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'Bonnie and Clyde' se escondían en Peñíscola

La Policía detiene en las últimas semanas en España a ocho fugitivos reclamados por las justicias de varios países europeos

ÓSCAR LÓPEZ-FONSECA

Patricia Kets y Didier Gyssens vivían en Peníscola (Castellón), a 1.500 kilómetros de su Bélgica natal. Aquí se creían a salvo de la justicia de su país, que ya había emitido dos órdenes europeas de detención y entrega contra los que la prensa de su país había bautizado como los nuevos ‘Bonnie and Clyde' por el paralelismo de su carrera criminal con la de la célebre pareja de forajidos norteamericanos de los años 30. Estafa, robo, impago, amenazas, agresiones, falsos testimonios y daños formaban parte del amplio historial delictivo que ambos se habían ‘ganado' a pulso desde el año 2000. Un historial que, por el momento, dejara de crecer. Agentes de la Comisaría Provincial de Castellón y del Grupo de Localización de Fugitivos de la Policía los detuvieron hace unos días muy cerca del domicilio de la localidad costera donde se ocultaban.

Kets y Gyssens son dos de los ocho fugitivos europeos que han sido arrestados en las últimas semanas por la Policía en diferentes lugares de la geografía española. En Las Palmas de Gran Canarias caía Fabrice David Noel, un atracador francés de 40 años que cumplía condena en el país vecino por la comisión de 10 asaltos a mano armada a bancos. Noel huyó de Francia tras aprovechar un permiso carcelario y se escondió en España. En Gran Canaria se ocultaba en un hostal del centro de la capital, de donde pensaba marcharse en breve, según confesó a la Policía tras su detención. Su intención era reunirse en Senegal con su esposa e hijos.

Esta semana era detenido en las cercanías de un restaurante del puerto de Barcelona Richard Sinclair Pope, un ciudadano norteamericano que entre julio de 2004 y marzo de 2009 consiguió estafar 127 millones de dólares a inversores británicos con la venta de acciones de compañías que ya no estaban operativas. Sinclair se valía de teleoperadores localizados principalmente en España para, mediante técnicas de venta agresiva, cometer sus fraudes. Era buscado desde hace dos años por el servicio secreto de los EEUU, el SOCA británico y la Policía española.

También en Barcelona, en concreto en las inmediaciones de la Plaza Fornells de la capital catalana, era detenido Alidon Niculae, un ciudadano rumano que está acusado por las autoridades de su país de captar a menores de etnia gitana para dedicarlos a la mendicidad en los distritos de Calarasi y Ialomita, en este país europeo. Sus jóvenes víctimas eran trasladadas después al Reino Unido y a España. Una vez allí, la banda de Niculae les forzaba a recorrer las calles pidiendo limosna y, al terminar la jornada, les obligaba a entregar el dinero. Posteriormente, la organización blanqueaba los importantes beneficios obtenidos en la compra de numerosos inmuebles.

Estafa, robo, impago, amenazas, agresiones y falsos testimonios entre sus delitosA Abdelkader H., un sicario de 28 años, la Policía española lo localizó esta semana en Benalmádena (Málaga). La Justicia francésa quiere juzgarle por el secuestro de dos personas cometido el pasado 13 de mayo en la localidad francesa de Chalon Sur Saone. Un día después, una de sus víctimas apareció muerta con evidentes signos de haber sido apaleada y con varios impactos de bala en su cuerpo. La segunda tuvo más suerte. También presentaba numerosos golpes y disparos, pero cuando le encontraron en la cuneta de una autopista aún estaba vivo. Las autoridades galas creen que el móvil fue un ajuste de cuentas entre narcotraficantes.

También por delitos relacionados con el tráfico de estupefaciente eran buscados los dos últimos fugitivos capturados por la Policía española. Uno era el ciudadano colombiano Jhonny Antonio Ramírez Mora, de 40 años. Detenido en el centro de Madrid hace unos días, la justicia italiana le relaciona con el envío a Roma de dos partidas de cocaína. El segundo era el español Joaquín Agra, cabecilla del clan de Os Panarros, asentado en Cambados (Pontevedra). Agra está acusado de haber participado en el intento de introducir por barco en España en 2003 dos cargamentos de cocaína, uno de 3.300 kilos y otro de 1.216 kilos. Condenado en 2008 por la Audiencia Nacional a 20 años de cárcel, pena confirmada por el Tribunal Supremo, Panarro fue detenido en una céntrica calle de Pontevedra. Intentaba ocultar su identidad detrás de la barba que se había dejado y una gorra.

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