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CC entierra la hostilidad contra los socialistas

El presidente promete restablecer relaciones, pero recuerda que Rivero inició la 'confrontación'

JUANMA ROMERO

No era ningún secreto. Las relaciones de Coalición Canaria con el PSOE bajaban turbias desde que los nacionalistas arrancasen en 2007 el Gobierno de las islas a Juan Fernando López Aguilar gracias a una alianza con el PP. El famoso “pacto de perdedores”, que dijo en su día el ex ministro de Justicia.

CC se encontró el 9-M con un escenario incómodo. Ganó el PSOE. Así que había que recomponer los puentes dinamitados en la última parte de la VIII Legislatura. Eso buscó desde el primer minuto –y es literal, porque CC fue la primera fuerza en intervenir en la segunda sesión del pleno de investidura– la diputada Ana Oramas. “En CC sólo queremos mirar hacia delante. Mire a Canarias como presidente. Mire hacia adelante y retome el diálogo Estado-Canarias”. La portavoz ofreció su apoyo en los temas de Estado. “Hoy empieza una nueva etapa de comunicación”. El cambio de ciclo sólo aseguró al candidato la abstención de CC.

El presidente agradeció la colaboración. La tendrá. Las puertas al diálogo en La Moncloa “siempre estarán abiertas”, con CC y singularmente con el jefe del Ejecutivo isleño, Paulino Rivero, con el que aún no se ha entrevistado. El candidato deslizó, con todo, una sutil amonestación: “El Gobierno canario no puede fundamentar su programa político en la confrontación con el Gobierno de España”.

Zapatero alardeó de su preocupación por el archipiélago. Prometió ubicar en Canarias, en dos meses, una Oficina de las Regiones Ultraperiféricas. Prometió respetar el régimen fiscal. Prometió inversiones. Y defendió las cifras de gasto (un 139% más que en 2001-2004) y de reducción de los cayucos. No se refirió a la reforma del Estatuto. Oramas también había pasado de puntillas por él.

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