Este artículo se publicó hace 13 años.
El juez riñe a un Camps chulesco: "Guarde silencio o tendré que echarle"
Su abogado intentó que los funcionarios que declaraban como testigos recitaran que el expresident nunca les ordenó contratar a la 'trama Gürtel'
Se retuerce en su butaca, tose, pasa notas a su abogado, lanza guiños entre el público, habla con señas a sus familiares, resopla y balbucea increpaciones a los testigos que no le son favorables. Esta es la actitud diaria y frenética de Francisco Camps desde el fondo del banquillo, agazapado a espaldas de su letrado y el del otro acusado, Ricardo Costa.
Un territorio lejano a la mirada del magistrado Juan Climent, pero a la vista del jurado, que ayer contemplaba con estupor la mímica hiperbólica de un Camps a punto de lanzar sus extremidades a los cuatro puntos cardinales de la sala. El gesto fue tan desbordado que llamó la atención de Climent: "Señor Camps, guarde silencio o le tendré que echar de la sala. Si quiere hablar con su abogado, hágalo en silencio y que no le escuche nadie". El expresident se irguió como un junco y se dobló hacia Javier Boix, su letrado, con quien mantuvo una brevísima conversación al oído.
El expresident lleva días increpando en voz baja a los testigos que no le apoyan
Camps, acusado por un presunto delito de soborno en la llamada causa de los trajes, no tuvo ayer un buen día. A última hora de la mañana desfilaron como testigos una decena de altos cargos de la Conselleria de Turismo. Desde este organismo, entre 2005 y 2009, se concedieron múltiples contratos públicos, valorados en seis millones, a las empresas de la Gürtel. La joya principal era el montaje del stand del País Valencià en la feria de turismo Fitur, que ininterrumpidamente se adjudicó a la firma Orange Market, cuyo representante era Álvaro Pérez, el Bigotes, emisario de la trama en Valencia.
Entre los principales testimonios declararon algunos imputados en la causa que también se sigue en el Tribunal Superior de Justicia valenciano sobre la presunta financiación irregular del PP con la Gürtel como telón de fondo. Destacó el de la exconsejera de Turismo y expresidenta de Les Corts durante la pasada legislatura, Milagrosa Martínez, quien se negó a declarar, pero sí hubo de escuchar las cortantes preguntas de Virgilio Latorre, abogado de la acusación popular.
"¿Era tan personal su relación con Álvaro Pérez como para que le regalara un reloj de oro de 2.400 euros? ¿Influyó este obsequio en la contratación con empresas de la trama?", inquirió Latorre a Martínez, que escuchó la filípica con los ojos incrustados en el piso.
Fracasa la estrategia de la defensa de exonerar a Camps de los contratos
El desfile de altos cargos, algunos puestos a dedo por Camps, se convirtió en bronca. La estrategia de la defensa era clara: que cada funcionario recitara que el expresident no les ordenó jamás contratar con las empresas de la red de Francisco Correa. Y así hasta que la repetición se convirtiera en zumbido a oídos del jurado. No sucedió. Climent descabalgó de un golpe al Séptimo de Caballería al rescate del jefe en apuros. Bastó con declarar "improcedente" la pregunta. "No forma parte de esta causa", argumentó una y otra vez a los letrados Boix y Juan Casanueva, que exprimieron la retórica, la dialéctica y hasta la poética para intentar colar la pregunta.
La negativa múltiple provocó una nueva contorsión de Camps, que se estiró violentamente la mangas de la camisa y las perneras del pantalón como si quisiera desprenderse de la crisálida del traje. "Una vez más, no haga gestos ni hable, y mucho menos delante del testigo y del jurado", le reprendió Climent, y Camps se reclinó hacia él con las manos entrelazadas, con actitud entre genuflexa y burlona: "Perdón, por favor, por favor...", entonó. Y al instante se giró hacia el público de nuevo con la careta de Mr Hyde en el rostro: "¡Joder, qué escándalo! ¡Como es el PSOE, uno y otro...!", pronunció mientras señalaba con el índice primero a Latorre, letrado de la acusación popular por el PSPV-PSOE, y después al propio Climent, quien en los ochenta asesoró a Joan Lerma, el último presidente socialista de la Generalitat.
Antes, a primera hora de la mañana, Camps había vivido el segundo acto del cara a cara con José Tomás, el directivo de las tiendas Milano y Forever Young que le tomó medidas para los trajes que supuestamente salieron de los bolsillos de la trama y que es el principal testigo de cargo. Se trató de un careo agrio entre su letrado, Javier Boix, y Tomás. El primero intentó buscarle todas las contradicciones y el segundo se revolvió como un alacrán: "Usted no se conforma. Porque me lo pregunte 20 veces no va a cambiar el resultado".
José Tomás se reafirmó en que los trajes de Camps los pagaba Pablo Crespo, el número dos de la trama Gürtel. Y volvió a rememorar aquel 8 de febrero de 2009 en el que Francisco Camps le llamó "hasta siete veces" implorándole que le salvara. "Me decía que su mujer estaba llorando y, después: Cuando lo tuyo se resuelva con tu jefe [Eduardo Hinojosa], yo te puedo ayudar'".
Agrio careoTras el sastre testificó Ana Belén Luque, una de las cajeras de la tienda Milano. Su declaración evidenció que a Camps no se le dan nada bien las cajeras. Fue una compañera del gremio, María Calero, la que protagonizó uno de los momentos álgidos del juicio cuando relató su primera experiencia con Camps en Forever Young. "Pensaba que iba a pagarme, pero me dio la mano y se marchó diciendo gracias", detalló. Luque no fue tan contundente, pero corroboró, al igual que Calero, la existencia de "una cuenta donde estaban Álvaro Pérez y Pablo Crespo y donde se ponían prendas para Camps que pagaba Orange Market".
También hubo mueca del expresident para ella: "Es idiota, es idiota...", murmuró con semblante arrugado de fastidio.
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