Este artículo se publicó hace 11 años.
El asesino de Anabel Segura no se considera un peligro para la sociedad
Emilio Muñoz Guadix, que mató en 1993 a la joven madrileña ha salido de la cárcel tras cumplir 18 de los 43 años a los que fue condenado. Asegura que daría diez años de su vida por volver atrás
Emilio Muñoz Guadix, el asesino de Anabel Segura, que este miércoles ha sido excarcelado de la prisión de Herrera de La Mancha, ha declarado a los periodistas que se arrepiente de su crimen, que daría diez años de su vida por volver atrás y que, no obstante, ya ha pagado su condena.
Muñoz, que ha salido de la cárcel por decisión de la Audiencia de Toledo tras la anulación de la doctrina Parot, ha pasado 18 años en prisión de los 43 a los que fue condenado por el secuestro y asesinato de la joven madrileña Anabel Segura, ocurrido en 1993.
A su salida de la cárcel, ha afirmado que no se considera un "peligro" para la sociedad, porque él ya asumió el error "grave" que cometió y lo ha pagado con su condena.
A la familia de Anabel Segura le ha dicho que lo siente "mucho", como dijo en el tribunal, que hubiera dado diez años de su vida por que el crimen "no hubiera sucedido".
También ha afirmado que entiende que la familia de la víctima no le perdone.
Muñoz ha dicho que esperaba su puesta en libertad, ha criticado "la chapuza" de la doctrina Parot y ha lamentado que en trece años solo le haya visto una vez un psicólogo, con lo que la rehabilitación la hace "uno mismo" y "si uno quiere ser malo es malo y si uno quiere ser bueno es bueno".
"A partir del día de hoy, Dios dirá", ha añadido antes de apuntar que su idea es vivir en Madrid.
Ha reconocido que en prisión ha hablado con Miguel Ricart, único encarcelado por el triple crimen de Alcasser, quien podría quedar libre también en las próximas horas, pero su relación no ha ido más allá del "hola y adiós".
Anabel Segura fue secuestrada el 12 de abril de 1993 por Muñoz y Cándido Ortiz (fallecido en prisión) mientras hacía footing por la urbanización La Moraleja de Madrid y después fue asesinada y enterrada entre las ruinas de una antigua fábrica de ladrillos del término municipal de Numancia de La Sagra (Toledo), aunque se tardó más de dos años en encontrar su cadáver.
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