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Endeudamiento, inflación y 'low cost' asolan a la microempresa: 75.000 empleos menos en tres años

La desaparición de cerca de 17.000 micropymes se lleva por delante en tres años más de 31.000 puestos de trabajo en una merma que se suma a otra de casi 44.000 asalariados dependientes de autónomos en el mismo periodo.

El endeudamiento y la competencia de las actividades ‘low cost’ está provocando un intenso goteo de pérdidas de unidades productivas y de empleo en los negocios de menor tamaño.
El endeudamiento y la competencia de las actividades ‘low cost’ está provocando un intenso goteo de pérdidas de unidades productivas y de empleo en los negocios de menor tamaño. PxHere (CCO)

La etapa de pujanza que atraviesan la actividad económica y el mercado laboral en España, con registros de récord histórico en ambos casos, no está afectando de manera homogénea al tejido productivo y al comercial del país. Al contrario: está coincidiendo con una concentración de la actividad y el empleo en las empresas de mayor tamaño, mientras las más pequeñas sufren una sangría de unidades y de empleo como consecuencia de sus debilidades estructurales para afrontar la superposición de crisis. 

Los datos del Ministerio de Trabajo sobre las empresas con plantilla dejan poco espacio para las dudas sobre la existencia de esas tendencias: en tres años, entre los meses de agosto de 2019 y de 2022, han desaparecido de las listas de la Seguridad Social un total de 12.643 empresas, con un balance de 16.900 micropymes menos, la práctica totalidad de ellas en el tramo de menos de cinco asalariados. Mientras, el resto de la pequeña empresa (de 10 a 49 empleados) ganaba 3.519 unidades, la mediana (de 50 a 249) aumentaba en 420, y la grande (más de 250) sumaba 318.

Es decir, que mientras las de menor tamaño se dejaban un 1,5% del tejido el resto de segmentos registraban, respectivamente, crecimientos del 2,2%, el 1,6% y el 6,7%, con los mayores avances tanto nominales como porcentuales entre las de mayor tamaño.

La evolución de los datos ofrece una tónica similar, con los mismos rasgos de concentración de la pérdida y los avances en cuanto al empleo.

El número de trabajadores asalariados del sector privado registró un aumento de 522.185 en el conjunto del mercado laboral español entre agosto de 2019 y el mismo mes de 2022, que es el último con datos disponibles, además de recuperar los 715.000 empleos perdidos en el primer medio año de la pandemia que no llegaron a ser protegidos por los ERTE.

Sin embargo, esa desconocida creación de empleo ha coincidido en el tiempo con una pérdida de 31.677 trabajos en las micropymes, que siguen por debajo de los registros de febrero de 2020, el mes previo al inicio de los confinamientos y el parón de la actividad por la pandemia, y entre las que las pérdidas se concentran, prácticamente al 100%, en el segmento de las que tienen plantillas de hasta cinco trabajadores.

Por el contrario, la mejora en el empleo resulta generalizada en el resto de segmentos, aunque concentrados de nuevo en las empresas de mayor tamaño, el volumen de cuyas plantillas ha crecido en esos tres años casi un 7% (+386.603) para absorber casi tres cuartas partes del incremento global y duplicar con creces el ritmo de aumento de la contratación en las pequeñas que superan el escalón micro (+93.313, +3%) y en las medianas (+73.946, +2,9%).

"La pandemia tuvo un impacto muy intenso en las empresas de pequeño tamaño. Tuvieron enormes problemas de liquidez que después se transformaron en otros de endeudamiento y de solvencia que muchas no han podido superar", explican fuentes de Cepyme, que recuerdan que "la recuperación de la actividad supuso un saneamiento de las empresas que se vio interrumpido por la crisis de la inflación, que ha disparado sus costes".

La situación que se da en la microempresa guarda paralelismos con la que se está dando en el ámbito de los autónomos con asalariados a su cargo, donde, según los datos del Ministerio de Trabajo, las pérdidas entre junio de 2019 y el mismo mes de 2022 suman 18.938 empleadores y 43.920 empleados, una caída de más del 4% en ambos casos. Si el foco se abre un año más, se amplía a 19.802 y se recorta a 39.629, respectivamente.

"Tenemos un problema de dimensión empresarial. En los últimos años se ha primado la cantidad sobre la calidad, y cuando se hace eso lo que ocurre es que se desestructura el sistema productivo porque se sobreexplotan sectores ya saturados, como el comercio, donde hay más oferta que demanda", explica Eduardo Abad, presidente de UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos).

La reducción de empleadores y de empleo se concentra en ramos como el comercio, con más de 25.000 bajas de autónomos en dos años, la hostelería y los servicios al ciudadano. "Esos sectores deberían ser pujantes y van a acabar siendo fantasmas" por el aumento de costes, entre ellos los energéticos, por la presión de las cadenas low cost y por la apertura de nuevos negocios por trabajadores que se acogen a las tarifas planas tras salir de otros ámbitos de la actividad, anota Abad.

La imposibilidad de marcar los precios

"Se sobreexplotan las necesidades de los consumidores, que acaban desdeñando la calidad y la competencia para optar por el low cost. Y eso obliga a los pequeños negocios a entrar en ese juego, lo que les deja sin márgenes para poder aguantar y deteriora tanto el servicio como el empleo", explica Abad. 

"Resulta sorprendente la evolución del empleo en las empresas de menor tamaño", indica el economista Javier Martínez, que apunta a dos factores fundamentales para explicarla.

Uno es el endeudamiento, en el que a las exigencias financieras que entraña la obligación de devolver los préstamos avalados por el ICO que solicitaron en 2020 para hacer frente a la crisis pandémica se le ha superpuesto una mayor dificultad para acceder al crédito por la subida de los tipos de interés.
"Los icos no eran ayudas, sino créditos; el problema es que hay que devolverlos y que la factura de los intereses se está disparando", señala.

El otro factor es la carencia del power price, el anglicismo con el que los economistas se refieren a la capacidad de fijar los precios: "Si Cola Cola, por ejemplo, sube la botella, no te queda otra que aceptarlo, pero las empresas de pequeño tamaño no pueden marcarlos", explica. Y eso está lastrando sus márgenes, y con ellos sus cuentas de resultados, de una manera cada vez más intensa.

A eso se le suma, en línea con lo que anotaba Abad, las decisiones de los consumidores, los cuales "cuando el entorno económico es negativo aplazan compras u optan por hacerlas en grandes cadenas que les ofrecen precios más bajos", algo que ya durante la pandemia se tradujo en una mayor concentración de las ventas de alimentación.

"La gran empresa, que además de más músculo financiero tiene acceso a otras fuentes de financiación, como las emisiones de bonos de deuda dirigidos a particulares, podrá resistir a un escenario como el actual, algo que no podrá hacer la pequeña", añade.

"El verdadero problema es la mayor mortalidad empresarial"

Cepyme lleva un tiempo alertando de esa desigualdad con la que, con un cuadro similar al de los autónomos con empleados, se está produciendo la recuperación de la actividad y el empleo en un tejido productivo español sobre el que, como ocurre a escala global, se van superponiendo las crisis vinculadas al encarecimiento de la energía, la obturación de las cadenas globales de suministro, la inflación generalizada y la incertidumbre provocada por la guerra de Ucrania y las maniobras especulativas desatadas al socaire de estas.

"El principal problema para el tejido empresarial español no es la creación de empresas", señalan desde Cepyme, donde consideran que "el verdadero problema es la mayor mortalidad empresarial" por "la falta de productividad y las mayores vulnerabilidades".

En este sentido, el último Indicador sobre la Situación de la Pyme que elabora esa organización recoge datos como un aumento de los costes del 23% en el primer trimestre de este año en relación con el mismo periodo del anterior, "especialmente los suministros y la energía", mientras las ventas avanzaban un 19,8%, lo que "deriva en un empeoramiento de la liquidez y de la competitividad".

A eso se le suman otros factores como una caída de la rentabilidad que devuelve a las pequeñas y medianas empresas españolas a niveles de 2016, un encarecimiento de los insumos y un aumento del endeudamiento cuyo valor nominal ya se acerca al del 100% de los activos y que "supone una clara debilidad frente a la subida de tipos en ciernes y al endurecimiento del crédito".

"Las pymes tienen menos músculo financiero y menos liquidez que la gran empresa para afrontar un panorama de ese tipo", algo que se da con mayor intensidad todavía en el segmento de las microempresas, señalan fuentes de Cepyme, que llaman la atención sobre la necesidad de "tener en cuenta todos esos factores cuando se analiza cómo está creciendo el empleo y por qué no se está recuperando en lo micro".

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