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Indignación contra la Bolsa y el banco Dexia

Los belgas salen a la calle al grito de 'devolvednos nuestro dinero'

DANIEL BASTEIRO

El cartel que anunciaba la entrada a la Financial Tower de Bruselas se convirtió ayer en un collage de manos impresas en pintura antes de acabar renombrándose como 'Indignés du monde Tower'. Por las calles del centro de negocios belga desfilaron alrededor de 6.500 indignados, según las cuentas de la Policía. La asistencia superó así todas las previsiones, incluso las más optimistas que en los últimos días habían hecho los organizadores. No se registraron graves incidentes, aunque sí hubo episodios de tensión.

Su momento más intenso tuvo lugar en la sede del banco franco-belga Dexia, que está siendo rescatado por segunda vez con dinero público desde que estalló la crisis.

La entidad, a cuyo vestíbulo habían entrado un grupo de indignados el pasado miércoles, fue entonces el escenario de un episodio de violencia policial, grabado en vídeo por los propios activistas y que se saldó con la suspensión del agente que abofeteó y dio una patada a una indignada esposada en el suelo.

Gritos como 'Dexia, mafia', 'devolvednos nuestro dinero' o 'rescatad la democracia' se escucharon ante la sede del banco, además de una ruidosa pitada. La puerta de la entidad fue pateada y orinada por algunos de los manifestantes y en sus cristales quedaron escritos algunos mensajes como 'Dexia, revienta junto al mundo'. El momento más emotivo se había producido antes, en el concurrido centro de la capital belga, donde se sitúa la Bolsa. El edificio, emblemático y punto de reunión habitual para los vecinos de la ciudad, fue literalmente tomado por los miles de manifestantes al grito de 'culpable'.

Además, decenas de manifestantes arrojaron zapatos contra el edificio antes de encaminarse hacia el barrio europeo de la capital. Allí concluyó la marcha, tras cinco horas de recorrido. La Policía permitió la acampada en el parque del Cincuentenario, al lado de la sede de las instituciones europeas.

Previamente, mientras se manifestaban, la Policía tomó el edificio universitario que durante toda la semana sirvió de cuartel general para los indignados. Las instalaciones fueron cedidas el sábado pasado por las autoridades para compensar la prohibición de acampada en parques de la ciudad. En el citado edificio se celebraron durante toda la semana asambleas y talleres a los que la Policía decidió poner fin por sorpresa.

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