Este artículo se publicó hace 16 años.
Los emigrantes recelan de los bancos para enviar sus remesas
Casi 3.000 millones de euros viajaron en 2007 en cartas y maletas para evitar los impuestos
“Las remesas constituyen la cara más humana de la globalización”. Así define Donald F. Terry, gurú de los flujos económicos relacionados con la emigración, las inyecciones de dinero enviadas por extranjeros a sus países de origen. El Ministerio de Economía estima que los inmigrantes en España enviaron a sus familias 8.269 millones de euros en 2007. El cálculo de la cantidad remitida es complicada. La desconfianza en los bancos hace que cerca de 3.000 millones viajen en bolsillos y maletas.
Las remesas españolas superan con creces los 5.200 millones de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) que España enviará al tercer mundo en 2008. Ese dato fue repetido ayer varias veces en las jornadas celebradas en la Casa de América en Madrid sobre la Democracia Financiera. España es el tercer país emisor de esta financiación y el primero de la UE. En los últimos cuatro años, las remesas han crecido a un ritmo de un 20%, hasta llegar a una cantidad similar al 0,8% del PIB español. En 2003, fueron remitidos 3.475 millones.
La desconfianza en las entidades financieras se debe a dos motivos principales: la escasa relación de los emigrantes con los bancos en sus países de origen y los impuestos que estos Estados imponen a las remesas. Según la ONG remesas.org, Bolivia y Colombia cobrarán 10 millones de dólares a sus emigrantes en España con impuestos a sus envíos.
De emisor a receptor
La importancia de España como emisora de estos fondos tiene dos puntos de análisis. En primer lugar, que en apenas tres décadas ha pasado de ser receptor de remesas desde los emigrantes en Centroeuropa a emisor, sobre todo hacia América Latina. Colombia es el principal destino del ahorro emigrante, seguido de Ecuador y Bolivia. A pesar de que la colonia colombiana es menor que la ecuatoriana, sus trabajos son de mejor calidad. Además, la mayoría dejan a la familia entera atrás y se ven obligados a enviar más dinero.
El segundo punto de interés lo acaparan los bancos españoles, entre los que cada vez hay más competencia para gestionar esos miles de millones de euros. “El problema es que el primer contacto que tienen los emigrantes con un banco es cuando hacen el primer envío”, explicó José María Lamamié, director de Instituciones Financieras del Banco de España. La falta de implantación de bancos y cajas en algunas zonas pobres de Ecuador, Bolivia o países similares hace que sólo un 7% de los ingresos procedentes de las remesas acaben en un banco. El resto son guardados “debajo del colchón”, como ejemplificó Isabel Riaño, directora general de Financiación Internacional del Ministerio de Hacienda.
Aún así, son una ayuda fiable y directa. Riaño calcula que llega a su destinatario un 80% del total, frente a la AOD que pierde casi la mitad en gastos de transporte y de personal.Leire Pajín, secretaria de Estado de Cooperación, valoró la importancia de este dinero como ayuda a la cohesión social en “tiempos de demagogia”, advirtió en referencia a los mensajes xenófobos lanzados durante esta precampaña electoral.
Otra gran virtud de las remesas es su estabilidad en tiempos de cambio de ciclo económico, salvo que los países de inmigración endurezcan sus fronteras y los de emigración graven aún más los envíos.
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