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El ejemplo de Esquerra

DAVID MIRÓ

Al margen del resultado final, el proceso de elección de los cargos de presidente y secretario general de Esquerra que hoy culmina con unas elecciones abiertas a todos los militantes representa un ejercicio de transparencia y democracia interna sin demasiados precedentes en la España actual. Más aún cuando se compara con lo que está pasando en el PP, donde la voz de los militantes ha sido secuestrada por las maniobras de salón de los dirigentes y los articulistas al servicio de intereses espúreos.

Por las sedes de Esquerra han pasado, a los largo de los últimos dos meses, todos los candidatos para explicar cara a cara sus argumentos y someterse a las preguntas y el escrutinio de los militantes. Ha habido debates entre los cuatro candidatos.

Desde las famosas primarias del PSOE que ganó Borrell, es lo más parecido que hemos visto por estos lares a los caucus norteamericanos (por suerte con una dimensión microscópica en comparación con el eterno y cansino duelo Obama-Clinton).

Pero hay diferencias importantes. Normalmente en las primarias americanas quien pierde, aunque sea por un solo voto, se va a casa. En el caso de Esquerra lo más previsible es que los candidatos derrotados, en vez de ponerse a las órdenes del ganador, intenten obtener cuotas de poder en la futura dirección del partido en nombre de la integración de sensibilidades. Aunque por lo menos ellos se habrán presentado. No como Aguirre o Costa, que quieren su parte del pastel sin tener que mojarse.

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