Este artículo se publicó hace 3 años.
Mercado laboralEl paro de larga duración se enquista con la pandemia y atrapa a 250.000 mayores de 50 años
El número de desempleados que llevan más de un año buscando empleo sigue aumentando y ya supera los 1,6 millones en un fenómeno de expulsión del mercado laboral que tiene especial incidencia entre los asalariados de mayor edad y que, dentro de estos, afec
Zaragoza-
"El paro de larga duración es una situación estructural del mercado laboral que no se corrige, y está creciendo entre los trabajadores de mayor edad porque hay un desajuste muy grande de competencias y de cualificaciones que les impide a la mayor parte de ellos volver a entrar en el empleo", señala Antonio González, de Economistas Frente a la Crisis (EFC), que coincide en el análisis con Ruth Vallejo, decana de la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de Zaragoza, que anota que "el empleo que se ofrece o es nuevo o de muy alta cualificación, y ahí tienen muy difícil entrar".
La evolución del desempleo de larga duración, el que afecta a los parados que llevan más de un año buscando una nueva ocupación, es una de las malas noticias que llegan entre los detalles de la EPA (Encuesta de Población Activa) del tercer trimestre de este año que el INE (Instituto Nacional de Estadística) difundió este martes, y cuyos datos principales reflejan una evolución positiva del mercado laboral: España vuelve a superar los veinte millones de ocupados, algo que no ocurría desde finales de 2008, tras la incorporación de 359.300 personas al empleo y la salida de 127.100 del paro en los últimos tres meses.
Sin embargo, ese cuadro general tiene matices. Y entre ellos destacan los que arroja el paro de larga duración, cuyo descenso global de 97.000 personas en los últimos tres meses tras un año de constante crecimiento ha sido simultáneo a un aumento de 37.800 entre los mayores de 50 años que se encuentran en esa situación, un colectivo que, pese a la mejora de los registros generales, está sufriendo un continuo goteo de expulsiones del mercado de trabajo.
Los datos de la EPA señalan cómo entre el final del segundo trimestre del año pasado, el primero plenamente afectado por la pandemia, y el tercero de este, el número de desempleados, que llegó a superar los 3,7 millones de personas en el tramo final del año pasado, se ha reducido a 3,41 millones, con una diferencia de menos de 50.000 en relación con la primavera de 2020.
Sin embargo, esa mejora general no oculta las dificultades cada vez mayores que los trabajadores de mayor edad tienen para volver a emplearse: el grupo de quienes llevan más de un año en el paro pasó en ese periodo de 1,14 a 1,63 millones de personas, lo que significa que los parados de larga duración ya suponen casi la mitad del colectivo cuando no llegaban a un tercio al acabar la primavera de 2020.
Su aumento no ha cesado, aunque en los últimos meses se ha ralentizado entre quienes llevan entre 12 y 24 meses en esa situación.
El 60% de los nuevos parados de larga duración son mujeres de más de 50 años
Para encajar en la definición de desempleado de la EPA hay que cumplir tres condiciones: carecer de empleo, buscarlo de manera activa y estar dispuesto a incorporarse a uno de manera inmediata, lo que no incluye a los 209.500 inactivos que confiesan haber dejado de buscar empleo porque creen que no lo van a encontrar ni a los 181.500 que se catalogan como "desanimados".
Más de la mitad de ambos grupos, que dan por consumada su expulsión definitiva del mercado de trabajo, la componen los mayores de 50 años, que también son el principal colectivo entre los parados de larga duración, donde suman casi el 40% del total con 646.600 de los 1.638.600 afectados. Ese registro supone a su vez prácticamente la mitad de los 3,41 millones de desempleados que registra la EPA.
El número de parados de larga duración ha pasado de 1,14 a 1,63 millones de personas en los quince meses transcurridos entre junio de 220 y septiembre de 2021, con el aumento concentrado en los mayores de 50 años (254.400) y, dentro de este, con una clara mayor afección entre las mujeres, cuyo grupo ha crecido en 148.700 miembros.
El 60% de los nuevos desempleados de larga duración son mujeres que han cumplido la cincuentena, un colectivo con altas probabilidades de que esta situación vaya a seguir extendiéndose vista la intensidad con la que le está afectando el paro en general, con un aumento de más del 35% en esos quince meses, en los que su número pasó de 406.100 a 556.700.
La gestión del envejecimiento de la mano de obra
González y Vallejo coinciden en señalar a las carencias de las políticas activas de empleo, cuya reformulación y activación reclaman ambos, como una de las causas de esta situación.
"Hace tiempo que se habla de la gestión del envejecimiento de la mano de obra. Eso requiere adaptar los puestos, y a los empresarios les sale más barato contratar gente más joven", indica la profesora, que reclama la puesta en marcha de "políticas activas específicas para facilitar la colocación de este colectivo, pero no solo de formación, porque quien es analógico es analógico y ahí la batalla está perdida, sino también de incentivo a las empresas para su contratación".
Para el economista, la menor empleabilidad de ese colectivo "no responde solo a un problema de adaptación a la tecnología, sino que se trata de una suma de factores entre los que a la edad se le añaden las competencias: si tienes más de 50 años, un bajo nivel educativo y vienes de trabajos de baja cualificación tienes un problema, porque ahí hay un exceso de oferta de mano de obra, a menudo con sobrecualificación".
La mitad de los parados no recibe prestación ni subsidio
Ese cuadro convive con otro factor como la cada vez menor cobertura de las prestaciones contributivas, consecuencia en parte de la precarización del empleo en los casi diez años de aplicación de la reforma laboral, que ha tirado a la baja tanto de los periodos como de las cuantías de las cotizaciones, y de las mayores exigencias para acceder a ellas.
Según los datos del Ministerio de Trabajo, menos de la cuarta parte de los desempleados del país, 782.322 frente a los 3.416.700 que contabiliza la EPA, recibían una prestación de desempleo de carácter contributivo al cierre del mes de septiembre, y únicamente 914.094 estaban cobrando un subsidio asistencial. Eso significa que prácticamente la mitad de los parados queda fuera de ese paraguas.
"La cobertura está bajando rápidamente porque las prestaciones se agotan como consecuencia de la prolongación del desempleo, y no todo el mundo puede acogerse a un subsidio", explica González, que apunta que “muchos de los que no trabajaban antes de la pandemia no han vuelto a hacerlo. Los ERTE han protegido a quienes estaban trabajando, pero no se ha protegido a quienes estaban desempleados”.
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