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El FMI avisa que "hay razones para estar preocupado" por el debilitamiento del PIB mundial 

Lagarde señala la economía global crecerá este año menos que en 2014 por la incertidumbre generada por China y la aguda ralentización de los mercados emergentes.

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, interviene ante el Consejo de las Américas, en Washington. REUTERS/Carlos Barria

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WASHINGTON.- La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, apuntó hoy que el crecimiento global será "más débil que el del pasado año", cuando se ubicó en un 3,4%, en gran parte debido a la incertidumbre generada por China y la aguda ralentización de los mercados emergentes, y aseguró que existen "razones para estar preocupados".

Las nuevas proyecciones de crecimiento global, que en la actualización de julio fueron del 3,3% para este año y 3,8% para el próximo, serán presentadas el próximo 6 de octubre durante los actos previos a la celebración de la Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial, que en esta ocasión tendrá lugar la próxima semana en la ciudad de Lima (Perú).

"El crecimiento global probablemente sea más débil este año que el pasado, con solo una modesta aceleración esperada para 2016", señaló Lagarde en su tradicional discurso previo a la celebración de la Asamblea Anual del FMI. Lagarde remarcó que los "dos grandes fenómenos" que está enfrentando la economía global son la "transición en China hacia un nuevo modelo de crecimiento" y la inminente subida de tipos de interés en Estados Unidos. "Ambos cambios son necesarios y saludables (...) Y positivos para el mundo. El desafío es manejarlos de la manera más suave y eficiente posible", agregó Lagarde en un acto organizado por el Consejo de las Américas en un hotel de Washington.

Al comentar las perspectivas de los países emergentes, Lagarde subrayó que se dirigen "hacia su quinto año consecutivo de rebaja de su ritmo de crecimiento económico". Solo India se mantiene como un "punto brillante", China se encuentra en plena ralentización, y "Rusia y Brasil afrontan serias dificultades", precisó la que fuera ministra de Finanzas de Francia.

En su discurso, Lagarde también mostró su preocupación por otros aspectos de política exterior, como el flujo de refugiados en Europa, que es el "último síntoma" de las fuertes tensiones políticas y económicas en el Norte de África y Oriente. Además, añade que no es el único conflicto en el mundo, que se suma a los últimos desastres naturales. En este sentido, añadió que, además del "desgarrador sufrimiento" derivado de un conflicto y de la emigración forzosa, existe un coste humano del desplazamiento económico y la baja actividad: más de 200 millones de personas está desempleadas en el mundo, la desigualdad de ingresos y riqueza sigue aumentando y las mujeres siguen estando en desventaja en el mercado laboral.

Frente a esto, aseguró que en las economías avanzadas la situación es más optimista: "La moderada recuperación se está fortaleciendo en Europa, Japón está volviendo al crecimiento positivo y la actividad en Estados Unidos y el Reino Unido sigue siendo sólida".

"El 'nuevo mediocre', esto es el riesgo de bajo crecimiento durante largo tiempo, parece más cercano", dice Lagarde

Asimismo, incidió en que a nivel global aún no se ha logrado la estabilidad financiera total, ya que, a pesar de los progresos de los últimos años, persisten las debilidades del sector financiero en muchos países y los riesgos financieros son ahora elevados en los mercados emergentes. "Si juntamos todo esto vemos un crecimiento global decepcionante y desigual. Además, las perspectivas de crecimiento en el medio plazo se han vuelto más débiles. El nuevo mediocre del que hablaba hace exactamente un año, el riesgo de bajo crecimiento durante largo tiempo, parece más cercano", resaltó.

Lagarde agregó que el potencial del crecimiento se está viendo frenado por la baja productividad, el envejecimiento de la población y los legados de la crisis financiera global. Así, la elevada deuda, la baja inversión y los débiles bancos siguen siendo una carga para algunas economías avanzados, especialmente en Europa, mientras que muchos emergentes siguen enfrentándose a ajustes tras el boom de crédito e inversión.

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