Este artículo se publicó hace 13 años.
Cambio y mandato
Se cumplen hoy, 20 de noviembre, cuatrocientos dieciocho días, desde que el 12 de mayo de 2010, Zapatero acudiera a las Cortes con su plan de ajuste, impuesto por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, con el respaldo de Frau Merkel, Monsieur Sarkozy y Míster Obama, un plan por el cual Rajoy acusó al presidente del Gobierno, en el debate parlamentario, de "actuar bajo tutela". La excusa de todos los instigadores del plan es que iba a ayudar a la recuperación de la economía española.
La "austeridad expansiva", en el cuadro de un sector privado en estado de coma, abocado a reducir su colosal endeudamiento, y la reforma laboral aprobada entonces, y reforzada el pasado mes de agosto, han llevado la tasa de paro del 20,09% en el segundo trimestre de 2010 al 21,52% en el tercer trimestre de 2011, de 4.645.500 a 4.978.300 parados, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).
Que la "austeridad expansiva", en España y en el resto de la Eurozona, ha bloqueado la recuperación lo admite la propia Comisión, lo que le ha llevado en sus previsiones de otoño a recortar la estimación de crecimiento, al igual que ha hecho la semana pasada la ministra Salgado.
El "error", según afirma la Comisión, se debe a que el despegue esperado en la demanda interna ha resultado "decepcionante" en el segundo trimestre de 2011. El consumo privado, que había hecho una moderada contribución al crecimiento desde la recesión de 2008/2009, se ha retraído por el aumento de la incertidumbre y el empeoramiento de las perspectivas del empleo.
Este cuadro de situación merece una reflexión que arroja luz sobre el desenlace de las elecciones de hoy. Rajoy y el PP sostienen que el programa aplicado hasta ahora es insuficiente. Que debe ser completado. Para cumplir con el nivel de déficit público firmado por el Gobierno socialista con Bruselas: El 6% en 2011, el 4,4% en 2012 y 3% en 2013. Todos esos 'deberes' que Rajoy denunció como una actuación de Zapatero "bajo tutela", deben cumplirse a rajatabla. Bastaría solo este compromiso para saber qué es lo que viene. Es como decir: "Españoles no habéis visto nada todavía...".
Los ciudadanos que hoy depositarán su voto querrán sin duda un cambio con la ilusión democrática de dar oportunidad a otro partido para sacar a España de la crisis. Ese mandato, el de que España supere la crisis, podría ser definido como una suma algebraica sin términos fijos.
La pregunta es: ¿Puede caber en esa suma algebraica un programa de ajuste de continuidad con el vigente en estos cuatrocientos dieciocho días y más "completo", es decir, más duro en sacrificios para los más desfavorecidos, porque el ajuste parcial no ha dado resultados? La respuesta es: no. Una cosa cosa es el cambio de voto y otra un mandato de ajuste.
El programa abocado a la victoria hoy asegura que la raíz de la crisis española es el elevado déficit fiscal y el endeudamiento público. Ha tenido que ser el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, quien alzara la voz al afirmar que Alemania tiene una deuda pública más elevada que la de España. En efecto, un 86% del PIB contra un 66%.
El diagnóstico del PP es el diagnóstico del BCE, aquél que se deduce de la carta que enviaron Trichet y Fernández Ordoñez el pasado 5 de agosto a Zapatero y que los ciudadanos, a diferencia del PSOE y del PP, no conocen.
Según dicho diagnóstico, la Eurozona no admite extravagancias 'macroeconómicas' tales como problemas en la demanda agregada (demanda total de bienes y servicios en la economía según tiempo y precio). Aquí eso no existe. La única vía: reducir costes.
¿Ha captado usted, estimado lector? Es por ello que junto a la histeria por el déficit Rajoy tiene urgencia en "completar" la reforma laboral de Zapatero. Se trata de bajar de forma más salvaje todavía el coste del factor trabajo y, para ello, hay que cargarse la negociación colectiva. Esta es la "devaluación interna", que ya ha empezado, y que en este nuevo "ciclo político", va a acelerarse.
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