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Los hogares cierran el depósito del coche, pero no se desenchufan de la luz: así varía el consumo en plena tormenta energética

Un estudio detecta cómo la compra de hidrocarburos decrece más cuanto menor es la renta, mientras otro del Banco de España llama la atención sobre el escaso descenso del consumo de electricidad en los últimos meses.

MADRID, 07/04/2020.- Un empleado de una gasolinera de Madridlena el depósito de un vehículo este martes, vigésima cuarta jornada desde que se decretase el estado de alarma para frenar la epidemia del coronavirus. EFE/Marisca
Un empleado de una gasolinera de Madrid llena el depósito de un vehículo.- Marisca / EFE

Los impactos de los desbocados precios de la energía en el bolsillo parecen estar teniendo más peso que la concienciación ecológica sobre los catastróficos efectos que el uso de combustibles fósiles está teniendo sobre el planeta y acerca de la inminencia de su menor disponibilidad.

Se consume menos energía en España, sí, pero la clara relación que la modificación de esos hábitos de consumo tiene con la cuantía de las rentas de los hogares (especialmente en el caso de los hidrocarburos) deja poco espacio para atribuírsela a otros factores como la sensibilización sobre las consecuencias ambientales, y con ellas otras económicas y sociales que llevan tiempo manifestándose, de esas tendencias.

"Hay una correlación muy potente entre renta y consumo en el caso del combustible, se ve claramente cómo las familias más humildes han reducido el gasto en carburantes", explica David Pac, sociólogo y profesor de la Universidad de Zaragoza experto en consumo, a la vista de los datos que recoge un estudio difundido por CaixaBank Research y que viene a confirmar algunas tendencias apuntadas hace unos meses.

Variación del gasto mensual en gasolineras en cada decil de renta por particulares
Variación del gasto mensual en gasolineras en cada decil de renta por particulares. CaixaBank Research

El estudio, basado en el análisis del gasto con tarjetas de sus clientes, muestra cómo entre el 30% de los usuarios con menores ingresos el desembolso para adquirir combustible descendió el pasado mes de julio hasta más de un 20% en relación con el que habían realizado en el mismo mes de 2019, antes de la pandemia y de las restricciones de la movilidad.

Y, paralelamente, ese mismo gasto creció más de un 20% entre la quinta parte de los usuarios con mayor poder adquisitivo, mientras en el resto de escalones (del 30% al 80%) el aumento era progresivo en paralelo a la renta.

Mayor gasto en combustibles entre las rentas mayores

"No todos los consumidores reaccionaron igual a la subida de los precios", señala el estudio, que explica cómo "el consumidor mediano gastó más en carburantes en julio de 2022", concretamente un 13%, mientras "quienes ya consumían más carburante (que el consumidor mediano) gastaron más que antes, con tiques de combustible mensuales entre un 17,1% superiores (percentil 60) y un 25,7% (percentil 90)".

"También se observan mayores incrementos en los percentiles superiores de consumo de carburante, lo que muestra que estos consumidores poseen una mayor capacidad para aumentar su gasto, si bien el incremento de este último fue menor que el del precio de los carburantes, lo que apunta a un ajuste de los litros consumidos", añade.

"Hay tres bloques de consumo: los básicos, que son los alimentos, las bebidas no alcohólicas, la vivienda, el agua, la electricidad, el gas y otros combustibles; los estéticos, como el calzado, la ropa, los muebles y artículos del hogar, el ocio, la cultura, los restaurantes y los hoteles; y otros gastos, en los que entrarían las bebidas alcohólicas, el tabaco y lo que se dedica a salud, transporte, comunicaciones, enseñanza y otros bienes y servicios", indica Pac. Este experto anota que la energía, en este caso el combustible, puede considerarse "básico" si es necesario para el día a día, por ejemplo para los desplazamientos al trabajo, pero también puede entrar en el tercer grupo".

Así, añade, "quienes tienen niveles de renta más elevados pueden dedicar más dinero a gastos no básicos ", como ocurre con los desplazamientos relacionados con el ocio.

En cualquier caso, la reducción del consumo de carburantes comienza a generalizarse, según comienza a detectar la propia Agencia Tributaria, cuyos informes de recaudación de junio y de agosto reseñan sendas caídas del 2,7% y del 3,1% en la recaudación del impuesto de hidrocarburos, cuya presión fiscal, de manera diferente a lo que ocurre con el IVA, resulta ajena a las variaciones de precio al ser lineal, de tanto alzado por litro vendido.

El consumo de gasolina cae por primera vez desde 2018

No obstante, la recaudación entre enero y agosto mantiene un aumento del 9% en relación con ese mismo periodo del año pasado pese a "la tendencia a la baja que se había observado en los meses anteriores".

"La principal razón" para que ocurra eso, añade la Agencia Tributaria, se encuentra en "los persistentes altos precios que en agosto llevaron a que el consumo de gasolina se redujera por primera vez desde 2018 (exceptuando el periodo de la pandemia) y que el de gasóleo de automoción descendiera un 6,6% tras la caída del mes anterior".

En este sentido, las estimaciones de CaixaBank Research apuntan a que "el importe pagado para llenar el depósito entre abril y julio fue un 32,2% superior en promedio al del mismo periodo de 2019", porcentaje que se dispara hasta el 40,3% si se excluye del cálculo la bonificación de veinte céntimos por litro.

En esa evolución también están teniendo alguna influencia algunas de las medidas de ahorro implementadas en los últimos meses, como los abonos de transporte ferroviario de bajo precio, cuya aplicación en septiembre habría evitado, según las estimaciones del Gobierno, la combustión de 118 millones de litros de gasolina por los usuarios que han decidido cambiar el coche por ese medio.

El precio de la luz se dispara y su consumo no cae más del 5%

El ajuste no está siendo homogéneo ni mucho menos, ya que esos aumentos del gasto en cuantías que se acercan a la mitad del encarecimiento (17%) y a sus tres cuartas partes (25%) en los usuarios de mayor renta conviven con una reducción de algo más del 20% entre los que disponen de las más escuetas.

"Un tique nominal de menor importe con mayores precios indica que este percentil realizó un mayor ajuste de los litros que consumió", señala el estudio, que llama la atención sobre otra variable: "Los que gastaban más en carburante en 2019 seguramente han tenido menos capacidad de ajustar la demanda en 2022 porque se trata de un gasto más imprescindible (por ejemplo, porque su trabajo exige mayores desplazamientos) o disponen de una mayor capacidad para absorber el aumento de precios", mientras que "los que gastaban menos en carburantes redujeron más su consumo, bien realizando menos desplazamientos o sustituyendo el vehículo propio por el transporte público". 

Esas tendencias, por el contrario, no se aprecian en la demanda de electricidad. Un trabajo del Banco de España concluye que "las dinámicas de su precio y consumo desde el año pasado también apuntan a una menor sensibilidad al precio de su demanda que la estimada históricamente", ya que mientras los encarecimientos han llegado a alcanzar el 50% en los últimos doce meses la reducción del consumo solo ha superado el 5% puntualmente.

"En particular, durante el primer semestre de 2022, en comparación con el mismo período de 2019, el consumo de electricidad solo habría sido un 3,7% menor" que el que habría cabido esperar de la combinación de "un amplio abanico de factores, distintos del precio" y "fundamentales para entender el comportamiento de su demanda" como "la temperatura, los días festivos y la estacionalidad habitual asociada a cada mes, semana y día".

"La relación entre renta y consumo no se aprecia en la luz"

"La relación entre la renta y el consumo que se ve en los carburantes no se aprecia de forma tan clara en el caso de la electricidad", explica Pac, que plantea cómo "mientras el gasto en el coche se puede sustituir cambiando el medio de transporte, eso no es posible con la luz".

Entre otros factores, por la existencia de consumos cautivos con electrodomésticos como las neveras y los congeladores y de otros vinculados a la disponibilidad de luz solar y a actividades de alimentación o de ocio, algo que impide, o cuando menos dificulta, modular esa demanda y a lo que hay que añadir el sistema de tarificación y las peculiaridades de algunos contratos.

El estudio del Banco de España sugiere que en ese menor recorte general de la demanda de electricidad pueden haber influido otras circunstancias como la expectativa de que "los cambios observados en los precios serían temporales, el hecho de que haya habido algunas medidas compensatorias por el lado de las rentas para los colectivos más vulnerables, o la disponibilidad de una importante bolsa de ahorro acumulada durante la fase de mayor incidencia de la pandemia".

"También podrían haber ayudado a mantener los niveles de consumo una mayor optimización del gasto en función de la tarificación horaria o la mayor demanda de electricidad en el hogar como consecuencia del aumento del teletrabajo", añade.

Hay otro factor de peso: según la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE (Instituto Nacional de Estadística), el gasto de las familias en gasolina o gasóleo resulta históricamente entre un 50% y un 60% superior al de la electricidad, con una horquilla de 12.838 a 14.952 millones de euros para esta última frente a una suma de 20.088 a 25.484 para los primeros, cuyo consumo supone mayores exigencias económicas para los hogares y, a la vez, un mayor margen de ajuste.

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