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La derecha se lanza a la caza del voto xenófobo

El discurso político contra los inmigrantes se acentúa en los partidos conservadores en los periodos preelectorales

CAROLINA MARTÍN

Problema u oportunidad. Rechazo o solidaridad. Exclusión o inclusión. El discurso político de los partidos sobre el fenómeno de la inmigración, que representaba el 12,2% de la población en 2009, se decanta mayoritariamente por un enfoque positivo. La excepción son las formaciones de extrema derecha, que abanderan un discurso xenófobo.

Sin embargo, cuando se acerca un proceso electoral, los partidos conservadores tienden a recuperar un discurso de tintes racistas, que prende más fácilmente en situaciones económicas adversas como la que existe actualmente. Según los expertos consultados, el miedo de la gente a perder el empleo, aderezado con mensajes como 'nos roban el trabajo' y 'se benefician de mis impuestos', hace que los ciudadanos sean presa fácil de la demagogia populista.

Para el antropólogo JoséSánchez, el discurso xenófobo es 'una perversión' política

A dos meses de la celebración de las elecciones en Catalunya y edio año de las municipales, la hostilidad hacia los inmigrantes resurge en mítines y actos de precampaña. El líder del PP en Badalona, Xabier García Albiol, vinculó hace unos días a los rumanos que viven en la localidad con la inseguridad, la delincuencia y la suciedad. Poco después, la presidenta de los conservadores en Catalunya, Alicia Sánchez-Camacho, mostró los problemas de convivencia en la calles del municipio a la eurodiputada Marie-Thérèse Sanchez-Schmid, que milita en el partido de Nicolás Sarkozy. Entre las propuestas del PP para las elecciones, figura modificar la Ley de Extranjería, reforzar el control de las fronteras o revisar la figura del arraigo.

El uso político de la inmigración para obtener réditos electorales no es nuevo. Por ejemplo, el programa electoral del PP en 2008 proponía crear un contrato de integración que fue fuertemente contestado, con un Manifiesto contra el voto xenófobo incluido. 'La integración se tiene que premiar', defendía el líder democristiano de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, para explicar las bondades del 'carnet por puntos para inmigrantes' hace unos meses. Una propuesta incluida en el programa de 2006 y que, finalmente, no se recuperará para las elecciones de noviembre. Unió también protagonizó otra polémica a cuenta de la decisión del alcalde de Vic (Barcelona) de prohibir el empadronamiento de los inmigrantes irregulares. Medida aplaudida por otros miembros de la formación, aunque se tuvo que dar marcha atrás.

Carlota Solé, socióloga: 'Con la crisis se agudiza el discurso que culpa a los inmigrantes'

La directora del Grupo d'Estudis d'Immigració i Minories Étniques (GEDIME)y catedrática de sociología, Carlota Solé, afirma que 'con la crisis económica se agudiza el discurso que apela a la inmigración para obtener votos, culpando de los problemas económicos a los que vienen de fuera'. Entre otras razones, porque el aumento del desempleo y las dificultades para acceder a prestaciones sociales los mismos fondos o menos se reparten entre más personas preocupan a más ciudadanos.

Los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirman la inquietud de los españoles por el paro. El pasado julio, un 78% de los consultados situaban el desempleo como el primer problema de España, a gran distancia del resto. Una percepción coincidente con la de los encuestados en crisis anteriores, como la de los noventa. No obstante, no manifestaban la misma preocupación respecto a la inmigración. Sólo un 12,3% la señalaba como problema y aun así se situaba en uno de los niveles más bajos de la historia.

Para Solé, es indudable que 'algunos partidos exacerban las diferencias y escarban en los prejuicios y estereotipos de la inmigración' con una finalidad electoral. Y lo cierto es que una parte de la población es bastante receptiva a esos mensajes. Según el sondeo del CIS de julio de 2008, un 30,9% de los jóvenes encuestados creía que la inmigración era negativa o muy negativa, frente al 45,6% que percibía lo contrario. En opinión de Solé, esta insistencia a la hora de subrayar las diferencias en el siglo XXI en un mundo globalizado es una 'involución, ahora que la categoría de raza ha sido sustituida por la de inmigración en el ideario colectivo'. Por ello, critica que se apele a las diferencias culturales y que se denuncie que la gente tenga pautas de conducta distinta a las propias. De hecho, sólo un 27% de los jóvenes considera positivo el enriquecimiento cultural que aporta la inmigración.

Un 18% de los españoles cree que un partido xenófobo tendría aceptación

En este sentido, el antropólogo de la UNED José Sánchez afirma que 'el desconocimiento de los otros convierte a los inmigrantes en culpables ideales' de los problemas y califica de 'perversión' que los políticos se sirvan de situaciones de desigualdad para generar 'estigmatizaciones de ellos porque no tienen una forma de vida como la nuestra'. Los romaníes, cuenta, 'visibilizan su diferencia viviendo de forma nómada, pero los autóctonos no lo entienden'. Ni intentan conocer al otro.

Este fenómeno viene de atrás, recuerda Sánchez, que desempolva los conflictos puntuales ocurridos en los municipios de Vic, Salt y Badalona, donde aparecieron unos folletos que culpaban de pauperización del barrio a los magrebíes en la pasada campaña electoral y que se vuelven a repetir ahora. 'A veces, políticos de algunas tendencias magnifican esos hechos puntuales', critica Sánchez, cuando de lo que se trata es de 'enseñar para que el extraño deje de serlo'.

El antropólogo, que actualmente colabora con inmigrantes en El Raval barcelonés, explica algunos de los mensajes que ha recibido últimamente y que demuestran que no siempre los magrebíes o los romanís son responsables de todos los males. 'Los autóctonos me dicen que son los Erasmus, que vienen a hacer botellón, los que están destrozando la zona. Eso también es inmigración, aunque sea educativa', subraya. Pero esta, critica, sale menos a la luz e incluso está bien vista. Sánchez denuncia que sólo se habla de los inmigrantes cuando hay incidentes puntuales: 'Este tipo de discursos favorece a la extrema derecha'.

'Criminalizar a los colectivos es antidemocrático', afirma el politólogo Juan Antón

El catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Barcelona y experto en inmigración Juan Antón Mellón señala que en España sería impensable que se tomasen decisiones como la expulsión de gitanos anunciada por el presidente francés, Nicolás Sarkozy o que existiese un partido de extrema derecha potente. 'Sólo si el PP estallase podría surgir una fuerza así', afirma el politólogo. No obstante, sí podría tener un nicho en el mercado electoral. Según la encuesta Actitud hacia la inmigración del CIS, un 18,3% de los ciudadanos consultados creía que un grupo político de ideología racista o xenófoba tendría mucha o bastante aceptación. Si bien después un 80,1% rechazaba la idea de votar a una fuerza política con ideología racista o xenófoba, hasta un 11,1% admitía que estaría dispuesta a darle su apoyo.

La realidad es que los partidos de extrema derecha apenas recogen un 1% de los votos. El partido España 2000, que propone en materia de inmigración mensajes como 'los españoles primero', obtuvo menos de 7.000 votos (el 0,03%) en las elecciones generales de 2008. Y la formación Plataforma per Catalunya (PxC), cuyo ideario se opone a la 'instalación de inmigrantes musulmanes en nuestro país', sumó casi 2.000 papeletas en los mismos comicios y 12.447 en las municipales, que se tradujeron en 17 concejales. El triple de los conseguidos en 2003.

Los partidos de extrema derecha suman menos del 1% de los votos en las elecciones

El ideario de esta última formación, explica Antón, es una excepción en el panorama nacional. Lo habitual es que los partidos que apelan a la inmigración tengan un discurso más moderado en España: 'Sólo tiene algunos de los componentes del ideario de la derecha radical como identificar inseguridad ciudadana con inmigración o criminalizar a colectivos', una actitud que califica de 'profundamente antidemocrática'. Para ser extremo, el discurso debería atender también a la expulsión de los inmigrantes ilegales, la restricción máxima al acceso a la nacionalidad y sus derechos, y propugnar un liberalismo etnocéntrico que defienda que los nacionales debieran ser los únicos partícipes de los beneficios sociales. Según la investigación Inmigración y discurso electoral en las elecciones municipales de 2007 en Catalunya, se podrían distinguir cuatro tipos de formaciones en función del tratamiento que tienen de la inmigración: la derecha radical neopopulista de PxC; la que enfoca el tema como un problema, como el PP; las que lo tratan como una oportunidad, como ICV, PSC y ERC, y las que se sitúan a medio camino,como CiU.

El catedrático pone de relieve que 'allí donde no hay Estado es donde cabe más el discurso xenófobo, que es absolutamente negativo para la convivencia'. Por ello, subraya que sería bueno que se recuerde 'que en los años sesenta muchos españoles estaban por Europa, principalmente, ganándose la vida'. También reclama 'políticas públicas inteligentes que busquen la integración, que no significa la aceptación de cualquier cosa'. El antropólogo Sánchez prefiere no hablar de integración porque 'esta siempre se hace desde una posición de dominante y otra de dominado'.

La directora de GEDIME dirige su atención hacia la educación como mejor medicina para evitar que este discurso cale en la población. 'Hay que educar en la diferencia y en la diversidad y recordar, como dicen desde diferentes ámbitos, lo que aporta la inmigración a un país como el nuestro', concluye.

Ideológicamente, España también es una isla. Junto con Irlanda y Malta, son los únicos países europeos donde las formaciones de extrema derecha, con mensajes xenófobos, están por debajo del 1% en expectativas de voto. Suecia ha sido el último país en sufrir el giro a la derecha de la UE. Tras las elecciones celebradas recientemente, la formación Demócratas de Suecia obtuvo un 5,7% de los votos y, por primera vez, tendrá representación en el parlamento: 20 escaños. Este cambio, explican los expertos, tiene que ver con la sensación creciente de los suecos de que los grandes beneficiados del Estado de bienestar no son ellos, sino los extraños'. Este sentimiento aderezado con mensajes sobre las fronteras y la nacionalidad es lo que ha propiciado el cambio. A la cabeza de los países de la UE donde ha calado este discurso, se sitúa Polonia, con el 33,4% de los votos; Austria, con un 28,2%; Hungria, con 16,6, y Holanda, con 15,5%. En este escenario, se sostiene la máxima sociológica de que las sociedades, cuanto más heterogéneas, menos solidarias. Y a la inversa.

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