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Los hombres de Rouco

El látigo de la Iglesia contra el PSOE sube al cielo del poder

MIGUEL ÁNGEL MARFULL

Por sus hechos los conoceréis. Esta verdad evangélica necesitaría incluir también las declaraciones públicas para adaptarse a los tiempos. Las palabras del nuevo presidente de los obispos lo definen: “Constatamos tristemente que el ordenamiento jurídico español ha dado marcha atrás con respecto a la declaración de Derechos Humanos de la ONU”, afirmaba el pasado 30 de diciembre en Madrid. La amenaza, a su juicio, es la igualdad de derechos para los homosexuales. El Apocalipsis podría ser su lectura favorita y el lenguaje de la catástrofe, su especialidad. Reconquistar la pagana España para la fe católica es su empeño de cruzado.

Rouco es la persona que ha  acumulado más poder dentro de la Iglesia española en los últimos 50 años. Tiene acceso directo al Papa e influencia en sus decisiones. A finales de los años sesenta conoció a Ratzinger en Munich; juntos han hecho carrera.

Aval de la Iglesia ultra

La evolución personal del nuevo presidente de los obispos es, también, la que ha recorrido hacia la radicalidad conservadora la jerarquía católica en las últimas décadas. Desde sus inicios de cura en parroquias obreras de emigrantes españoles en Alemania, a principal valedor de la todopoderosa Iglesia neocon que vive por y para las élites económicas y políticas.

En un país de iglesias vacías, Rouco ha sacado a su feligresía a la calle; la visibilidad es su fuerza. Organizó y fue el anfitrión de una treintena de obispos en la concentración por la familia del pasado diciembre, para agotar la paciencia del Gobierno. Rouco se había manifestado contra los homosexuales poco antes, en junio de 2005. El presidente de la Conferencia Episcopal defiende la actual deriva intolerante de la Cope, a cuyos locutores bendice y paga. Rouco convirtió la Historia del Arte en histeria, al encargar, con discutible criterio artístico, los frescos delirantes de la Almudena al fundador de los Kikos.

Y Rouco es también el responsable de un Arzobispado condenado por el Tribunal Supremo como responsable civil subsidiario en un caso de pederastia. La institución no vigiló, como entiende la Justicia que era su deber, al cura delincuente, el ex párroco de Aluche Rafael Sanz Nieto, denunciado por sus propios catequistas. El Arzobispado de Madrid miró para otro lado cuando le comunicaron los hechos luego juzgados, según aseguran.

El nuevo presidente de los obispos parecía tener otra preocupación: Rouco ya intentaba entonces doblegar a la parroquia roja de San Carlos Borromeo, en el sur obrero de Madrid. La resistencia de un barrio, que sí iba a misa, le obligó a frenar. Dicen quienes lo conocen bien que no acostumbra a hacerlo.




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