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Del Valle: "A mí no me vais a endosar este marrón"

Esta frase del presunto asesino al padre de mari Luz disparó las sospechas

RAFAEL ADAMUZ

“Calculador, frío, inteligente”. Juan José Cortés define así a la persona acusada de la muerte de su hija. Y, para hacerlo, hace una pausa a conciencia, alza la mirada, imposta la voz y endurece el rictus antes de pronunciar las palabras durante la rueda de prensa que la Policía dio ayer en Huelva.

Santiago del Valle huye de la ciudad la mañana del 14 de enero, al día siguiente de la desaparición de Mari Luz, y recorre 1.353 kilómetros hasta su detención en Pajaroncillo (Cuenca), el pasado martes. Sin embargo, en cuestión de horas, comete errores.

Lo que, junto a su escalofriante historial delictivo, pone en alerta a los agentes desde un primer momento. La misma tarde del 13 de enero, varios familiares de los Cortés irrumpen en el piso del sospechoso. Levanta la liebre Diego Cortés, tío de la niña, que sabe que “Santi” tiene un pasado plagado de delitos vinculados al abuso de menores. Encima, reside a medio camino entre la casa de Mari Luz y el quiosco donde fue vista por última vez. No se lo piensan. Y no encuentran nada.

Pero Santiago del Valle hace una llamada telefónica a la Policía que sorprende a todos. “Nos dice que alguien ha entrado en su casa, que le han quitado papeles”, detalló ayer Enrique Álvarez, alto mando policial. De paso, “Santi” explica a la Policía que tiene antecedentes por pederastia.

En una segunda visita de los Cortés, ya con Juan José presente, Del Valle le dice: “A mí no me vais a endosar este marrón”. Una pregunta con demasiada carga semántica, tal vez. “¿Qué marrón, si yo sólo estoy buscando a mi hija?”, piensa extrañado el padre de Mari Luz. Y los temores se elevan al cuadrado.

A la mañana siguiente, cuando la Policía emprende una búsqueda “seria” y “metódica”, decide acudir en primer lugar a casa de Del Valle. Ya no está. Su hermana Rosa asegura que ha salido en tren hacia Sevilla. Y las grabaciones de las cámaras de seguridad de la Estación de Santa Justa lo corroboran.

Las sospechas se acrecientan y dos días después es detenido, junto a su mujer, Isabel García, en la estación de autobuses de Granada con idea de salir del país, según declara la esposa a la Policía.

“Tiene miedo”, se excusa su esposa ante los agentes. Los agentes les extraen muestras de ropa y de las uñas. Pero no hallan base suficiente para retenerlos. Y ambos reemprenden su huida, que les lleva, por este orden, a Sagunto, Utiel (Valencia) y finalmente a Pajaroncillo, donde es detenido, ahora sí, para ser imputado.

Esta segunda detención se produce porque, una vez completada la búsqueda sin resultados, la Policía vuelve al inicio. Es decir, a “Santi”. Y ello tras haber instalado un sistema de escuchas que, según ha podido saber Público, tampoco aporta prueba definitiva alguna.

Esto es, ni el principal sospechoso ni su mujer pronuncian en la intimidad una sola palabra que les relacione directamente con la muerte de Mari Luz. Según López Garzón, la diferencia entre la primera y la segunda declaración es que, en la de Cuenca, Santiago “reconoce su participación”. De momento, pues, no hay pruebas concluyentes. 

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