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Rodant Ciclomensajería Cooperativa Cooperativas sobre dos ruedas: la alternativa de los 'riders' a la explotación laboral

Un grupo de 'riders' en València anuncia la creación de su propia cooperativa para hacer frente al modelo de explotación de las grandes plataformas. Mensakas, en Barcelona, y La Pájara Ciclomensajería, en Madrid, ya impulsaron procesos en esta dirección con similar declaración de principios.

'Riders' en València durante el primer macrojuicio contra Deliveroo en España, el pasado febrero
'Riders' en València durante el primer macrojuicio contra Deliveroo en España, el pasado febrero

Hèctor Serra

La idea de crear una cooperativa de reparto responsable orbitaba desde hace tiempo alrededor de Riders X Derechos València. La crisis de la covid-19 ha supuesto la palanca definitiva en su materialización. Se llamará Rodant Ciclomensajería Cooperativa, contará con cuatro emprendedores de inicio y se prevé que empiece a funcionar a finales de año. La iniciativa sigue la senda de otros proyectos cooperativos impulsados por repartidores que trabajaban para grandes plataformas como Uber, Deliveroo o Glovo.

"Es el momento del cooperativismo; es el momento de que los trabajadores nos unamos", asegura Pepe Forés, coordinador de Rodant, y añade: "Es una buena manera de seguir contrarrestando a estas aplicaciones y mostrarle a la gente que se puede desempeñar este trabajo con unas condiciones laborales dignas". Durante estos últimos días, los impulsores han sumado apoyos y han recibido asesoramiento tanto de la Dirección General de Emprendimiento y Cooperativismo de la Generalitat Valenciana como de la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas de Trabajo Asociado (FEVECTA).

"Ese es su fin: destrozar lo público y crear una desigualdad bestia"

Rodant nace con el propósito de ofrecer un servicio a domicilio completamente ecológico. Su servicio de paquetería se llevará a cabo en el primer anillo del área metropolitana de València. En el caso del reparto de comida a domicilio, se concentrará en la trama urbana de la capital del Turia pudiendo el cliente pedir a un restaurante que no esté a más de 3,5 kilómetros. "Con una distancia mayor, acabaría llegando fría, como nos pasa actualmente en las plataformas. A ellos les da igual que no llegue en condiciones; ya la han cobrado y no les preocupa nada más", detalla Forés. El repartidor sostiene que la idea es que el consumidor pague un precio fijo por el coste del envío y aprovecha para subrayar que, detrás del ahorro de este montante del que los consumidores suelen disfrutar a través de promociones en grandes empresas, se encuentra la precarización de los riders.

Forés pone también el acento en la sostenibilidad económica de proximidad, un aspecto no menor teniendo en cuenta el traslado de ingresos a otros países que realizan algunas de las plataformas con más renombre. "No queremos evadir ningún impuesto; nuestro dinero se quedará aquí y queremos crecer en España. A estas empresas no les importa nada la sanidad, el transporte, la educación y la vivienda pública", denuncia. Y aprovecha para advertirnos de la uberización que despunta en nuestras latitudes: "Han empezado por aquí pero ahora nos quieren hacer creer que un camarero con una PDA puede ser autónomo. Y después de los repartidores y los taxis, llegarían las limpiadoras, hasta controlar todos los monopolios. Ese es su fin: destrozar lo público y crear una desigualdad bestia".

Humanizar la ciudad

La misma filosofía que empuja Rodant en València ya dio frutos hace un tiempo en otras grandes ciudades. Desde finales de 2018, las dos ruedas de La Pájara Ciclomensajería se impulsan de Chamberí a Lavapiés en un proyecto que aúna ciclologística y economía solidaria en Madrid. Esta cooperativa, ideada al calor de las protestas del verano de 2017 contra Deliveroo, apuesta por un modelo local, humano y horizontal como alternativa al modelo de explotación y se encuentra enmarcada en el proyecto de transformación urbana MARES, que propugna el fomento de iniciativas en sectores como la movilidad y la alimentación.

Miembros de La Pájara en Madrid.
Miembros de La Pájara en Madrid.

Martino Correggiari es uno de los repartidores que, tras ser despedido de Deliveroo, optó por la vía cooperativa. En su arranque, recuerda, fue clave el apoyo de Coopcycle, la federación de empresas cooperativas de reparto en bicicleta creada por un grupo de exriders e informáticos franceses, que brindan a las pequeñas iniciativas una herramienta de software libre con una licencia de uso específico. Correggiari reconoce que, al principio, no fue fácil ofrecerse a restaurantes pero consiguieron afianzarse y alcanzar una quincena de locales aliados, la mayoría especializados en comida ecológica.

Con el comienzo del estado de alarma a mediados de marzo, su actividad se frenó en seco. Sin embargo, a su vuelta el pasado mes de mayo, La Pájara ha experimentado un aumento sustancial de su trabajo. "Muchos restaurantes que antes no hacían reparto a domicilio se han sumado a la plataforma; ahora hay treinta locales asociados y tenemos más variedad. Hemos duplicado el número de pedidos que estaba en los doscientos al mes y hemos contratado a una quinta persona. A pesar de que no tenemos mucho margen y sufrimos una competencia desleal por estas plataformas, empezamos a consolidarnos", señala el cooperativista.

Conscientes de la vertiente social y la gestión democrática de su iniciativa, desde La Pájara también han ofrecido asesoramiento para otros grupos de repartidores que, en un futuro no muy lejano, esperan impulsar nuevos proyectos cooperativos en ciudades como Bilbo o Málaga. Correggiari denuncia la "dinámica destructiva del valor del trabajo" asociada al juego de las rebajas de los precios y aboga por concienciar al cliente de que es fundamental garantizar la estabilidad y la seguridad de los trabajadores. Es por ello que el coste del servicio establecido por esta aplicación sube a 3,50 euros para poder garantizar unos salarios justos.

En cuanto a las pequeñas tiendas que dependen de estos gigantes, el repartidor recuerda que la falta de alternativas se traduce en la asunción de unos porcentajes que les dejan sin margen de ganancia. La Pájara, teniendo en cuenta esto, aplica al restaurante una tarifa que supone el 25% sobre el pedido (IVA incluido), lo que puede llegar a suponer un 10% menos de lo que aplican las grandes empresas.

Un camino de luchas

"El cliente debe entender que tiene que pagar esa comisión. Debe ser consciente de que hay alguien detrás. Y unos derechos", se reafirma sobre esta cuestión Núria Soto, socia de la cooperativa Mensakas. Casi a la par que La Pájara en Madrid, este proyecto que opera en Barcelona y su área metropolitana también apela desde 2018 a los valores del cooperativismo, el bien comunitario y el consumo responsable. Aliados también con Coopcycle, Mensakas trabaja desde hace tiempo en la consecución de una aplicación propia que aún se encuentra en desarrollo. Desde la cooperativa indican que su especialización no pasa tanto por la inmediatez sino por el servicio programado y la "última milla".

"Estamos luchando para tener una presencia femenina y diversa más grande"

En Mensakas, explica Soto, todo el personal trabaja con contrato, flexibilidad, derecho a baja, vacaciones, seguridad laboral… Se decidió, además, que las riders cobraran un 5% más del salario establecido como respuesta a la brecha salarial. "Es un acto simbólico pero relevante. En este colectivo cuesta mucho que haya chicas; estamos luchando para tener una presencia femenina y diversa más grande", apunta la repartidora. Soto fue una de las ocho personas que fueron despedidas por Deliveroo por sindicarse. El despido fue declarado nulo tiempo después pero la empresa no quiso que volvieran a trabajar.

"Hemos llegado hasta aquí porque hemos empezado la mayoría de procesos judiciales que están en vigor ahora mismo, hemos creado alternativas, nos hemos coordinado a nivel estatal y europeo, tenemos el apoyo de movimientos sociales…", reconoce la repartidora. Consultada precisamente por el proyecto de ley que busca dignificar las condiciones laborales de los riders y otros trabajadores de servicios ofrecidos a través de plataformas digitales, Soto precisa que no se trata de la ley rider, ya que implicaría beneficios sobre cualquier sector —no solo riders— que funciona mediante una aplicación móvil y tiene a sus trabajadores como "falsos autónomos". La socia de Mensakas defiende que no se necesita un modelo o figura laboral nueva, sino que se apliquen las leyes existentes con el objetivo de que los trabajadores sean reconocidos como asalariados en estas empresas.

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