La Encuesta de Población Activa (EPA), por su parte, contabiliza en términos de media anual un aumento de 179.600 personas entre 2021 y 2023 (año móvil, de octubre de 2022 a septiembre de 2023) y otro de 362.200 desde 2019 en ese mismo ámbito.
La EPA ofrece otro dato revelador y que apunta en la misma dirección en el epígrafe que estima las horas que se trabajan cada semana por ramas de actividad, y que se encuentra en sus niveles máximos en ese tipo de actividades: la media anual de 38,65 millones de horas de este año supera en más de dos millones a la de 2021 (equivale a casi 54.000 empleos de jornada completa) y en más de tres a la de 2019, y han llegado a darse brechas trimestrales de cuatro.
La actividad de las ocupaciones de carácter técnico se encuentra en los niveles más elevados de la serie que comienza en 2008. Algo que, por otro lado, también está ocurriendo en ramas de menor exigencia formativa, como la hostelería y el transporte o la logística, que incluye la paquetería.
“Se da una evolución polarizada en la que, al mismo tiempo que lo hacen las de alto valor añadido, también se están expandiendo otras actividades de baja aportación”, indica el economista.
El sesgo de género del subempleo en España
Algunos autores han observado que esos procesos de tipo brecha, con los que la merma se centra en las ocupaciones de exigencia y remuneración media, vienen dándose desde hace treinta años en Europa. Algo que en España desembocó, junto con la mejora en la educación, en un disparatado crecimiento de la sobrecualificación.
Según los datos de Eurostat, España era el año pasado, con un 35,9% del total, el país europeo con más trabajadores sobrecualificados, es decir, con una formación superior a la necesaria para el puesto de trabajo que ocupaban. Superaba la media comunitaria en 13,7 puntos y la de la zona euro en 12,4, lo que supone que sus tasas superaban en más de un 50% las europeas.
“Hay un desajuste fuerte entre oferta y demanda entre los empleados que demandan las empresas y la formación que tiene la gente, y esto es algo que viene detectando la OCDE”, explica Antonio González, que llama la atención sobre un doble aspecto del subempleo.
“Hay una correlación muy fuerte entre los niveles de empleo y el tipo de jornada. Dos tercios del subempleo se concentran en jornadas parciales y eso indica una fuerte componente de género”, señala.
Efectivamente, la presencia de mujeres en el subempleo viene superando a la masculina en una proporción de tres a dos a lo largo de los últimos años, una relación que también se da en cuanto a la temporalidad.
“Están creciendo las actividades técnicas”
Esa situación ha comenzado a cambiar en un proceso que, según indican los datos, estaría comenzando a consolidarse en el mercado laboral y en el tejido productivo del país.
“Lo sorprendente es la velocidad a la que se está produciendo en 2022 y en 2023. La tendencia es constante, sin estacionalidad”, explica González, que lo enmarca en “un cambio de modelo productivo hacia la tecnificación” en el que “hay una fuerte demanda de ese tipo de trabajadores porque está creciendo ese tipo de actividades. Lo que se refleja en el empleo responde a un cambio productivo”.
¿Y a qué se debe ese viraje? “Una parte del tejido productivo tenía necesidad de realizar ese cambio. Esas necesidades estaban maduras, y programas como los Fondos Next Generation están ayudando”, anota el economista, que destaca cómo “la reforma laboral también está resultando funcional para ese proceso”. Algo que también ocurre con el boom del empleo y las mejoras salariales de los dos últimos años.
En ese sentido, añade, “hay una base de formación y de competencias que da para un estirón importante y para una mejora de la tecnificación de las empresas”.
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