Madrid
La cineasta británica celebra la fuerza femenina y el espíritu de comunidad en su nueva película, Volver a empezar (Herself), historia de una mujer que escapa de su maltratador y, sin un lugar donde vivir, decide construir con sus manos una casa para ella y sus hijas.
"En la cárcel conocimos a muchas mujeres cuyas vidas habían comenzado con la violencia de género, algunas estaban allí por matar a sus maltratadores. Nos sentimos abrumadas". La cineasta Phyllida Lloyd entró en contacto con estas mujeres gracias a unos talleres que la compañía de teatro All-Female Shakespeare –interpretan a Shakespeare solo mujeres– llevaba a cabo en las cárceles.
Allí comprendió que el momento en que una mujer cruza el umbral escapando de su maltratador es "el momento en que muchas de ellas mueren, el de mayor peligro. Muchas mujeres están poniendo en riesgo sus vidas y las de sus hijos". Y, precisamente, por ello decidió que la protagonista de su nueva película, Sandra, una mujer valiente y decidida, comenzaría así –cruzando esa barrera– su historia, Volver a empezar (Herself).
Claire Dunne, autora del guion y alma de la película, es también la actriz principal, una luz poderosa en la pantalla. La noticia de que una amiga suya con tres hijos iba a ser desahuciada fue el origen de todo. A ello se añadió el relato del maltrato y otra historia real, la de un arquitecto, Dominic Stevens, que se había construido una casa con sus propias manos por 25.000 dólares. El grave problema de la vivienda, los desahucios y la violencia social se encuentran aquí.
El resultado es la historia de una mujer que vuelve a empezar, a pesar de las amenazas de su maltratador, de la escasez de recursos y de la necedad de un sistema que intenta hacerla dudar de ella misma. Su propia fuerza congrega a su alrededor a un grupo de personas que la ayudará a crear ese nuevo hogar para ella y sus hijas. Es el tercer largometraje de esta cineasta que se tropezó con un súper éxito en su debut, Mamma Mia!, que brindó otro Oscar a Meryl Streep con su segundo trabajo, La dama de hierro, y que ahora ha querido poner una dosis de realidad social a su cine, "he estado todos estos años tratando de bajar a la tierra".
A estas alturas ya deberían saber todos que no hay historias 'para' mujeres, pero ésta es, sin duda, una historia 'de' mujeres.
Sí. Aunque debo decir que los hombres productores nos han ayudado mucho también, estamos muy orgullosas de haber conseguido un equipo 50/50, la mitad mujeres y la mitad hombres. Y eso marca una gran diferencia. Es una cosa muy difícil en el cine, pero lo hemos conseguido. Y el plató ya no era tan de tíos, como es siempre. Clare Dunne, Harriet Walter y yo tenemos una compañía de teatro con la que interpretamos Shakespeare solo mujeres, All-Female. Con la compañía hemos trabajado con mujeres en la cárcel y muchas de ellas han sido mujeres maltratadas en la infancia, la juventud y la edad adulta. Algunas estaban en la cárcel por matar a sus maltratadores. Conocimos a muchas mujeres cuyas vidas habían comenzado con la violencia de género y otras que huían de relaciones abusivas. Por tanto, sí entiendo perfectamente el concepto de historias de mujeres.
¿La mujer está ganando terreno en los relatos del cine británico?
Cuando Claire Dunne, en el proceso de documentación, habló del tema de la película a una agencia irlandesa, Women's Aid, que trabaja con mujeres maltratadas, una de las trabajadoras le dijo: "Por favor, no hagas que el personaje sea una víctima". Estas mujeres son heroínas. Tienen un valor enorme cuando se quedan con sus maltratadores y cuando se van. Y eso es lo que me capturó a mí en el guion. Es una de las cosas más importantes de esta historia.
¿Usted tiene esperanzas o solo quería enviar un mensaje de esperanza?
Tengo esperanza. Hoy, con la pandemia, muchas mujeres han tenido que estar encerradas con sus maltratadores, pero esta película, después de estar en los cines, va a llegar a las casas desde las plataformas. La película entrará en casas donde a lo mejor hay maltrato y es un mensaje de esperanza. El personaje de la película no es una víctima, es agente de su propio cambio. Es su fuerza la que lo consigue todo. Así que tengo esperanza y quiero enviar un mensaje de esperanza a esas mujeres encerradas con sus maltratadores.
Entonces, ¿usted cree que se puede empezar de cero aunque se tenga casi todo en contra?
El personaje comienza desde una idea, una visión. El sistema le dice "no", que no está preparada para el cambio. Es el individuo y la comunidad que ha congregado ella misma la que hace posible que tome forma esa idea. Desde luego esa no es la solución para al futuro, no es el mejor modelo para solucionar un problema como éste. Los gobiernos tienen que cambiar las reglas completamente.
¿Y cree que están dispuestos a hacerlo?
Creo que están demostrando que sí, con la pandemia han dejado ver que están dispuestos y que es posible. Están dispuestos a cambiar las reglas. En Inglaterra se han gastado con la pandemia mucho dinero prestado en servicios sociales, se han abierto debates nuevos, por ejemplo, está en la mesa la pregunta de por qué o utilizar dinero en alojamientos públicos, en más servicios sociales, en espacios públicos... La cuestión importante es ¿cuánto dinero están dispuestos a invertir en ello? Por primera vez en mi país se está hablando de la Renta Básica Universal y nos preguntamos por qué no la tenemos ya. Nunca antes se había oído hablar de estas cosas.
Es importante en la película el espíritu de comunidad que se crea en torno al personaje, ¿cree que en esta revolución feminista ampliar esa comunidad es uno de los retos?
Sin duda. En la película una de las claves es que no son solo mujeres las que ayudan a Sandra, hay también hombres. Desde luego, ellas son fundamentales, pero también hay hombres buenos y es importante empezar a pensar que deben unirse a nuestra agenda feminista. Tenemos que compartir con ellos, decir a nuestros hijos que no deben tener miedo por querer una sociedad igualitaria. Las mujeres debemos ser capaces de pensar más allá de nuestro género. Es un trabajo de las mujeres hoy traer a los hombres a la causa feminista.
Pero también ahora hay mucha resistencia, incluso política, ante el feminismo y la igualdad...
Sé que en el parlamento en España hay un partido así, Vox, pero nosotras tenemos que luchar contra esa especie de defensa automática que emplean algunos. Que se enteren de que nosotras no estamos intentando echar a los hombres, solo pedimos nuestra parte, lo que nos toca y es justo.
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