Este artículo se publicó hace 14 años.
"Ahora, el coche y yo somos como uña y carne"
Desde que tuvo el accidente de tráfico, Montse tuvo claro que no podía dejarse vencer por el miedo al coche. Por eso, nada más recuperarse de las heridas en el hospital, comenzó a prepararse para adaptar su permiso de conducir a sus nuevas condiciones físicas. "Desde el primer momento, tuve el firme propósito de no dejar de conducir. Sin embargo, tenía muchas dudas", cuenta Montse, ahora que ha recuperado por completo la confianza. "Tenía claro que no podía dejarlo o me paralizaría el miedo", asegura.
Montse sufrió un accidente que le generó miedo al automóvil
"No me sentía segura al volante, aunque necesitaba conducir, pero lo hacía con muchas reservas". Una inseguridad que se manifestaba a pesar de contar con el apoyo de su marido como copiloto. Precisamente, el apoyo familiar es una de las recetas que los expertos señalan como imprescindibles para superar el miedo y ganar la autoestima necesaria.
En el accidente que le dejó parapléjica ni siquiera era ella quien conducía. De hecho, no estaba ni mirando por la ventana en el momento en el que el automóvil perdió el control: "A partir de aquel momento, sobre todo me sobresaltaba cuando iba en coche y dejaba de ver la carretera por cualquier motivo".
"Ahora, el coche y yo somos como uña y carne", asegura satisfecha Montse para referirse a la relación que mantiene con su coche. La complicidad que ha desarrollado hacia su vehículo no ha sido fácil, después de sufrir un grave accidente de tráfico que le provocó una parálisis de la mitad inferior del cuerpo. Hoy en día conduce para casi todo y "sin ningún miedo".
Tras dominar un reventón, recuperó la confianza en su aptitud al volante
Aunque lo apropiado es recurrir a ayuda experta ella superó el trauma con una nueva dosis de susto: "Solucioné mi problema con terapia de choque", bromea. "Iba conduciendo a 120 km/h por la autopista cuando de pronto sufrí el reventón de una de las ruedas. El coche se desbocaba irremediablemente", rememora con pasión. Con el entusiasmo de quien ha recuperado por completo la confianza en su propio poder al volante.
"Si hasta entonces tenía muchas reservas sobre mi capacidad para conducir sólo con las manos, la superé de golpe y porrazo: fui capaz de manejar la situación y reconduje el vehículo. Evité el accidente y no me pasó nada", relata aliviada. "Ahora no tengo ningún miedo al volante. Porque me he demostrado a mí misma que soy tan buena conductora como para salir ilesa de una situación inesperada como un accidente. Conduzco feliz".
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