El juicio por las presuntas injurias vertidas contra el presidente andaluz, Manuel Chaves, a quien en 2001 El Mundo acusó en falso de haber ordenado espiar al entonces presidente de Caja San Fernando, Juan Manuel López Benjumea, finalizó con el alegato de las defensas, que intentaron presentar a sus clientes como víctimas de una operación de castigo contra ese diario porque “fastidia” a Chaves.

El letrado de Benjumea, el penalista Francisco Baena, acusó a los acusadores -es decir, a los dirigentes socialistas a quienes se atribuyó en falso el espionaje-  de “balcanizar el proceso” y de crear una “teoría de la conspiración”. Han sido los ahora procesados quienes, desde el 29 de noviembre de 2001 y hasta hoy, han venido sosteniendo que, en efecto, hubo una conspiración, pero urdida por el PSOE para librarse de Benjumea en plena guerra por el control de las cajas de ahorro. El PP lo suscribe.

Viraje en el último momento 

Mientras que la abogada de El Mundo hizo hasta el último minuto causa común con Benjumea, el letrado de éste último viró al final para subrayar que lo que cuenta en el delito de injurias es el autor material. O sea, que apuntó hacia el firmante de la noticia, Javier Caraballo. La acusación mantiene que Benjumea fue “el gran muñidor”.

La letrada de El Mundo dejó estupefactos a los periodistas que siguen el juicio al afirmar esto: “El sujeto del que trata una información no es  fuente”. Buscaba reforzar el flanco más débil de sus clientes, que no contrastaron la noticia con cuatro de las cinco personas a las que luego implicaron en el caso. Y la persona a quien llamaron se la desmintió.

A lo largo de la vista, los abogados de Benjumea y El Mundo han intentado volcar toda la responsabilidad sobre Joaquín Corpas, el investigador  que grabó el vídeo donde un falso espía acusaba a Chaves. Pero su abogado no sólo recordó que su defendido ya declaró que había avisado a El Mundo del montaje sino que dejó al aire una por una las “falsedades” de la noticia publicada.