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"Un alcalde de Sevilla tiene que apoyar a las cofradías"

Juan Espadas es el candidato socialista a la Alcaldía de Sevilla

RAÚL BOCANEGRA

El partido que gane Sevilla habrá ganado las municipales en Andalucía. Ese es el diagnóstico que hacen tanto PP como PSOE. Las espadas de ambos están en alto desde hace mucho tiempo. Los socialistas han apostado por un hombre aún poco conocido, pero dispuesto a conservar la capital andaluza para su partido por cuarto mandato consecutivo. Su nombre es Juan Espadas Cejas (Sevilla, 1966). El actual alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, prefería dejar como candidato a un hombre de su confianza, pero el partido se inclinó al final por Espadas.

¿Cuál es su modelo de ciudad?

Está bien definido en el Plan General de Ordenación Urbana [PGOU] de hace cinco años. En este momento se requieren, además, proyectos que generen empleo. Y sobre todo que conviertan Sevilla en un motor de dinamismo en el área metropolitana. Mientras Sevilla no se crea su capitalidad metropolitana y logre una alianza fuerte con los municipios más dinámicos del entorno, no vamos a ser capaces de generar el empleo que necesitamos en un ámbito de 1,3 millones de personas.

¿Cómo se configura esa alianza?

No todo lo pueden generar las administraciones públicas. Tenemos que atraer inversiones de empresas de la zona y de fuera. Tenemos infraestructuras muy nuevas. Eso requiere que los municipios del entorno no compitan entre sí, sino que concibamos el área metropolitana como un todo mayor, con economías de escala más importantes. Pongo un ejemplo, el proyecto de energías renovables de Sanlúcar la Mayor. La dinámica que se pueda generar en torno al proyecto puede convertir la zona en un área de especialización económica. Igual sucede con el sector aeronáutico.

¿Qué opina de las inversiones en marcha: el metro, el tranvía?

La gente se mueve y necesita un nivel de confort y una respuesta rápida. Todos los proyectos están diseñados. Se trata de continuar al ritmo que la inversión pública pueda. Sin renunciar a ninguno. La SE-40, SE-35, la red de metro.

¿Le gusta la música que escucha sobre los trayectos del metro?

Para mí, es mucho más importante el metro en Pino Montano o en Sevilla Este que si hay dos paradas en el centro. El metro está para responder a las necesidades de movilidad. Debemos dejar de concebir la ciudad desde el centro hacia fuera y apostar por las nuevas centralidades, que necesitan de mecanismos de transporte sólidos para ir a todas partes.

¿Cómo se coordina con el alcalde?

Hay que distinguir la labor cotidiana del ayuntamiento de la labor de diseño del proyecto Sevilla 2011. Ahí la coordinación con el alcalde es clara. Ellos tienen que gestionar los proyectos clave hasta el último minuto. Yo tengo que trabajar en la calle y hablar con mucha gente.

¿Cómo lo está haciendo? ¿Se está reuniendo con los vecinos?

Hasta ahora, hemos tenido un trabajo más interno. A partir de julio entramos en una fase de diagnóstico, hasta diciembre. Estaremos con las asociaciones, con las personas de referencia en los barrios y distritos. Veremos las deficiencias. Todo irá en un nuevo proyecto para avanzar en un modelo de ciudad ya definido. Este trabajo culminará con la selección de un equipo y la propuesta de un programa, que será fruto de la colaboración con los ciudadanos. No vendrá impuesto por un partido político. Luego, vendrá la precampaña.

¿Cuándo y cómo se le ofrece ser candidato?

Tiene su intríngulis. La propuesta la hace quien puede, el secretario de los socialistas sevillanos, José Antonio Viera. La segunda variable importante es coordinar esa decisión con el presidente Griñán. Viera quería un candidato que era en ese momento consejero y había que pedirle a Griñán que el candidato se dedicase este año en exclusiva a Sevilla. El apoyo del presidente Griñán a que así fuese significa coordinar las decisiones. En cualquier caso, en ese orden. A partir de ahí, los mecanismos internos para que se valide la candidatura en la ejecutiva federal.

¿La idea fue de Viera, no de Griñán?

Siempre, una candidatura tiene que venir desde el territorio. En un partido como el nuestro se actúa de abajo arriba. La cuestión es que ha coincidido con la remodelación del Gobierno y con la asunción de la secretaría general por el presidente Griñán. Esas variables hacen que Pepe Griñán esté perfectamente coordinado con Viera.

Luego, viene un periodo de incertidumbre, que si delegado del Gobierno, que si no ¿Qué pasa ahí? ¿Cómo vive usted ese periodo?

Son las especulaciones lógicas que se desatan cuando se produce la salida del gobierno y todo el mundo sabe que hay unos plazos que todavía no están ajustados entre la nominación del candidato y la salida del Gobierno. La pregunta es mientras tanto qué va a ocurrir. ¿Habrá algún nombramiento? ¿Ese puesto será compatible o no con su elección como candidato? ¿Se irá a la iniciativa privada hasta tanto en cuanto sea candidato? Al final, se desata la lógica especulación de porqué camino irá. Pero está fijado. Concentrarse en un programa de trabajo para este año y esperar los plazos del partido. Lo demás son anécdotas.

¿Qué opinión tiene sobre la torre Pelli, el rascacielos de Cajasol?

Hay que ser serios con una inversión importante y un proyecto. Tiene su licencia y se pone en marcha. Comprendo que haya grupos con otros elementos de valoración. Pero, no se puede estar en una revisión permanente de los planteamientos. Ahora se está en una situación [la Unesco xxx] en la que anticipar cualquier valoración no es procedente.

¿Cómo se compagina en Sevilla modernidad y tradición?

Vemos debates de este tipo en otras ciudades, como Londres, de cómo compatibilizar patrimonios artísticos importantísimos con elementos nuevos. Junto a la Torre de Londres, hay una magnífica foto. En el mismo ángulo visual, a continuación está la Torre de Foster. Renunciar a que se incorpore un equilibrio entre la tradición y la modernidad es un error. Sevilla no se puede quedar al margen de un debate de avance en la modernidad desde el punto de vista arquitectónico. Soy un firme defensor de las raíces y de la tradición que han generado una marca tan potente como la que tiene Sevilla. No estoy dispuesto a renunciar a ella. Pero es perfectamente compatible con buscar en otras partes de la ciudad nuevos iconos. No me valen debates de que no es posible analizar ningún otro icono de los que tenemos. Si eso se hubiese hecho en París, no existiría hoy la torre Eiffel.

¿Le gustan las procesiones?

Soy un claro defensor de los elementos que son seña de identidad, como la semana santa o la feria. Son elementos de convivencia y de escaparate que Sevilla tiene completamente arraigados. Luego, cada uno vive esos momentos de una manera o de otra. No pertenezco a ninguna hermandad o cofradía. Pero disfruto mucho, porque la gente esta en la calle y gente de fuera que ve elementos únicos. Un gobernante en Sevilla tiene que apoyar a las hermandades y las cofradías a lo largo de todo el año, porque aportan más que sólo una semana.

¿Irá a las procesiones si es alcalde?

Un responsable tiene que estar a la altura de todos. Yo defiendo claramente que esta ciudad debe dejar el conflicto permanente que ha generado el PP. Igual rechazo que yo vaya a introducir ningún elemento de debate que no sea positivo. Es una ciudad que mayoritariamente entiende que el ayuntamiento debe estar representado en estos acontecimientos. No voy a generar conflictos.

¿Es un hándicap no ser cofrade?

En absoluto. Sevilla es una ciudad integradora.

¿Qué tal se lleva con el líder de IU, Antonio Rodrigo Torrijos?

Lo conozco muy poco. Me parece cortés y profesionalmente no tengo ningún elemento de crítica. Ha sido leal al pacto de progreso con el PSOE. El PP se ha empeñado en demonizar a Torrijos. No debemos caer en la trampa. Los ciudadanos, que no tienen un pelo de tontos, comprenderán que es un burdo engaño más del PP.

El candidato del PP, Juan Ignacio Zoido, le lleva ventaja

Esto no es cuestión de ventajas. En los 3.000 metros obstáculos, lo importante son los últimos 400 metros. Hay que llegar a la curva en buena situación. Su nivel de conocimiento entre los ciudadanos es mayor, pero no ha planteado mejores propuestas. Llega la hora de la verdad y el mejor proyecto es el de los socialistas.

¿Los errores del alcalde Monteseirín le afectan?

Los errores y los aciertos identifican al PSOE. Pero el nuevo mandato es el que hay que diseñar. Los ciudadanos evalúan el pasado y con inteligencia ven como pueden mejorar el futuro.

¿Le preocupa lo que pueda salir del caso Mercasevilla?

Hay que dejar a los jueces trabajar. Mientras, los partidos a trabajar para que la ciudad avance.

¿Qué reflexión le sugiere el fracaso de participación de la consulta sobre la Diagonal en Barcelona?

Es llamativo. Invita a una reflexión sobre la cultura participativa, que hay que reforzar. A veces nos quejamos de que a los ciudadanos se les pregunta sólo cada cuatro años y en base a unas listas. En Sevilla también existen mayorías silenciosas. Yo tengo claro como quiero que participen los ciudadanos en la toma de decisiones. Descentralizaremos aún más la capacidad de gestión en los distritos. Allí, debemos generarle al ciudadano una capacidad de respuesta y una agilidad administrativa que hoy no tiene. Y eso conlleva que los ciudadanos de ese barrio se impliquen mucho más en la toma de decisiones.

¿La apuesta para el Polígono Sur será el Plan Integral?

Por supuesto. Destaco la del comisionado Jesús de Maeztu. Hay que continuar no sólo con las inversiones, sino también apoyando la revolución silenciosa en un barrio que va a salir del ostracismo y que quiere tener las mismas oportunidades que los demás. Es un proyecto a medio, largo plazo. Los cambios sociales, educativos, no se hacen de la noche a la mañana, pero es el camino correcto.

¿Cómo se diferencia una gestión municipal de izquierdas a una de derechas?

Hay un primer elemento. El urbanismo. Tenemos una visión social del urbanismo. La orientación política del último mandato del PP, no era esa. Era más parecida a la ley del suelo que aprobó Aznar. Cuando gobierna la izquierda se avanza más en derechos sociales y en infraestructuras. La derecha suele ser más rácana en lo público. Le gusta que la iniciativa privada decida, lo que lleva a que se privaticen los beneficios y se socialicen los costes.

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