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David Torres: "No recordamos lo que sucedió en los sótanos del franquismo"

David Torres.- JAIRO VARGAS
El escritor y columnista madrileño David Torres.- JAIRO VARGAS

El pasado y sus recuerdos no siempre son ese plácido lugar que evocamos con nostalgia cuando vienen mal dadas. El escritor y columnista de Público David Torres (Madrid, 1966) echa la vista atrás y sitúa a su protagonista en una España en blanco y negro, lo hace de la mano de un personaje y de una familia atravesada por el franquismo, el silencio y la desmemoria.

La memoria está muy presente en la última novela de David Torres, Cartas a las novias perdidas (Algaida). Un libro que le ha valido el 66º Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid y en el que indaga en los recuerdos y miserias familiares para brindarnos un fresco de aquella España gris de nodos y mazmorras franquistas. Fantasía y realidad se dan de bruces en esta nueva obra del escritor y columnista madrileño, un viaje al pasado reciente de nuestro país por medio de ese frágil salvoconducto que es la memoria.

"No puedes perdonar si no se ha pedido perdón y no puedes olvidar si no sabes que estás olvidando"

"Como bien saben los neurólogos, los psicólogos y los escritores de diarios, la memoria no se limita a registrar hechos sino que los modifica, los manipula y en ocasiones los inventa", explica Torres. Y junto al recuerdo, la imaginación. Mucho más libre porque no le debe cuentas a nadie, ni siquiera al pasado. Pablo H. Casas, el protagonista de Cartas a las novias perdidas, va sobrado de ella. No en vano en su cabeza ya ha levantado el Premio Nobel de Literatura, ha escalado el Everest e incluso ha mantenido un tórrido romance con Monica Bellucci.

Un tipo fantasioso al que la realidad se empeña en boicotear. Un mensaje de su hermano Fran poniéndole al tanto de la desaparición de su anciana madre le hace regresar a un Madrid en blanco y negro para echar una mano en el negocio familiar y ayudar con los cuidados de su padre, enfermo avanzado de alzhéimer. Así es como el huido regresa al origen, un mundo que en su día lo fue todo y que ahora, pasados los años, trata de desentrañar de nuevo.

Allí tendrá que lidiar con sus propios recuerdos de infancia, arreglar la difícil relación con su hermano y sufrir los tormentos del amor entre cartas a las novias perdidas y una correspondencia ilusoria con su madre ausente. Pablo descenderá también a los tenebrosos sótanos de la historia, las mazmorras de la Dirección General de Seguridad, centro de detención y tortura del franquismo donde su tío Tomás trabajó en los peores años de la dictadura.

"La fricción entre fantasía y realidad es uno de los pilares de la novela, algo que ya había descubierto Cervantes"

"Parece haberse instalado la idea de que tenemos que pasar página y perdonar, pero no puedes perdonar si no se ha pedido perdón y no puedes olvidar si no sabes que estás olvidando", denuncia el escritor. El alzhéimer del padre de Pablo se convierte, de la mano de este avezado columnista, en metáfora de la historia reciente de España: "Somos un país que ha olvidado su memoria reciente, es decir, estamos siempre recordando capítulos pretéritos como la conquista de América o el Siglo de Oro, pero no somos capaces de recordar lo que sucedió en los sótanos del franquismo".

De esa reflexión sobre el pasado y sobre cómo este reaparece no siempre de la mejor manera, Torres arma una trama cuya viga maestra es el choque entre los dos hermanos. "Pablo, el narrador de la novela, se siente un poco cainita porque abandonó el hogar paterno para recorrer mundo y Fran ha ido dimitiendo de todos sus talentos para seguir el guion familiar, casarse joven y quedarse a cuidar de sus padres", explica el autor. Dos trayectos vitales que simbolizan, de algún modo, dos formas de entender la vida: "La fricción entre las fantasías y la realidad es uno de los pilares de la novela, algo que ya había descubierto Cervantes".

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