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Un juez aficionado a los huracanes

Garzón persiguió desde el narcotráfico gallego al yihadismo, también inspiró la política antiterrorista del Partido Popular, que ahora lo repudia

PEDRO ÁGUEDA

Yo sé bien que estoy afuera, pero el día que yo me muera...' No pocos de los asistentes a la boda repararon aquella noche en la ironía de que el juez Garzón eligiera El Rey, la ranchera de José Alfredo, para homenajear a los novios. Estos y algunos de los invitados, amigos personales del magistrado, llorarán seguro su marcha a La Haya. No así otros que, sin necesidad de haber intimado nunca con el juez, se prodigaban en elogios públicos hacia él por haber revolucionado la lucha contra ETA, abriendo una de las grandes heridas por las que se desangra hoy la banda terrorista en activo más vieja de Europa.

'ETA no son sólo los comandos', repetían como un mantra los ministros que Aznar iba colocando en Interior para catapultarse desde ese ministerio al cuaderno azul de la sucesión. ¿Pero quién había enseñado el camino de la cárcel a los que apoyaban, se servían y obedecían a la vez a la organización terrorista? El mismo que antes de que el PP llegara al poder ya había enviado a la cárcel a la dirección de HB por utilizar su espacio electoral en TVE para difundir un vídeo propagandístico de ETA. El mismo juez empeñado en despertar huracanes enfrentándose a delitos que la mayoría de los españoles conocían en el mismo momento en que encendían la radio por la mañana y oían al locutor decir: 'La operación está dirigida por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón'.

Abrió el camino contra el entorno etarra encarcelando a Batasuna en 1996

Así supieron que las prácticas mafiosas de las películas americanas eran reproducidas en Galicia por clanes que acumulaban fortunas mientrasdesaparecía una generación entera colgada de una jeringuilla. Corría junio de 1990 y un juez de 35 años dirigía desde un helicóptero a 350 policías en la Operación Nécora. Comenzaba la carrera de los flashes y las envidias.

Antes de entrar en política, le dio tiempo para desmantelar la UCIFA, una unidad contra el narcotráfico de la Guardia Civil que pagaba con droga a los confidentes. Garzón pidió su primera excedencia en 1993 para integrar las listas del PSOE. Se marchó de su puesto al frente del Plan Nacional sobre Drogas un año después por la 'actitud pasiva' de González ante la corrupción. Negó que el motivo fuera su ambición frustrada de ser ministro y se apresuró a retomar el caso Marey antes de que prescribiera. Los ciudadanos terminaron enterándose de que el Estado había utilizado las mismas armas que ETA para combatir a la banda y que por ello, hasta un ex ministro iba a pagar.

Los agentes anti ETA lo bautizaron con el sobrenombre de 'El Mago'

Años después, en noviembre de 2001, descubrieron que en sus ciudades vivían otro tipo de terroristas, con las idénticas intenciones que los que habían asesinado a 3.000 personas en Nueva York dos meses antes. La Operación Dátil atacaba la primera célula de Al Qaeda en España, el germen del grupo autor del 11-M tres años después.

Aquellos operativos no habrían salido adelante sin el impulso de Baltasar Garzón, el segundo de los cinco hijos que tuvieron un empleado de gasolinera y un ama de casa de Torres (Jaén). La cualidad para convertir una investigación policial en una operación con detenidos y esposados le valió el apodo de El Mago por los agentes dedicados a la lucha antiterrorista.

Pero Garzón corrió mucho más que sus compañeros del Supremo en ilegalizar partidos a las órdenes de ETA. Y se encontró con una gran trama de corrupción pegada al PP. Y le dio por ayudar a las familias de 114.000 víctimas de la represión franquista. ¿Demasiados enemigos? 'Con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley...', entonó aquella noche el juez. Esta es su tercera excedencia en la Audiencia Nacional. Está por ver si la última.

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