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Aeropuertos y estaciones de tren funcionan a medio gas

Jornada tranquila por el cumplimiento de los servicios mínimos

ANA REQUENA

A medio gas y con un cumplimiento de los servicios mínimos casi escrupuloso, así funcionó ayer el transporte aéreo y ferroviario. Mientras que los sindicatos cifraron el seguimiento de la huelga en el sector del transporte en el 92,4%, el Gobierno dejó esa cifra en el 21%. En cualquier caso, la actividad de los principales centros de transporte fue bastante inferior a la habitual.

En el transporte ferroviario, CCOO cifró en un 92% el porcentaje de trabajadores que secundaron el paro. Para el Gobierno, el seguimiento en Renfe fue del 35%. Los servicios mínimos se cumplieron de forma estricta: en un 98%, según Fomento. Este ministerio y los sindicatos llegaron a un acuerdo sobre los servicios mínimos en los transportes hace apenas una semana, un acuerdo que permitió que la jornada discurriera ayer con normalidad.

De los 1.970 vuelos programados hasta las cinco de la tarde, operaron 1.278

En la estación madrileña de Atocha, uno de los grandes centros de conexión, eran muy pocos los viajeros que entraban y salían de las vías del AVE. Los trenes de media distancia no funcionaron (tal y como se pactó en los servicios mínimos) y los cercanías llegaban más espaciados de lo normal. Las ventanillas de venta de billetes aparecieron vacías. 'Esto no parece Atocha', decía una viajera que acababa de apearse de un tren.

Personal de la estación resolvía las dudas de los viajeros y varios carteles anunciaban los servicios mínimos.

El trasiego en los aeropuertos españoles fue también mucho menor que en un día corriente. De los 1.970 vuelos programados hasta las 5 de la tarde, operaron 1.278, señalaron fuentes de AENA. CCOO destacó que el 99,6% de los trabajadores del sector aéreo secundó la huelga, un dato que el Gobierno rebajó al 14%.

El seguimiento de la huelga en el sector portuario fue mayoritario

Las aerolíneas Easyjet y Ryanair cancelaron todos sus vuelos con origen o destino en España. La dirección de Ryanair acusó al Gobierno de no garantizar unos servicios mínimos 'suficientes para el normal funcionamiento de las compañías no españolas'.

En el aeropuerto de Madrid Barajas, centro neurálgico del tráfico aéreo, la jornada discurrió con tranquilidad, aunque con un número significativo de cancelaciones. Varios empleados de AENA en Barajas estimaron que el tráfico que se produjo ayer correspondió aproximadamente a un tercio del que habitualmente tiene lugar.

Los pasillos de las terminales se encontraban prácticamente vacíos y la inmensa mayoría de tiendas y cafeterías permanecieron cerradas. Las colas de usuarios que intentaban cambiar su vuelo cancelado a otro día fueron densas, a pesar de que las compañías llevan varias semanas ofreciendo ventajas para modificar la fecha de los billetes.

El aeropuerto de El Prat, en Barcelona, amaneció desan-gelado. A primera hora de la mañana, piquetes informativos se concentraron en el aparcamiento de los trabajadores y se dirigieron en una marcha pacífica hacia la Terminal 1, donde conminaron a los trabajadores a que bajaran las persianas de sus tiendas y a que cerraran las ventanillas de venta de billetes internacionales. 'Las ventas nacionales no, porque eran servicios mínimos pactados', precisó un huelguista.

Los puertos fueron otro de los puntos fuertes de la jornada. El propio Gobierno admitió que la huelga había sido ampliamente secundada por los trabajadores del sector portuario, en un 39%. UGT cifró el seguimiento en un 95%, exceptuando los puertos de Bilbao (25%), A Coruña (40%) y Pasajes (75%), y aseguró que el movimiento de mercancías en contenedores fue 'nulo', debido al paro total de la carga y descarga.

Ejemplo de la parálisis fue el puerto de Valencia. Ni uno solo de los 1.200 estibadores ni de los 2.000 camiones que a diario recorren sus instalaciones cruzaron las barreras de la Autoridad Portuaria. Sin unos ni otros, el puerto era una mole silenciosa. Los muelles quedaron completamente vacíos, las grúas caídas y la única actividad era la de un puñado de barcos a la espera de la medianoche.

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