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'Lúa Vermella'

Lois Patiño: "Por primera vez en la historia se está viviendo un duelo colectivo en el mundo"

Lois Patiño
El director Lois Patiño. — Elamedia

El cineasta se adentra, con Lúa Vermella, en las profundidades de una tierra que convive con la muerte y que sigue hoy atenta a las señales de sus mitos y leyendas. Una obra extrañamente absorbente, que aisla de "la aceleración constante en la que vivimos".

En la Costa da Morte vive un personaje real que poco a poco va fundiéndose con los mitos y leyendas de Galicia. Es el Rubio de Camelle, un buzo que ha rescatado del fondo del mar más de cuarenta cadáveres de pescadores muertos. En este rincón del mundo que convive con la muerte, que la naturaliza, la labor de este hombre empieza a formar parte de la leyenda. Esos cuerpos recuperados son espíritus liberados que no se sumarán a la procesión de almas en pena de la Santa Compaña.

El cineasta Lois Patiño teje alrededor de él parte del lienzo de Lúa Vermella, su nueva película. Una obra magnética que provoca el mismo ensimismamiento que viven sus personajes, mujeres y hombres reales de la Costa da Morte. Pescadores, mariscadoras, submarinistas absortos, perdidos en sus propios pensamientos, meditaciones que se escuchan con sus propias voces en off mientras es la naturaleza la que habla. Una aventura hacia el interior profundo de Galicia, su dimensión física y la imaginaria, sus mitos y leyenda, la muerte, el mar, las meigas... la luna roja.

Aunque nació sin conocer la historia del Rubio de Camelle ¿ésta ha sido al final esencial en la película?

Sí. La película nació con la voluntad de profundizar en el imaginario fantástico gallego, sobre todo en las figuras de las meigas y de la Santa Compaña, y mostrar que la convivencia entre vivos y muertos está más naturalizada en Galicia. La historia de Rubio tenía elementos de los aspectos que quería explorar, el océano como cementerio tiñendo la Costa da Morte de leyenda y mito. El Rubio es un mito viviente, un hombre que ha rescatado más de cuarenta cadáveres del fondo del mar, es casi irreal, parece inventado para un cuento. En la película se interpreta a sí mismo.

"El océano cementerio", aunque en la película es el Atlántico, es imposible no pensar hoy en el Mediterráneo ¿no?

Los experimentos traumáticos de la realidad tiñen la mirada hacia todo lo que vemos. La tragedia del Mediterráneo, consecuencia de algo sistemático, es una enfermedad del mundo, que claro que puede teñir la película.

 Otro elemento de la película con resonancias muy actuales ¿es el duelo?

Sí, otro trauma presente durante el confinamiento. Todas esas personas que no podían ser despedidas. Es un proceso de duelo que sigue abierto. En Galicia, el Rubio ha ayudado a cerrar muchos duelos.

¿Y el duelo por los cuerpos no recuperados del mar cómo se hace?

En Galicia se cree que estos náufragos no pueden ir al más allá, son almas en pena, vagando por el limbo. En eso el Rubio también ha ayudado a los espíritus de los fallecidos a descansar en el más allá.

La película ¿propone reflexiones en torno a los fantasmas, las meigas...?

Sí y en torno a la naturalización de la muerte y los ritos de despedida. Al aceptar más la muerte, las despedidas se cierran mejor. Otra cosa son los fantasmas, creas o no en ellos, cuando investigamos para la película, la mayoría de la gente había acudido a meigas para quitarse el 'aire do morto'. Dicen que cuando ves un muerto, te puedes contagiar de él, y empiezas a debilitarte. Hay una serie de ritos, algunos frente a espejos, para quitarse eso. Los fantasmas aparecen cuando un familiar tuyo ha fallecido. En Galicia hay mucha gente que dice que los ha visto y ello delata un proceso de duelo ya cerrado. En la película se cuenta el proceso de duelo de un pueblo por la desaparición de alguien en el mar.

Lúa Vermella
Las meigas, parte de la mitología gallega. — Elamedia

Galicia es una excepción en España, ¿qué piensa de una sociedad que vive tan de espaldas a la muerte?

Inevitablemente, la globalización tienda a homogeneizar culturas, desde Galicia intentamos defender una cultura minoritaria frente a la expansiva y capitalista americana. Tenemos que visibilizar nuestros mitos. En la investigación miramos mucho el trabajo del antropólogo Lisón Tolosana, de los años sesenta, y hay una frase que repite y nos gusta mucho: el muerto no desaparece cuando fallece, no se marchan del todo.

¿Estamos entonces hoy viviendo en un planeta de fantasmas?

Sí y también hay algo de apocalíptico, de espectral, en la película. Estos meses, ver vaciarse las calles, la soledad, la distancia unos de otros, la tristeza... por primera vez se está viviendo un duelo colectivo en el mundo. Y muchas personas están ensimismadas, como los personajes de la película.

Las mujeres siempre en casa o con los pies en la tierra en Galicia...

Hay una voluntad de documental en la película. En Galicia, las meigas, aunque hay algún hombre, son tradicionalmente mujeres. Son las que tienen más conocimiento de las plantas, conocimiento telúrico. La mujer tiene más capacidad de empatía que el hombre y esta empatía la lleva a una intuición más profunda.

¿En Galicia se sigue acudiendo a las meigas?

Sí. De las personas que entrevistamos, cinco o seis nos dijeron que habían visto a la Santa Compaña, muchos habían visto fantasmas, incluso uno vio a un fantasma en bicicleta. Más de la mitad han acudido alguna vez a las meigas. Mi madre ha ido un par de veces, una vez por unas pesadillas que tenía y otra para que le quitara el aire do morto.

¿Usted cree en los fantasmas?

Creo que creo en los fantasmas, en un animismo, en una energía latente en la naturaleza. Siento que hay una energía más allá de lo visible que no desaparece por completo.

¿Eso es parte de la espiritualidad de la que carece la mayor parte del mundo hoy?

El materialismo extremo ha uniformado el pensamiento y desconectado de lo propio de la tierra que es la naturaleza. La naturaleza está viva y el ser humano la ha sacralizado tiñéndola de mitos. La creencia es muy importante, ya solo la sugestión es beneficiosa. Produce contagio o conexión con la naturaleza.

¿Usted trabaja desde esta película por proteger algunos de esos mitos?

Sí, porque hay que proteger las culturas propias. En la diversidad está la riqueza. Y hay que subrayar lo sagrado, lo espiritual de la naturaleza.

Lúa Vermella
Un pescador muerto, escena de la película. — Elamedia

La presa que "lo envenena todo" de su película ¿es un intento de denunciar la intervención del hombre en la naturaleza?

Es más una presencia para revelar el diálogo del hombre con la naturaleza, cómo se mete el hombre en el paisaje y el paisaje en el hombre. Aunque la presa altera el proceso natural del río, yo no soy un romántico excesivo con estas cosas. Sí hay en la película un intento de generar posibles culpables de lo que pasa en el pueblo: la presa, la luna roja, el mar, el Rubio, la madre del Rubio...

La naturaleza se mueve y sus mujeres y hombres están quietos, ¿quería que fuera la naturaleza la que hablara?

Sí, petrificar al hombre y que sea la naturaleza la que se exprese. Permitir que la atención no se distraiga con el movimiento del ser humano, mirar más la naturaleza. También se quiere distinguir entre el tiempo exterior y el interior, el de la consciencia. Los personajes están ensimismados, fuera del tiempo, sumergidos en sus pensamientos. Quería explorar la naturaleza maleable del tiempo.

Hay en esos pensamientos que se escuchan una repetición constante, ¿es la manera de decir que hay vidas que no han cambiado en miles de años?

Hay eso y hay una decisión de señalar el abandono del mundo rural. Hay trabajos como los de pescador, submarinista, mariscador que se llevan haciendo siglos. Es la repetición y la confusión temporal o la ausencia del tiempo en la muerte.

¿La suspensión del tiempo frente a la sociedad frenética y neurótica?

Bueno es que es algo muy esencial. Hoy vivimos en la aceleración constante, no es velocidad, es la velocidad cada vez más acelerada. En la pandemia se ha visto claro, disminuyó la capa de ozono, los mares revivieron, las plantas... Ha sido una especie de laboratorio para saber qué pasaría si frenáramos esta aceleración. El arte debe servir como espacio de desaceleración, como oasis de desaceleración, debe aportar sosiego, como contraste y como resistencia. Yo digo que ésta es una película de fantasmas a cámara lenta.

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