Este artículo se publicó hace 13 años.
El desfibrilador no hizo falta
El Comité se rodeó de una expectación sin precedentes y de una manifestación ultra
El coche del secretario general del PSOE y la caravana que lo escolta franquearon el acceso de la sede federal socialista a las diez menos tres minutos de la mañana. Media hora antes comenzaban a entrar los primeros dirigentes del partido, sorteando un enjambre de periodistas armados con la misma pregunta que se hacían, todavía, casi todos los miembros del Comité Federal. Aunque decepcionate, la respuesta "esperemos" fue la más escuchada.
Sólo un grupo de escogidos entre los elegidos, con Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco en cabeza, conocían entonces la resolución de la incógnita. Los demás esperaban, sentados en la sala Ramón Rubial, donde se aprietan los dirigentes del PSOE en los días de gran solemnidad.
"Vivimos un momento de descompresión", apunta un dirigente
"No hay problemas de quórum", bromeó Rodríguez Zapatero a las diez y once minutos exactos para arrancar su intervención en medio de una expectación propia de grandes ocasiones y excepcional en un Comité Federal. Y lo dijo: "No voy a ser candidato". Y un murmullo de excitación sacudió la sala de prensa donde el silencio se cortaba hasta entonces con el filo de los folios que recogían las notas de su discurso.
En la entrada de la sede federal del partido hay, perfectamente visible y desde hace tiempo, un desfibrilador de emergencia. Su urna es como el nicho de los extintores contra incendios; basta con romper el cristal para extraer el remedio de urgencia contra los infartos.
Varios empleados del cuartel socialista de la madrileña calle Ferraz están adiestrados para emplearlo aparenta ser conveniente en la sede de un partido, pero ayer no se vieron obligados a intervenir. Los extintores también seguían en su sitio cuando se apagaron las luces de la expectación a la hora del almuerzo.
Dos centenares de ultraderechistas se concentraron frente a la sede del PSOE
"Descompresión" es la palabra que eligió un secretario regional para describir el ambiente en el semisótano finalizado el debate. "Alivio", apuntó otro para sortear el vértigo que se abrió ante todos con la decisión de su jefe de filas.
"Hay mucho PSOE ahí dentro", tranquilizaba la portavoz del Comité Electoral socialista, Elena Valenciano, para peinar la ansiedad de los periodistas que, sólo minutos después del anuncio de Zapatero, reclamaban ya un nombre para la sucesión.
Rubalcaba y ChacónAyer no era el día. Y los dos aspirantes que todas las especulaciones y sondeos sitúan en cabeza de las posibilidades Pérez Rubalcaba y Carme Chacón cuidaron hasta el extremo cualquier gesto que pudiera ser malinterpretado como un banderazo de salida.
Paseando tranquilamente, el hombre fuerte del Ejecutivo abandonó la sede socialista pasadas las tres de la tarde. "Para tomar el aire", dijo a quienes le preguntaron por qué a pie.
A esa hora se había dispersado ya un grupo de ultras sumaron dos centenares en su mejor momento , que se concentraron jaleados por la ultraderecha mediática para sentirse testigos e instigadores de la decisión de Zapatero y animarle a rematarla dimitiendo.
Las formas no fueron su fuerte. "¡Zapatero asesino!" o "¡Rubalcaba al paredón!", son dos de las frases reproducibles con las que, parapetados tras varios banderones de España, pusieron a prueba la conmiseración de los antidisturbios, más atentos a su avanzada edad media que al corte del tráfico rodado. Hubo incluso un detenidopor rebasar la paciencia policial y su cordón de seguridady un agredido por una patada, el diputado socialista Daniel Fernández.
A la hora de comer, las señoras manifestantes se peinaron los pelos revueltos durante un par de horas en su abrigo de visón y naftalina y regresaron a casa, a la radio y las tertulias, a la espera de la próxima llamada para cambiar el curso de la historia.
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