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Informe del FMI El parón de la industria y del comercio colocan la economía global al borde de la contracción

La economía mundial está en estado de parálisis y apenas registrará un alza del 3% este año, el límite de lo que el consenso del mercado entiende técnicamente por contracción, según el 'World Economic Outlook' de otoño del FMI.

El logo del FMI en su sede en Washington. REUTERS/Yuri Gripas

DIEGO HERRANZ

La capacidad industrial y los flujos comerciales y de inversión están sumergiendo al PIB mundial en una ciénaga que entorpece la actividad. Por la práctica totalidad de sus latitudes y tanto en las potencias industrializadas como en los grandes mercados emergentes.

Afecta especialmente a Europa y, en menor medida, a EEUU, pero también a los tigres asiáticos y otras economías de la región de rentas altas y está siendo “especialmente pronunciada” en Brasil, China, India, Rusia, Sudáfrica (los denominados BRICS) y México, que sufren una significativa presión sobre sus datos macroeconómicos y financieros.

El informe de previsiones económicas del FMI, el World Economic Outlook (WEO), desvelado en los prolegómenos de su cumbre semestral de otoño, señala como factor esencial de la atonía de “los últimos doce meses” el brusco aterrizaje de la actividad industrial, que hizo caer las ventas de coches en un 3% en 2018.

El sector automovilístico, incide el diagnóstico del Fondo, constata las “disrupciones” en la demanda global de la industria. Afectada por múltiples causas. Desde el tránsito hacia la digitalización y los cambios en las cadenas de valor de sus empresas, hasta “la expiración de los incentivos fiscales en China” o los ajustes productivos hacia las reglas de reducción de emisiones de CO2 en Europa (especialmente en Alemania, máximo ejemplo del hundimiento del sector) y en el gigante asiático. Pero también por la actitud de los consumidores de esperar y ver “la oferta tecnológica” que los grandes emporios automovilísticos ponen en el mercado para paliar el parque de vehículos contaminantes.

En paralelo, las tensiones comerciales entre EEUU y China, han acelerado la debacle productiva. Desde el inicio del pasado ejercicio “los costes de intermediación” en los flujos de comercio e inversión, han aumentado, la incertidumbre se ha disparado y las empresas, muy en especial las del tejido industrial, han adoptado estrategias de cautela, que han retraído sus planes de compra de maquinaria y equipo y sus expectativas de gasto a largo plazo.

Tendencia que se aprecia sobre todo en economías de alta exposición internacional, como las asiáticas. Pero que es palpable en países como Alemania o Japón, cuyas tasas industriales han retrocedido en términos anuales, o en China y Reino Unido, con una ralentización considerable. Incluso en EEUU, donde se aprecia ya una “particularmente pronunciada caída de la producción de bienes de capital”.

Todo ello ha deteriorado a confianza empresarial y de los consumidores, expresa el WEO, a la vez que empuja al comercio a un punto muerto. El Fondo prevé que el volumen de mercancías y servicios apenas supere en una décima el 1% de crecimiento este año. Otro parámetro que el mercado interpreta como peligro latente de recesión. Aunque eleve su predicción de 2020 hasta el 3,2%.

El FMI prevé un repunte modesto de la economía estadounidense. Lejos del compromiso de su presidente, Donald Trump, de alcanzar una velocidad de crucero anual, durante su mandato, del 3%. Apuesta por un alza del 2,4% este año, tres décimas por encima de su predicción para 2020, año de elecciones presidenciales, en noviembre.

El Fondo achaca este “notable descenso” de un PIB que navegó en el pasado reciente por encima del 3% a un abanico de motivos. A la tardanza de la Reserva Federal en adoptar de nuevo una “estrategia acomodaticia” de abaratamiento del dinero, a la sobrevaloración del dólar, en otro 2,5% este año -que sitúa su apreciación en un 18% según el consenso del mercado- y al descenso de la inversión extranjera directa, “afectada por las operaciones financieras de sus multinacionales en busca de las ventajas de la rebaja fiscal de Sociedades” aprobada por la Administración Trump.

En un apéndice específico, el WEO calibra, a partir de un análisis prospectivo, la “incertidumbre de la política económica” de Washington por las guerras arancelarias y la reducción de la presión tributaria a las empresas. En ese apartado se concreta una disminución de un 1% del capital foráneo anual que penetra en EEUU desde 2018, cuando comienzan las hostilidades comerciales, hasta 2020, ejercicio en el que sitúa el efecto de mayor virulencia de ambos cambios legislativos, por la asunción de los costes de importación bajo las nuevas tarifas y porque, también el próximo año, se concentrarán los aumentos sobre los márgenes financieros de las empresas americanas.

El resultado: impactos sobre la actividad, la productividad, recolocaciones de fábricas y sedes sociales y dificultades de acceso a fuentes de producción y, en consecuencia, merma recaudatoria por la caída de beneficios con una rebaja impositiva en vigor. Así justifica la pérdida de tres décimas del PIB de EEUU en 2020. Si bien avisa que el recorte de tipos de la Fed y un probable reajuste presupuestario bianual con estímulos económicos podría mejorar la coyuntura.

Sobre la Eurozona, achaca la pérdida de vigor a la recaída de la demanda externa por el alza tarifaria y el descenso de los inventarios propiciados por la debilidad industrial, que está siendo de especial brusquedad en Alemania y, en menor medida, en Francia, el parón del consumo en Italia y la pérdida de vigor por contagio en España.

El brexit pasa factura a Reino Unido que será capaz de sortear, a duras penas, la contracción del segundo trimestre, mientras el sector exterior de Japón seguirá restando dinamismo a la tercera economía del planeta, pese a los estímulos a la inversión privada y los programas de gasto público en marcha.

El mundo emergente se mantiene como el motor del crecimiento. Con China e India al mando, si bien el mercado de la mayor democracia del planeta tomará un impulso más contundente.

De América Latina, el resultado es sumamente decepcionante: la región sólo crecerá dos décimas este año. Lastrada por los desajustes en el abastecimiento de Brasil, el retroceso de los flujos de inversión en México y, sobre todo, por las recesiones en Argentina (del 3,1% este año y de otro 1,3% en 2020, después de registrar una contracción del 2,5% en 2017) y Venezuela, que será de un calibre colosal y que se llevará la tercera parte del PIB este ejercicio (en concreto, una caída del 35%) agudizada por las sanciones económicas impuesta por la Administración Trump. Para el próximo año, el FMI pronostica números rojos también de alto riesgo, aunque ligeramente más benévolos, del 10%.

Los expertos del FMI reclaman más protección laboral, impulso tecnológico y proyectos verdes para estimular el dinamismo, y corregir la desigualdad entre rentas altas y bajas

Pese a este panorama sombrío, el WEO aconseja agendas de reformas estructurales que sean efectivas para corregir las desigualdades. A los países emergentes, les reclama cambios en las tarifas comerciales, en regulación y supervisión financiera, en protección laboral y liberalización de sectores como el de las telecomunicaciones para ganar empleo y arsenal recaudatorio con el que cerrar la brecha de rentas, paliar las embestidas cambiarias y ajustar sus niveles de deuda y elevar su productividad. A los industrializados, avances en la digitalización, el cauce para retomar la senda de la corrección de ingresos, el incremento del empleo y la revitalización de sus clases medias. Con leyes laborales menos restrictivas y más generosas con los beneficios a trabajadores en paro. Todo un giro conceptual del FMI, que justifica en la creciente desigualdad entre familias y regiones dentro de las fronteras de las naciones avanzadas. Bajo el objetivo de inculcar niveles de competitividad y productividad acordes a los cambios en la industria y el comercio. El WEO se hace eco, además, de la petición del Fiscal Monitor, y les encomienda planes de estímulo para espolear la actividad dirigidos a la preservación del medioambiente; es decir, a la búsqueda de la neutralidad energética, con cambios legislativos y fiscales que posibiliten la puesta en marcha de proyectos verdes.

El horizonte que divisa el WEO tiene una ausencia casi total de presiones inflacionistas. Otorga un 1,5% este año y tres décimas más el que viene al conjunto de potencias industrializadas y un modesto, pese al dato, 4,7% y 4,8% a los mercados emergentes. Gasolina para que sus bancos centrales continúen bajando los tipos de interés y acompañen -en esta ocasión sin ostentar el mayor protagonismo- a los gobiernos en las necesarias políticas expansivas en el terreno fiscal.

A lo que añade la estabilidad de los precios energéticos, pese a que da por hecho volatilidades derivadas de las sanciones económicas de EEUU a Irán, entre otras amenazas sobre la oferta de crudo y gas en el mercado. Aunque esas oscilaciones y temores a las hostilidades comerciales, a una prolongada crisis del Brexit y las tenciones geopolíticas serán piedras en el camino de bancos centrales y gobiernos para impulsar sus ayudas monetarias y presupuestarias, reconoce el FMI.

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