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Arrojados al mar por ser "terroristas de izquierdas"

PEDRO ÁGUEDA

'Nosotros sí sufrimos el terrorismo'. Esta frase, destacada en el argumentario de la dictadura militar argentina para justificar sus crímenes, fue pronunciada ayer mismo en un pasillo de la Audiencia Nacional por Elisa Margarita Nyborg.

De porte distinguido y con lágrimas en los ojos, la señora acababa de asistir a la vista por la extradición de su marido, el piloto Julio Alberto Poch, a quien la Justicia de su país acusa de participar en los vuelos de la muerte. Según los cuatro procesos penales abiertos allí, Poch era aviador naval de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), el mayor centro de detención y tortura de la dictadura, y en la que el ex militar niega haber estado destinado nunca.

Poch fue detenido el 22 de septiembre en el aeropuerto de Manises. Era su último vuelo antes de jubilarse como piloto comercial de una compañía con sede en Holanda, país en el que reside. Ayer, Poch aceptó ser entregado a Argentina, en contra de lo que había expresado hasta ahora y del criterio de su abogado. Lo hace para poder defenderse de una acusación falsa, según dijo.

Su mujer denunció una maniobra de distracción del Gobierno por la crisis económica y la defensa pidió garantías de que su defendido sólo será juzgado de los hechos por los que se le reclama. El ex militar se considera un 'detenido político', pero cuando se le pregunta a su esposa por las ideas de su marido responde que, tras 22 años fuera de Argentina, ni ella ni él tienen ya ideología. Su carácter de preso 'político' se debe, según explicó el abogado Ignacio Peláez, a un conflicto diplomático que paga su defendido. El padre de la esposa del heredero de la Corona holandesa, Maxima Zorreguieta, ocupó un cargo en la Junta Militar. El arresto dePoch sería el peaje que Holanda pagaría a Argentina para que esta disculpase tal afrenta, según esta versión.

De hecho, ambos países habrían acordado que el piloto, en busca y captura internacional, fuera detenido en España, ya que la Justicia holandesa no permite extraditar a sus ciudadanos, y Poch goza desde hace años de esa nacionalidad. Con educación porteña, el piloto pidió al tribunal que acelere en lo posible su extradición. Una actitud alejada de las bravuconadas que contaba a sus compañeros de la compañía aérea entre cerveza y cerveza. Los testimonios de estos sirvieron para identificar al piloto y que comenzase su caza a nivelinternacional.

'Eran terroristas de izquierdas', decía, mientras alardeaba de su participación en los vuelos de la muerte. Esos 'terroristas' eran los que atentaban contra los militares antes del golpe, los que secuestraron durante meses al tío de la señoraNyborg. Y lo hacían disfrazados de estudiantes o sindicalistas. Por eso acabaron lanzados al mar tras ser torturados en la temible ESMA.

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