Público
Público

Españoles que se indignan por el mundo

Los jóvenes que se “exiliaron” del paro y la precariedad trasladan las protestas del 15M al resto de Europa. Desde 2008 el censo electoral en el extranjero ha aumentado casi un 20%

JESÚS MORENO ABAD

El repentino calambre de indignación que protesta en las calles españolas desde el 15 de mayo ha traspasado como una corriente eléctrica la espina dorsal de las fronteras del país. Italia, Francia, Inglaterra, Alemania, Portugal... una gran cantidad de protestas se están convocando frente a las embajadas de España o en otros puntos neurálgicos de sus grandes ciudades. La Spanish Revolution, como ya se le llama en las redes sociales, se extiende. Hasta el momento no son tan numerosos, pero quienes están detrás de estas movilizaciones en el extranjero son especialmente sensibles al malestar que subyace en la protesta: son los jóvenes españoles que emigraron forzados por el paro y la precariedad laboral. Los que tratan de escapar en otros países de ese estigma que el FMI ha llamado “generación perdida”.

Sus proclamas son las mismas que se escuchan en el epicentro del movimiento, en la Puerta del Sol de Madrid. Sin siglas ni reglas, se sienten víctimas de la crisis y culpan de ello a los poderes financieros y a los “valores corruptos” de los partidos políticos, según rezan sus pancartas. Ellos están lejos de casa, pero ilusionados con esta respuesta en las calles. Quieren contar la historia de la generación más preparada, una generación emigrante. 

En París habla Pablo, un joven arquitecto que ha conseguido su primer trabajo remunerado a 1.500 kilómetros de casa, lejos del 43% de paro juvenil de España, el más alto de Europa: “Yo soy un emigrante económico”, dice entre orgulloso y resignado junto a otros 250 compañeros que protestaban el jueves frente a la embajada de España en la capital francesa. En España sólo consiguió ser becario y “vendedor en una tienda de deportes”. Su sueldo: “Bastante más que el salario mínimo de España”, dice con una sonrisa irónica. Su risa dice que el salario mínimo de España es 748 euros y el de Francia más de 1.300 euros. “Y no gano el mínimo de aquí, ¿eh?”, dice para despedirse.

Todos parecen sentirse así; una alusión a la condición de emigrantes del grupo le vale un aplauso cerrado a un joven que porta un megáfono en esa marcha. Cerca de él, un chico y una chica se miran y asienten. Resultan ser Dani y Paloma, dos investigadores. Él es matemático, ella físico. Su salida del país es lo que algunos llaman fuga de cerebros. No son de los más jóvenes, sobrepasan la treintena. Ya llevan varios años en Francia: “España es un país que te echa”, dice lapidario Dani. Es tajante: “Me gustaría volver, pero es que no merece la pena”. A su lado un amigo suyo, otro investigador. No da el nombre pero va al grano: se queja de que en España es imposible prosperar. “Es un país que renuncia a invertir en I+D, donde no hay lugar para los científicos y que baja los sueldos de los funcionarios y las pensiones mientras los banqueros se van de rositas y los políticos tienen sueldos vitalicios”, dice.

“Me gustaría volver, pero es que no merece la pena”Ninguno está para bromas.  “Nos quedamos en Europa”, aseguran muchos. Y la verdad es que cada vez más españoles toman esa decisión. Es difícil saber cuántos españoles han emigrado en busca de trabajo desde que empezase a azotar la crisis, pero el Censo Electoral de los Españoles Residentes en el Extranjero (CERA) puede dar una buena pista: desde 2008 sus inscripciones han aumentado en casi 240.000 personas, hasta situarse en 1.441.086 españoles censados en otros países. Un 20% más. En los tres años anteriores a la recesión, esa lista sólo engordó un 6,4%.

En Londres se repiten las protestas. La página web de Democracia Real Ya en la capital inglesa se ha puesto el sobrenombre de Los 300 de Londres, en alusión a la película y la cifra espartana que han conseguido reunir, según sus cálculos. Desde allí, María José Vidal cuenta a este diario que va a asistir a la concentración preparada el sábado y relata quejas similares a la de sus colegas franceses. “El ciudadano es el último de la fila, se nos ha ido privando de derechos hasta quedar indefensos ante el sistema”, se lamenta. Ella se ha marchado para aprender inglés y poder encontrar un futuro trabajo que lo siente imposible en España. Tiene tres carreras universitarias nada menos. Insuficiente para conseguir un trabajo cerca de los suyos.

'Se nos ha ido privando de derechos hasta quedar indefensos ante el sistema

El eco de las movilizaciones de España ha llegado también a Alemania. Varias ciudades organizan acampadas. Entre ellas Frankfurt. En el descanso del trabajo Oscar Portela dice que ya han pasado del centenar los que se organizan allí, otros tantos en Berlín. Ingeniero informático, 31 años, de esos que implora la canciller Angela Merkel por los rincones de la UE. Ha trabajado en la Agencia Espacial Europea y ahora lo hace para la Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos (Eumestat, en sus siglas en inglés). Se marchó “hastiado de los ritmos y las prácticas de trabajo” del sector tecnológico español. Otros compañeros suyos que se han asentado en tierras germanas son más explícitos y te hablan de las oportunidades de trabajo y de los sueldos: en Alemania el paro es casi testimonial (7,1%) y el salario medio de más de  41.000 euros anuales, según la oficina de estadística europea, Eurostat: lejos de los poco más de 20.000 euros de España. Y si dispones de un título universitario el salario medio alemán escala a más de 60.000 euros, según datos de 2002. En España esa cualificación no asegura a los jóvenes un empleo y menos acorde a su preparación.

Poco a poco los jóvenes españoles extienden su revolución por el mundo.Además de las citadas, hay convocatorias pidiendo “democracia real” en decenas de ciudades en Italia, Portugal, México, Irlanda, Bélgica... Y cuentan que no se sienten una generación perdida, como dice el FMI, sólo una generación que quizá no vuelva a casa.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias