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En busca del cambio en feudo ajeno

Los dos candidatos se vuelcan en las circunscripciones con mayoría del adversario y con escaños en el aire. Zapatero utiliza su gestión como principal argumento y Rajoy caracteriza al PSOE como paro y despilfarro

FERNANDO GAREA

Para los budistas el mantra es una palabra o grupo de palabras que se repite muchas veces, casi como una oración para conseguir un logro. Para los candidatos que en cualquier elección aspiran a un cargo el mantra más común en las campañas es la palabra cambio.

Lo invocó Felipe González en 1982 con el exitoso lema de 'por el cambio'; lo invoca Obama en Estados Unidos como eslógan hipnótico de campaña y lo invoca cada día varias veces en sus actos electorales Mariano Rajoy.

No pudo utilizarlo en las generales de 2004 porque competía como sucesor digital de quien ocupaba entonces La Moncloa y el cambio de personas al que aspiraba no era, obviamente, un cambio de partidos ni de ideologías. Ahora se está hinchando a utilizar el mantra de los aspirantes, la invocación al cambio.

'Ha llegado el momento del cambio. El cambio es urgente porque España no puede resistir cuatro años más de frivolidad con José Luis Rodríguez Zapatero y si el PSOE gana, el país volverá a los tiempos del paro y del despilfarro'. dijo ayer el líder del PP en Málaga.

Los autores sostienen que para que haya una pulsión por el cambio y que ésta pueda ser detectada tienen que cruzarse necesariamente dos variables: el rechazo evidente al que ejerce en ese momento el Gobierno y la constatación de que el aspirante es una alternativa suficientemente sólida e ilusionante.

Si Rajoy consigue que las dos variables se crucen habrá conseguido que la palabra cambio deje de ser una invocación al viento y se transforme en una realidad que, por el momento, no detecta claramente ninguna encuesta.

El resultado del esperado debate del lunes dependerá también de que en su desarrollo esas dos líneas se crucen o sigan siendo paralelas. El jueves ganó Solbes porque ni él fue visto como insolvente, ni Pizarro fue percibido como alternativa sólida.

Orden y firmeza

Los que diseñan la campaña de Rajoy intentan reforzar por igual los dos mensajes: el PSOE es paro y despilfarro y el PP propone orden y firmeza.

Por contraste, la campaña del PSOE se centra en desmontar las dos ideas y un buen ejemplo es el discurso de ayer de Zapatero en Valencia.

Por un lado, busca conjurar el rechazo sacando pecho de su gestión en forma de oración pagana: 'No pediré disculpas por ayudar a los que menos tienen. No voy a pedir disculpas por promover la igualdad entre los hombres y las mujeres. No voy a pedir disculpas por reconocer el derecho de cada persona a casarse con quien quiera. No voy a pedir disculpas por subir las pensiones ni por ayudar a las familias que quieren tener hijos o a los jóvenes que buscan una vivienda'.

Por otro, intenta desmontar al PP como alternativa atacando, por ejemplo, la solvencia de su teórico responsable económico, Manuel Pizarro. Le ayuda a Zapatero que todavía puede estirar durante un tiempo el fiasco de su cara a cara con Pedro Solbes. Todo gobernante necesita imperiosamente resaltar la levedad del aspirante, como quiso hacer Aznar con Zapatero.

Terreno del adversario

Ayer, los dos principales candidatos hicieron campaña en feudos del adversario, en los que hay escaños decisivos que pueden decantar al final el resultado y determinar si hay cambio o no. De sus recorridos queda fuera una veintena de provincias en las que es casi imposible que se produzcan alteraciones en el reparto de escaños. Rajoy buscó ayer el cambio desde Andalucía, feudo socialista por excelencia, en el que aspira a conseguir hasta cinco escaños y Zapatero se lanzó a conjurarlo invocando, también, el cambio de tendencia en Valencia, donde gobierna uno de los barones emergentes del PP.

Rajoy actuó en Málaga, una de 12 provincias marcadas con chincheta especial en el mapa de sus estrategas de campaña. Aspira a un escaño para equilibrar el reparto de los 10 que están en juego.

Plegaria de Arenas

A su lado estaba Javier Arenas, harto de invocar el cambio en Andalucía, y necesitado de transformar el mantra en plegaria dirigida al patrón de los imposibles. En estas elecciones, no obstante, cumple el papel relevante, aunque desagradecido y sacrificado, de inmolarse para tirar del PP en su comunidad y arañar escaños, ayudado por el hundimiento andalucista.

Salvando las diferencias, tampoco lo tiene fácil María Teresa Fernández de la Vega en Valencia. Zapatero invocó ayer en su presencia el cambio en la comunidad para mantener el resultado en Castellón, llevarse en Alicante el diputado que se añade por el aumento del censo y para que el PP no gane ninguno más en Valencia.

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