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Amores que matan y sentencias que rematan

Cinco interrogantes sobre la absolución de un hombre que luego mató a su mujer

OLIVIA CARBALLAR

La prueba más contundente de que su pareja la maltrataba era su testimonio. Pero el juez no la creyó. Según explica en la sentencia absolutoria de tres folios y medio, la mujer, que contaba con una orden de protección, explicó los hechos con 'excesiva parquedad' y puso 'escasísima pasión' durante el juicio. Un día antes de notificar el fallo a las partes, su pareja presuntamente la mató en plena calle, en Pinos Puente (Granada). Más allá de la absolución recurrida por la fiscalía, el trágico desenlace plantea múltiples interrogantes. El primero: superado el concepto de crimen pasional, ¿deben ser ahora las denuncias pasionales? ¿Tiene que dramatizar la mujer para demostrar que su pareja le pega?

'Por supuesto que no. Yo no discuto la absolución porque un juez tiene que tener argumentos suficientes para dictar una sentencia y tiene que respetar la presunción de inocencia, esa es la garantía del Estado de derecho. A mí lo que me sorprende es que el argumento, más que la falta de pruebas, parece ser la valoración sobre si la mujer hace una declaración más o menos apasionada', responde la consejera andaluza para la Igualdad y el Bienestar Social, Micaela Navarro, que destaca que esas mismas garantías permiten calificar aún a este hombre, hasta que se celebre otro juicio, como presunto asesino. Por el contrario, el juez decano de Granada, Francisco Sánchez, considera 'intachable' el fallo.

'Yo no discuto la absolución, sino el juicio de valor', dice Micaela Navarro

La presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género y vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Inmaculada Montalbán, no entra a valorar el contenido, pero insiste en que lo que pone de manifiesto es la dificultad para probar la violencia de género. 'Este delito se produce en el 70 u 80% de los casos dentro del domicilio, sin terceros testigos, y otras veces la propia víctima hasta puede perdonar al agresor o retractarse', afirma.

Muchas asociaciones de mujeres tampoco dan crédito. 'Esto es un ejemplo más de que la víctima tiene que responder a un perfil para que el juez le haga caso, y para eso tiene que llevar greñas, delantal y, si es gitana, mejor. Lo de este juez es peor que el caso Mari Luz', responde sin titubear María José Gómez, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Progresistas de San Jerónimo, un barrio obrero de Sevilla.

Según Montalbán, el caso demuestra la dificultad para probar este delito

Cuenta que hace unos días acompañó a una mujer a denunciar. 'Llegamos a las 2 y nos dijeron que teníamos que esperar hasta las 5 de la tarde. Pude entretenerla, la llevé a comer, pero cuando volvimos al juzgado se fue corriendo y no denunció', afirma. Se asustó al ver a dos presuntos maltratadores esposados mirando 'con odio' a sus víctimas, presentes en la misma sala. 'La Justicia está muy mal y los jueces deben aplicar la ley maravillosa que tenemos, pero muchas veces son hombres y machistas', dice Gómez.

Ese miedo, que en teoría debería llevar a la víctima a huir de su pareja, conduce en la práctica a permanecer con él. Y es considerado por los expertos como uno de los principales síntomas del maltrato. Sin embargo, en la sentencia de Granada, ese miedo es calificado por el juez Ernesto Carlos Manzano como paradójico. Segundo interrogante: ¿es coherente que a un magistrado le resulte paradójico que la mujer no se vaya de la casa si tiene pánico? 'El miedo hace precisamente que este delito sea diferente de otros, provoca reacciones distintas. Primero, se niega ella misma lo que le está pasando. Luego, se culpa. Y, finalmente, lo niega en su entorno. Por eso es tan complejo y por eso existe una ley específica', añade Micaela Navarro.

Y por eso, según explica, el discurso de las denuncias falsas es muy peligroso. Tercer interrogante: ¿es este caso una prueba irrefutable de que una absolución no significa que la denuncia haya sido falsa? 'Toda persona que sabe de Derecho sabe que no se pueden identificar', zanja Montalbán, que sostiene que el maltrato puede existir, aunque no haya pruebas suficientes de cargo, como parece que ha ocurrido en el caso de Granada.

Feministas recalcan que muchos jueces son 'hombres y machistas'

Cuarto interrogante: ¿se podría expedientar al juez? 'Si llega una queja al CGPJ, la tendría que examinar', afirma Montalbán, que aboga por mejorar las unidades de valoración forense. En un artículo publicado en Revista Internauta de Práctica Jurídica, la psicóloga y forense Laura Fátima Asensi explica la importancia de la prueba pericial psicólogica. 'Es necesaria a fin de trascender las lesiones físicas y probar, pese a la dificultad que supone, el daño psicológico y sus secuelas, siendo estos más dolorosos, graves y difíciles de olvidar'. Nadie tiene respuesta para el quinto interrogante: ¿se podría haber evitado la muerte de la mujer?

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