Este artículo se publicó hace 14 años.
El hombre que borró la crisis de sus clientes por un día
El número 79.250 se reparte entre Pallejà, Cerdanyola del Vallès, Barcelona y Mercabarna
La palabra crisis no tenía cabida ayer en el bar Nuevo Maldonado, en Pallejà (Barcelona). El cava y las cervezas corrieron de mano en mano durante toda la mañana hasta que se acabaron las existencias y las neveras del bar quedaron completamente vacías. El motivo de tanto júbilo era una cifra de cinco dígitos: 79.250. El Gordo.
El número agraciado se había repartido entre los propietarios y los clientes del bar, la mayoría trabajadores de las fábricas cercanas o jugadores y aficionados del equipo de fútbol del pueblo. Sesenta series repartidas entre los parroquianos: 180 millones de euros. "Aquí hay mucha gente ahogada por la crisis. Me siento un Robin Hood", explicaba ayer José Antonio Maldonado, el propietario del establecimiento desde hace ya 20 años. Sin embargo, nunca como ayer había oído tanto su nombre, "Jooose, Joooose", gritaban los amigos mientras le abrazaban y le llevaban de un lado a otro de la calle, en un tumulto que obligó a cortar el tráfico.
Maldonado lleva siete años comprando el número agraciado en Barcelona
Maldonado compró el número en la administración 007 de Cerdanyola del Vallès, una localidad industrial próxima a Barcelona. Hasta ahora, lo hacía siempre en un puesto de lotería de la plaza de Catalunya, en Barcelona, pero el lotero se trasladó el pasado verano a Cerdanyola y Maldonado,fiel al número que compraba desde hacía siete años, le siguió el rastro. El protagonista de la jornada explicó, entre gritos y abrazos, que desde el primer momento vio en la bola que su número era el ganador. Sin embargo, aunque oía la cantinela de los niñosde San Idelfonso, no se lo acabó de creer hasta que vio escrito el número en la pantalla de la televisión. A partir de aquel momento, júbilo y celebración en un lugar donde la crisis y el paro han hecho estragos.
"Tapar agujeros, pagar la hipoteca, sustituir el coche que ya ni funciona...". Estas eran las palabras más repetidas entre los agraciados. Pero, probablemente, a quien más benefició la obstinación de Maldonado por ese número fue a la mujer que lleva toda la vida cuidando a la hija de la familia. Hasta ayer, se encontraba al borde del desahucio por no poder hacer frente a la hipoteca. Para ella, el Gordo fue alegría, pero también esperanza de normalizar su vida.
Un estreno con suerteUna de las premiadas iba a ser desahuciada por no poder hacer frente a la hipoteca
En Cerdanyola, dos hermanas y una prima, Loli, Ana y Antonia, se paseaban muy arregladas, alrededor de la administración. Eran sólo algunas de las muchas personas premiadas. "100.000 euros", gritaba Loli. "Hemos ganado 100.000 euros cada una", repetía, como si necesitase convencerse de que, esta vez sí, la suerte la había elegido. Habían acudido a la administración "más que nada" para vivir el ambiente, porque pensaban que el Gordo acababa en 20 y ellas tenían un 50 Al ver que las dos últimas cifras eran el 5 y el 0, surgieron las dudas: "Subí a casa y verifiqué que sí, ¡teníamos el gordo!".
Para la administración de lotería ha sido un magnífico estreno en su nuevo emplazamiento de Cerdanyola, después de dejar el puesto que había ocupado hasta agosto pasado en el vestíbulo de Renfe de la PlazaCatalunya de Barcelona. El propietario, Antonio Muñoz, está ahora en su pueblo y la bienvenida no ha podido ser mejor: 270 millones de euros, un premio muy repartido porque se vendió en ventanilla.
En otros lugares, la celebración fue mucho más discreta. Ni en la administración de la plaza Urquinaona, en el centro de Barcelona, que repartió tres millones de euros, ni en la de Mercabarna, el mercado central, donde cayeron 135 millones de euros, quisieron dejarse ver los premiados. De hecho, a media mañana de ayer, el local de Mercabarna estaba vacío y el ritmo de los trabajadores del mercado continuaba imperturbable. Ayer parecía un día más. Pero todos sabían que muchos de los premiados estaban allí, cerca de la administración. "No quieren dejarse ver, prefieren mantenerse en el anonimato", explicaba la lotera, Cristina Roig. Los premiados de Mercabarna dejaron el cava y la alegría para la intimidad de su casa, lejos de los focos y las miradas.
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