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El exetarra Rekarte: "No es tan difícil decir que matar está mal"

Iñaki Rekarte, antiguo militante de ETA y acogido a la vía Nanclares, explica su proceso de ruptura con la banda y cree que reconocerán el dolor causado

EFE

'No es tan difícil decir 'matar está mal'. Si vas por un pasillo y te chocas con alguien, pides perdón. Matas a alguien y te cuesta. ¿Por qué no se olvida a veces la política y se hacen las cosas de ser humano a ser humano?'. Esa es la reflexión de Iñaki Rekarte, un exmiembro de ETA que ha pasado exactamente la mitad de su vida en la cárcel. Entró con 21 y salió el martes apsado con 42 años de edad gracias a la derogación de la llamada doctrina parot, aunque fue uno de los militantes que se acogió a la conocida como Vía Nanclares.

Este viernes, con motivo del seminario organizado en Vitoria por la Fundación Fernando Buesa, creada en recuerdo del político socialista que ETA mató en 2000, ha asegurado que 'obligatoriamente' llegará un momento en que la izquierda abertzale y la propia banda terrorista reconocerán el dolor causado. Junto a él han asistido el periodista y víctima de la banda, Gorka Landaburu, e Iñaki García Arrizabalaga, hijo de Manuel García Cordero, asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas en 1980.

En su intervención, el exetarra se ha mostrado convencido de que ETA 'se ha acabado' y de que 'debería desaparecer y punto'. 'El andamio habría que desmotarlo ya, sin andar quitando un piso hoy y mañana otro', ha afirmado este expreso, quien considera que 'se están dado pasitos' pero que éstos son 'lentos' porque aún 'quedan rencores'.

'El andamio habría que desmotarlo ya, sin andar quitando un piso hoy y mañana otro' Rekarte, que ha asegurado que el rechazo de la izquierda abertzale le 'trae sin cuidado', ha explicado que se desmarcó de la violencia cuando se sinceró consigo mismo y superó 'el bloqueo mental' que para él supuso ETA. A partir de ese momento, se le empezó a 'acabar el odio' y pudo perdonarse a sí mismo, algo que 'no es fácil', ha dicho.

Cuando ingresó en ETA a los 18 años 'no tenía idea de nada' de lo que representaba la banda, algo que descubrió ya en la cárcel a través de los libros. De todas formas, desligarse de la banda fue 'un proceso de maduración personal muy lento'. De hecho, durante su primera década en prisión aún justificaba la violencia.

 'Me costó mucho salir de ETA', ha recordado hoy Rekarte y ha añadido: 'Muchas veces he sentido que mi vida estaba rota, que no tenía futuro. Pero de alguna manera la vida te abre nuevos caminos y conoces gente que en ese ambiente (en alusión al entorno radical) estarían tildados de enemigos (...) Terminas queriendo a esas personas y te cambia la vida'.

Así, el exetarra conoció a su mujer en el centro penitenciario de Puerto, en Cádiz, donde ella era trabajadora social. Haber formado una familia con dos hijos y haber superado el odio que sentía ha sido, según ha dicho, 'lo más positivo' de su trayectoria personal.

Considera que 'no es complicado' seguir sus pasos -está convencido que hay presos etarras que desean hacerlo- y cree que 'se pueden solucionar las cosas de esta manera'.

En esta línea Rekarte está convencido de que 'la solución a todo esto es de persona a persona, con cosas pequeñas' como los encuentros que organizaba el Gobierno Vasco entre presos de ETA y víctimas en los que él ha tomado parte.

Por ello ha lamentado que, tras la cancelación de este programa, los presos etarras no tienen ahora 'ninguna puerta donde tocar' si quieren seguir este camino para el desmarque de la violencia.

Por su parte, Iñaki García Arrizabalaga ha alertado del peligro de 'querer amortizar a las víctimas y pasar página rápido' y ha reivindicado el papel de este colectivo en la defensa de la memoria, la dignidad y la reparación.

Ha alertado no obstante de que las víctimas no pertenecen a la 'esfera política' y de que corren el riesgo de perder la 'empatía' de la sociedad si adoptan 'posicionamientos extremos' como las recientes críticas al Tribunal Supremo por sus decisiones en torno a la doctrina Parot.

Arrizabalaga, que en los últimos años ha acudido a los colegios vascos a dar su testimonio, ha dicho también que la izquierda abertzale necesita un 'liderazgo fuerte y ético que diga sin ambages: 'nos equivocamos'', porque 'durante décadas fueron el colchón social, el ideológico y el alimento que ha mantenido a ETA'.

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