Público
Público

La cocina de un gesto inédito

El rey comunicó el lunes que quería pedir perdón públicamente y que deseaba hacerlo cuanto antes. Pretendía salir al paso de las críticas y zanjar la polémica de raíz

JUANMA ROMERO

Pocas cosas se dejan al azar en una institución tan atávicamente ligada al protocolo y a la tradición como la Casa del Rey. Menos aún, esta: la petición de perdón del monarca a los españoles. Un gesto absolutamente inédito en todo el reinado de Juan Carlos I. 'Estoy deseando retomar mis obligaciones... Y lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir', declaró el monarca en tono compungido, tenso, amargo. 

La intrahistoria de esas pocas pero sustanciosas palabras comienza el lunes pasado. El monarca ya había podido leer, escuchar, ver el torrente de críticas por su viaje de cacería a Botsuana, que sólo trascendió porque tuvo que regresar de urgencia a Madrid para ser intervenido por una fractura de cadera. 'Don Juan Carlos estuvo siguiendo desde el principio toda la información y la polémica, y comprobó que este caso era muy distinto. Era muy consciente, desde el primer momento, de qué había fuera', relatan fuentes de la Zarzuela. El jefe del Estado consulta entonces con su familia –básicamente, la reina y los príncipes de Asturias–, con el jefe de su Casa, Rafael Spottorno, y con la dirección de comunicación (encabezada por Javier Ayuso), para diseñar la canalización de su mensaje. 'Él quería pedir perdón y hacerlo cuanto antes', narran desde la Casa Real a Público.es. ¿Pidió consejo a alguien más, conversó con dirigentes políticos para recabar su opinión? Fuentes de la Jefatura del Estado ni confirman ni desmienten. Reconocen que Juan Carlos habla 'constantemente' con el Gobierno y que parece 'de sentido común' que sí intercambiase impresiones con los líderes de los partidos. Algo de eso latía en las palabras de ayer de la portavoz parlamentaria del PSOE, Soraya Rodríguez, quien avanzaba que 'muy posiblemente' el soberano daría alguna explicación muy pronto. 

Tomada la decisión del perdón público, la maquinaria se pone en marcha de inmediato. La primera oportunidad, el primer contacto del rey con el exterior se produciría con su alta hospitalaria, que no tardaría. No podía esperarse a un acto oficial posterior, pues la baja por la caída le hará estar fuera de juego algunas semanas. Ayuso y su equipo descartan entonces que las cámaras entren en la habitación del monarca, de modo que lo tendrán que grabar a la salida. Se opta por una fórmula habitual: que la agencia Efe, RNE y TVE recojan el momento en régimen de pool. O sea, que ambas graben y luego suministren las imágenes al resto de medios. Al monarca sólo le acompañarán Spottorno, Ayuso y uno de sus cuatro adjuntos, Javier Arenas.

Hoy, guión cumplido al milímetro. 'Dado que el rey había manifestado con claridad qué quería decir, lo demás, la puesta en escena, fue muy fácil', añaden en el entorno del jefe del Estado. ¿Se pactaron todas y cada una de las palabras? En la Casa Real señalan que lo que se había apalabrado es una formulación 'clara y rotunda', que no dejase lugar a la duda ni supiese a poco. Y sirviese, sobre todo, para zanjar de una vez la polémica. Las imágenes, desde luego, denotan eso: pesadumbre, rostro tenso y el aroma de un discurso aprendido, casi recitado y ensayado palabra a palabra. 

Tras el mensaje, el rey caminó con sus muletas hasta la salida del hospital USP San José, y de allí se dirigió a la Zarzuela en un monovolumen plateado. Con la ventanilla abierta, Juan Carlos saludó al público concentrado en el exterior. Con el mismo semblante grave y preocupado con el que había entonado minutos antes su mea culpa. El primero en casi 37 años de reinado. 

-El monarca cierra el paso a la posibilidad de la abdicación

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias