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Joaquim Lafosse: "Los que están cerca de los enfermos mentales también se vuelven inestables"

El director Joaquim Lafosse, en San Sebastián.
El director Joaquim Lafosse, en San Sebastián. Ulises Proust

Los trastornos mentales se han convertido en la nueva pandemia, han advertido los especialistas. Las consultas por depresión, ansiedad y otras afecciones han aumentado peligrosamente, lo mismo que el índice de suicidios, y la Sanidad Pública, hoy mermada en algunas Comunidades Autónomas, no es capaz de atenderlas debidamente. La situación, desde que apareció la Covid-19, afecta a millones de personas en el mundo, enfermos mentales, familiares y cuidadores. El cineasta belga Joaquim Lafosse, inspirado en su propia experiencia –su padre es bipolar y también lo era su abuela- se pregunta en su nueva película, Un amor intranquilo, ¿cuál es, en estas situaciones de convivencia, la resistencia del amor?

Estrenada en el Festival de Cannes y presente en Perlak de San Sebastián, la película es un retrato del desmoronamiento de una familia que vive este problema, y de la angustia y ansiedad que provoca, desde el que retrata con profundidad las emociones desatadas en un círculo de convivencia donde habita un enfermo mental. "No es un película sobre el trastorno bipolar sino más bien un cuestionamiento de nuestra capacidad y límites con respecto a nuestro compromiso de amar".

Protagonizada por Damien Bonnard, Leïla Bekhti y el pequeño Gabriel Merz Chammah, la historia transcurre a la velocidad del estado de ánimo de Damien, un pintor que es bipolar y que viven con su mujer y su hijo. La pareja se ama, adoran a su hijo y no quieren rendirse, pero son conscientes de que no van a tener la vida que desearon juntos. Joachim Lafosse habló con Público en el Festival de San Sebastián.

Parece que llevaba tiempo queriendo hacer esta película que le conecta directamente con su infancia, ¿es así?

Sí, y ahora he conseguido la distancia necesaria. Mi abuela era bipolar, mi padre, maníaco depresivo y bipolar y durante mucho tiempo yo estaba muy preocupado por la herencia. Pero ahora ya no es eso lo que interesa. Por eso esta película no es una historia sobre la bipolaridad, sino sobre ahondar en la profundidad del amor.

¿Hasta dónde es posible resistir una situación así?

Ese es el tema claro, porque lo interesante es que cuando nos embarcamos en una relación verdadera vamos a dejar traslucir, por los dos lados, nuestras fragilidades, nuestros fallos… y hay un momento en que nos preguntarnos si vamos a soportarlo. En las parejas nadie se libra de la duda ni del pensamiento de tirar la toalla. En una relación, el otro no se parece a quien nosotros esperábamos. Lo que traté de retratar es ese momento en el que comprendemos que la otra persona no estará nunca donde nosotros esperamos. Entonces, ¿rompemos, nos rendimos o continuamos?

¿Hay algo de su infancia que hay quedado especialmente grabado en usted?

Una frase que me dijo mi madre. Ella me dijo: "Tu padre y yo nos vamos a separar, le quiero mucho, pero no puedo soportar la enfermedad". Yo no lo entendía, durante muchos años no lo entendí, ahora, por fin lo entiendo.

No hay casi presencia de los médicos en esta historia , ¿por qué?

No la hay y eso da suspense a la historia. Hay pocos médicos porque ellos no viven con nosotros, pocas veces están con nosotros. Tratar a un enfermo bipolar es muy complicado porque el trastorno no le permite expresar lo que está sintiendo y son otros los que hablan por él. Y hay otra cuestión, el psicoanalista Roland Gori dice que los diagnósticos son para los médicos, no para los pacientes ni los familiares. Además, cuando se ha hecho ese diagnóstico, todos los problemas serán atribuidos a la enfermedad. En mi familia pasaba eso.

Eso me lleva a los otros. Su compañera se angustia porque no puede ser todo al mismo tiempo, la mujer, la madre, la profesional, la cuidadora…

Todos los personajes están en la misma lucha. Ella lucha por reclamar que no es solo enfermera, que es restauradora, que es madre, que es amiga… Pero, a su vez, él también lucha porque entiendan que no es solo un bipolar, también es pintor, padre, amigo y no siempre está enfermo. Los que están cerca de las personas bipolares, de los enfermos mentales, también se vuelven inestables. La bipolaridad es un trastorno que requiere cuidado y sacrificio del cuidador.

La película transcurre durante la pandemia, ¿quería acentuar más el problema?

En la pandemia todos han estado muy afectados, los enfermos y los cuidadores. La pandemia ha sido terrible en el caso de personas bipolares. Pero siempre es terrible para los cuidadores.

Además, hubo un momento en que ya solo hablábamos de covid y ahora creo que nos volveríamos locos si regresáramos a lo mismo. Todo a nuestro alrededor ha sido enfermedad y locura, terminemos con esto. Hay que luchar por otras cosas, por el cine, por el teatro, por los restaurantes… eso tiene efectos sanadores.

Y el cine ¿ha tenido un efecto sanador para usted?

No tengo esta idea romántica del cine como herramienta para sanar. De nada sirve hacer esta película si antes no hay un tratamiento psicoterapéutico. Cuando era niño solo era capaz de ver que mi padre estaba enfermo, es insoportable.

¿Y da mucho miedo?

Mucha gente me ha dicho que la película parece un thriller, pero es que siendo un niño, cuando asistes a estas crisis de tu padre, tienes miedo, sí, y sabes que cualquier cosa es posible. Para ese niño es algo aterrador. Tenía que empezar la película por ahí, pero luego quería también contar cómo a través de la enfermedad se manifiesta el artista.

Su padre era fotógrafo…

Sí. Le enseñé la película felizmente dos semanas antes del Festival de Cannes. Fue muy emocionante. Me dijo: "Se puede salir". Él hace mucho que no necesita litio ni está hospitalizado. Pero todavía hay mucha gente en su situación o parecida que no se atreve a hablar porque son consciente de la marginación, saben que están mal vistos y no se les escucha bien.

Cuando dice que a través de la enfermedad se manifiesta el artista, ¿se refiere a que de algún modo la enfermedad ayuda a la creatividad?

No, en absoluto. Para ser artista no hace falta vivir en este estado límite. Creo que si hubieran tratado a Van Gogh, hubiera sido capaz de producir mucho más artísticamente. Claro que yo como artista estoy feliz de poder explorar el alma humana, pero me importa más poder desayunar con mi hijo, eso hace que mi trabajo sea más fértil. Yo decidí que sería cineasta muy joven porque en esa casa, en mi casa, no se hablaba del problema, aunque al menos hablábamos de cine y así terminábamos hablando de nosotros.

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