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El 15-M se juega su futuro

Los indignados miden hoy en las calles sus apoyos y credibilidad con decenas de manifestaciones

 

CAROLINA MARTÍN

Tras un mes de activismo en las calles y con los incidentes de Barcelona aún en la retina, el Movimiento 15-M mide hoy sus fuerzas. Las marchas convocadas por toda España y en el resto de la UE contra los recortes sociales impuestos por Europa bajo el paraguas del Pacto del Euro servirán para calibrar el apoyo ciudadano con el que cuenta. Pero también para ver si es capaz de controlar los brotes violentos como los que ensombrecieron la protesta convocada frente al Parlament de Catalunya el pasado miércoles.

'El 19-J va a ser más importante que lo de Barcelona', resalta el profesor de Ciencia Política de la UNED Jaime Pastor, que sostiene que el movimiento 'ha aprendido la lección del traspié' en el Parc de la Ciutadella, como se pudo ver un día después en la concentración pacífica en Les Corts Valencianes, en el debate de investidura de Francisco Camps.

«La desobediencia civil pacífica es muy difícil de gestionar», dice Manuel Jiménez

La relevancia de esta jornada se debe al carácter europeo de la convocatoria y a que el movimiento se está dotando de contenidos políticos y sociales, sostiene Pastor. El lema para que la ciudadanía vuelva a tomar las calles reza: 'Europa para los ciudadanos y no para los mercados'. A lo que añaden su clásica coletilla: 'No somos mercancía en manos de políticos y banqueros'.

Además, han empezado a funcionar las convocatorias a pequeña escala, desde los barrios. Sólo en Madrid, 104 asambleas de barrio han llamado a la movilización que culminará en las inmediaciones del Congreso de los Diputados.

Uno de los riesgos para la supervivencia y el éxito del 15-M es 'la violencia', subraya Manuel Jiménez, profesor de Ciencias Sociales de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, quien recuerda que algo similar ocurrió a principios de la década pasada con otros movimientos. 'Las acciones de desobediencia civil pacífica son muy difíciles de gestionar', señala Jiménez. Unas veces por los medios que se emplean para mantener el orden público. Y otras por la presencia de grupos violentos que aprovechan estas convocatorias para colarse y provocar.

En este sentido, enfatiza la importancia de 'no poner en riesgo la integridad física de nadie ni los bienes inmuebles' para que el movimiento preserve apoyo social. Por otro lado, el profesor recuerda que la cultura de protesta en España 'ha sido muy pacífica en general'. Algo que vincula a la Transición que en cierta medida desmovilizó a la sociedad y a la existencia de ETA.

Lo cierto es que el 15-M está tomando precauciones para que no se repitan incidentes violentos que empañen la jornada. No sólo reiterando una y otra vez su rechazo a la violencia, sino organizando dispositivos ciudadanos para evitar altercados en las marchas.

Los riesgos que entraña la violencia para una estrategia de desobediencia civil pueden verse amplificados, señalan los expertos, por los medios de comunicación. 'A veces se llevan a cabo estrategias de criminalización de crear una imagen negativa del movimiento, que puede reducir la base de apoyo y simpatía y, por tanto, limita su capacidad de presión', apunta Jiménez.

Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense, pone de relieve 'los intereses' de los medios a la hora de situarse ante el movimiento. 'Si piensan que perjudican al Gobierno, le dan cobertura. Y cuando empieza a plantear cosas reales como una sanidad pública, las pensiones o que se acaben los paraísos fiscales, el sistema se asusta, y los medios viven del sistema', critica. Para él uno de los lemas más importantes dice 'Mayo del 68, quedaos a un lado, nosotros vamos en serio'.

Pastor cree que el éxito del movimiento dependerá, en parte, de la valoración que hacen los medios. 'Si los grandes medios, sobre todo la televisión, magnifican los pequeños árboles que impiden ver el bosque, es decir, la protesta frente a la clase política y una salida de la crisis que rechaza, el movimiento saldrá perjudicado', señala. En caso contrario, podrá seguir adelante la estrategia de desobediencia civil.

La continuidad del movimiento, según los expertos, está asegurada. De una parte, porque 'hay una crisis que está azotando a la gente, que siente la necesidad imperiosa de que se haga algo con los abusos, la corrupción o la crisis', explica Gemma Galdón, investigadora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

La indignación de los ciudadanos para quienes el paro, la economía y los políticos son sus tres preocupaciones más importantes, según el CIS existe. Y de ella, en buena medida, se nutre el 15-M. El eje transversal del movimiento es 'seguir luchando por el futuro', remarca el profesor y codirector del máster sobre la comunicación en conflictos sociales de la UAB Xavier Giró, que advierte de que una parte de la sociedad respira por la falta de salida ante la crisis.

De hecho, remacha Giró, en Barcelona se observa un intento por ensanchar la base social del movimiento, como continuación del proceso deliberativo, con una doble dirección: 'Ha partido de la plaza de Catalunya hacia los ayuntamientos y el Parlament y hacia los barrios'.

Para Jiménez, los efectos del 15-M son indudables: 'Algunas de las demandas de estos actores empiezan a aparecer en la agenda política'. Así, este martes el Congreso debatirá la creación de una subcomisión que estudie 'las medidas para profundizar en la democracia', a propuesta de ERC-IU-ICV.

A corto plazo, el profesor también destaca la relevancia del 15-M como 'experiencia de socialización' para los más jóvenes, que se han incorporado a estas protestas por primera vez. En cierto modo, contribuirá a ampliar la cultura de protesta en España. De ahí, sentencia Jiménez, 'lo importante que es que se controlen los conatos de violencia'.

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