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Los ataques del PSOE a la guerra de Irak irritaban a EEUU

Uno de los cables enviados desde la embajada de EEUU en Madrid asegura que Zapatero prometió rebajar las críticas

PÚBLICO.ES

Corría marzo de 2007. La campaña electoral para las elecciones generales estaba a punto de comenzar y el embajador de EEUU en Madrid, Eduardo Aguirre, hace un extenso repaso de la actualidad de España en un cable confidencial dirigido al Secretario de Estado.

El punto de partida son unas declaraciones del entonces secretario general del PSOE, José Blanco, en las que criticaba la invasión. Para Aguirre, 'la combinación del aniversario del inicio de la Operación Libertad Iraquí con el fervor de la campaña electoral ha provocado una oleada de retorica anti-EEUU desde algunas figuras públicas relacionadas con el Gobierno'.

Aguirre se refería a la propuesta del juez Baltasar Garzón, formulada el 20 de marzo, para abrir una investigación criminal por la guerra y a las críticas del secretario del PSOE. Para controlar la situación, Aguirre telefoneó inmediatamente al consejero de Seguridad Nacional Casajuana para 'expresar mi preocupación'.

Según el embajador de EEUU en Madrid, Casajuana había hablado con Zapatero, que se comprometió a rebajar el tono de las declaraciones: 'Dijo que Zapatero comprendía la preocupación de la embajada y se comprometía a tratar de llevar hacia posiciones más moderadas a los miembros del PSOE'.

Asimismo, el presidente del Gobierno parecía sorprendido de que las declaraciones de esos días hubieran provocado algún tipo de reacción en la embajada al decir que esperaba que la diplomacia estadounidense 'se mantuviera ajena a la vida política'. En resumen, dice Aguirre, 'Zapatero no echará más leña al fuego'.

Después Aguirre habla de una conversación con José Pons, entonces encargado del Gobierno en las relaciones con América del Norte. Según el cable, Pons le dijo al embajador que Blanco hablaba por el PSOE y no por boca del Gobierno. Garzón, aseguraba, 'hablaba por sí mismo'.

Pons trató de calmar los ánimos de Aguirre diciéndole que el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, había declarado públicamente que 'sólo la historia podrá juzgar Irak, queriendo dejar claro que el Gobierno de España pretendía alejarse de hacer ningún tipo de juicio sobre la guerra'. 

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