En una formación como Izquierda Unida, los exámenes están a la orden del día. Siempre parece jugarse el todo por el todo. Este mes, la sentencia se cumple a medias. Las encuestas dan un respiro, pero tiene por delante dos pruebas capitales para su estrategia de movilizar a la izquierda: la previsible huelga general y la refundación. En ambos casos, IU no interpreta el papel de espectador, sino el de actor. Su principal obsesión es no fracasar, sino “despertar” a la ciudadanía y ayudar a deshacer las “políticas de derechas” de José Luis Rodríguez Zapatero.
“Respetaremos lo que hagan los sindicatos, aunque es verdad que la huelga general será una toma de conciencia de los trabajadores, de los sectores dormidos de la sociedad –reconoce a este diario el coordinador federal, Cayo Lara–. Es una oportunidad para explicar nuestra propuesta a la gente, que hay salida social a la crisis. Si hay huelga, tiene que ser un éxito, porque si fracasa, el ajuste duro de la economía y los recortes sociales continuarán”.
La cúpula pretende erigir 'diques de contención frente al tsunami neoliberal'
Lara reclamó un paro general el día en que ascendió a los altares de IU, el 14 de diciembre de 2008. En aquellos días, se le pintó en Marte. Ni CCOO ni UGT querían oír hablar de eso. Hoy, todo apunta a que el Gobierno aprobará la reforma laboral por decreto y que la huelga será “inevitable”. La cúpula de IU siente que el tiempo le ha dado la razón, que no proponía “exotismos o revoluciones, sino cosas moderaditas”, como describe el secretario de Economía, José Antonio García Rubio.
Ramón Luque, otro de los dirigentes con más peso en la ejecutiva, esboza una reflexión muy compartida: “Para los sindicatos es más duro montarle un paro al PSOE que al PP, pero se ha roto el paradigma de que la única izquierda posible es el PSOE. La huelga es una oportunidad que debemos saber aprovechar para movilizar a la gente, dar músculo a IU y coger fuerza electoral”.
La federación confirma que trabaja “como si hubiera fecha para el paro”. No es que ansíe la convocatoria para provocar lo que quiere el PP, comicios anticipados. No. “En ningún caso buscamos derrocar al Ejecutivo, sino defender el Estado de bienestar frente al ataque de los mercados”, sentencia Lara. Todos los dirigentes consultados alzan ese argumento: se trata, dice Luque, de “construir diques de contención frente al tsunami neoliberal”, o “de parar esta locura”, en palabras más mundanas de Marga Ferré, responsable de Elaboración y Propuesta Programática. “No hay que cambiar el Gobierno, sino cambiar sus políticas y llevarlas a la izquierda”, ilustra García Rubio.
“El Ejecutivo se tumba solo. La única pinza es la de las políticas conservadoras de Zapatero y las ultraconservadoras del PP, es decir, elegir entre el adelgazamiento o la hambruna”, afirma Gaspar Llamazares. El diputado, como el resto de dirigentes, no prevé que el PP pueda capitalizar la huelga, porque “no sería creíble”. Sí llama a “hacer las cosas con cuidado y acierto”, explicando qué se pretende con la movilización.
La fórmula se acerca a un mix: resistir, protestar y, al tiempo, “construir una alternativa potente, un frente con toda la izquierda”, refuerza Inés Sabanés, secretaria federal de Estudios y Modelo Social y líder de IU Abierta, la familia gasparista.
IU se quiere poner de ejemplo. Pablo Prieto, coordinador de Sostenibilidad y Política Territorial y miembro de IU Abierta, recuerda que allí donde la federación gobierna con el PSOE (Asturias, Balears y Catalunya) se ha pactado subir los impuestos a las rentas más altas para compensar el tijeretazo. 'Zapatero ha vaciado la despensa del Estado, pero debemos decir que con su política de rebajas fiscales las arcas públicas han dejado de ingresar 35.000 millones de euros, que ahora harían falta por no hacer recaer el coste de la crisis en los más débiles'.
Si hay huelga, “veremos un antes y un después en la relación con el PSOE”, asegura Ferré, porque “cae uno de los nexos PSOE e IU”, la defensa de los trabajadores por encima del capital. No será nada insalvable, sin embargo. “Somos una fuerza racional –proclama Lara–, pese a que el PSOE nos castigue siempre, como con la ley electoral. Si hay avances sociales, los apoyaremos”.
El último examen de junio es la asamblea de refundación de IU, el día 26. Concluirá el 27 con una manifestación en Madrid, prólogo tal vez de la huelga. Se calcula que un tercio de los 800 participantes del cónclave no tendrá carné. Hoy ya nadie concibe la asamblea como el eslabón definitivo en la reinvención de IU. “Dejará claro que es un punto de no retorno, un paso más en un proceso que acabará en dos años, más o menos tras las próximas elecciones generales”, detalla Jorge García, adjunto al área de Refundación.
Las dudas crecen en la federación. Los gasparistas recelan de la voluntad del núcleo duro de la ejecutiva visto el caso de Madrid, que el 21 de mayo cerró sus listas para la Comunidad y el Ayuntamiento de la capital en 2011. Además, las peleas internas no han desaparecido.
La subida en las encuestas confiere más tranquilidad, pero aún no euforia
Todo lo contrario. Liquidada la guerra en Asturias, han explotado los conflictos en Euskadi y Balears, que afectan a IU Abierta. “Se debe más a dinámicas de las propias federaciones que a fisuras en una sensibilidad”, responde Sabanés. Y añade: “Son un aviso claro y la dirección ha de gestionarlos con apertura”. Una opinión que comparte Diosdado Toledano, miembro de la minoritaria quinta lista que concurrió a la IX Asamblea Federal: “Así, se hace poco creíble la voluntad de convergencia”.
El senador y coordinador del Área Interna, Joan Josep Nuet, alerta del peligro de convertir la refundación en “maquillaje, refundición”, que acabe primando las “seguridades” de cada dirigente –es decir, los puestos– frente a la necesidad de abrir IU. Igual claman los gasparistas, que quieren una formación “acogedora”, que acabe con las 'prácticas rancias del pasado'. Prieto expone la receta: 'Abrir puertas y ventanas para que entre todo el mundo. Debemos generar ilusión, ser el altavoz de los jóvenes, los trabajadores, ser la izquierda pegada al terreno y que condiciona la política'.
“Todos debemos caber en un mismo paraguas, desde los anticapitalistas a los socialdemócratas”, agrega Sabanés. Algunos en IU Abierta ven la asamblea en “muerte cerebral”. “No es casual que haya tantos conflictos, creen que con unas expectativas al alza, es hora de hacer limpieza y ahora más que nunca se ve a IU supeditada al PCE”, apuntan en el círculo de Javier Madrazo, ex líder de Ezker Batua. “Nadie debe sentirse frustrado. Si crecemos, habrá espacio para todos. Y para eso hace falta unidad”, recalca una y otra vez Lara.
Sí se da por descontado que no habrá confluencia con Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), que ya explora fórmulas para reunir en un foro a las izquierdas verdes y nacionalistas.
IU cuenta con los sondeos a favor. El último Publiscopio, de mayo, le da un 6,5%. El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas de abril, un 5,8%. Ningún dirigente se instala en la complacencia, sobre todo por la remontada del PP, aunque sí se admite que las cifras sosiegan el patio interno. Otros creen que, con el declive del Gobierno, IU debería situarse en el 9-10%. Lara anota otra sensación de cambio: “Hay más votantes del PSOE cabreados que se me acercan. Eso sí que es nuevo. Me dicen que estamos haciéndolo bien”.
Zaragoza acogió en 2009 el I Encuentro de Grupos Parlamentarios de IU. Hoy 7 de junio la cumbre de cargos públicos estatales y de las federaciones se desplaza a Valladolid. Estará presidida por Cayo Lara; los representantes en el Congreso (Gaspar Llamazares) y Senado (Joan Josep Nuet), y los dirigentes federales Montse Muñoz (Política Institucional) y Ramón Luque (Grupos Parlamentarios). El anfitrión será el gasparista José María González, coordinador general de IU en Castilla y León.
La idea es poner en común las propuestas autonómicas de salida de la crisis y cohesionar el discurso. También se debatirá cómo impedir que el desgaste del PSOE arrastre a IU en las comunidades donde cogobierna. En Asturias, por ejemplo, hay serias tensiones en el Ejecutivo. El líder regional, Jesús Iglesias, ya advirtió el sábado de que no cambiará “sillones por política” y que IU no tolerará que el presidente regional, Vicente Álvarez Areces, aplique en el Principado las medidas 'de derechas' de Zapatero.
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