Este artículo se publicó hace 13 años.
Lamentos en la plaza y alegría en la calle
El coso barcelonés acoge el punto final a los festejos taurinos tras la prohibición aprobada en el Parlament
La plaza de la Monumental de Barcelona fue ayer escenario de intensas emociones. Tristeza, rabia, nostalgia, impotencia y esperanza entre los aficionados que llenaron la plaza hasta la bandera y que esperan que la de ayer no sea la última corrida de toros en Catalunya. A gritos de "¡Libertad, libertad!", las 20.000 personas que pudieron presenciar la última corrida en tierras catalanas se resistieron a dar su lucha por perdida.
En los aledaños, el enfado y la tristeza de los aficionados contrastaba con la alegría de los animalistas, que vieron cumplido un objetivo por el que llevaban años luchando. Catalunya dijo adiós a casi cien años de toreo con la última función, después que el Parlament aprobase la prohibición de las corridas el año pasado. Los protagonistas en el tendido: José Tomás, el único que en los últimos años conseguía llenar la plaza barcelonesa; Juan Mora y el catalán Serafín Marín, que tras la votación parlamentaria rompió en llanto y ayer tuvo el honor de cerrar la historia de la tauromaquia en su tierra.
El apoyo mayoritario de CiU hizo posible que prosperara el veto a las corridas
Algunos aficionados se quedaron fuera, a pesar de que la reventa funcionó hasta más allá de las 7, una hora más tarde de que empezase el festejo. Hacía ya días que se habían agotado las entradas y los precios en internet superaban los mil euros. Los que si que pudieron estar, trataban de explicar a la salida el cúmulo de emociones. "Lo he vivido con una cierta tristeza, porque para mucha gente forma parte de la memoria personal y colectiva", explicó el pintor Joan Pere Viladecans, que admitió que los toros "pertenecen a otra época". "Antes el torero era el ídolo y ahora lo son los corredores de Fórmula 1 o los futbolistas", mantuvo Viladecans. "Hoy es un día triste, hace 40 años vine por primera vez con mi padre", aseguraba un aficionado que admitía conservar la "esperanza" de que la corrida de ayer no sea la última. Por si acaso, tras la última faena los aficionados bajaron hasta el albero para llevarse un poco de arena a casa.
Banderas españolas y catalanas convivieron en las gradas, donde se pudo ver una pancarta de la Escuela Taurina de Catalunya que con un "gracias maestro" agradecían el apoyo que siempre les ha dado José Tomás. Entre el público también se encontraba el pintor Miquel Barceló, que diseñó un cartel especial para la ocasión que ha sido arrancado de los postes publicitarios de la ciudad y se ha convertido en una pieza muy buscada por los coleccionistas.
La tensión dominó la entrada a la plaza. La presencia de cerca de 50 animalistas que se concentraron para expresar su rechazo a las corridas y, al mismo tiempo, celebrar el final de los festejos, provocó enfrentamientos verbales entre aficionados y antitaurinos. Ambos grupos se cruzaron insultos y el cordón de Mossos d'Esquadra que rodeaba a los animalistas impidió que se produjeran enfrentamientos antes de los festejos. Terminada la función y, en medio de la confusión, los breves altercados entre unos y otros fueron disueltos sin consecuencias por la Policía.
El Ayuntamiento no tuvo ninguna representación oficial en la plaza, a la que sí acudieron los líderes del PPC y Ciutadans (C's), contrarios al veto. El líder de C's, Albert Rivera, confesó que ayer era la primera vez que asistía a una corrida, pero que había querido estar presente porque está "en contra de las prohibiciones y porque los partidos que han votado la prohibición no lo han hecho para defender a los animales sino porque quieren romper con todo lo que tenga que ver con España".
Representación políticaLa presidenta del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, aseguró que su partido "seguirá luchando" para que los toros vuelvan a Catalunya, después de interponer un recurso en el Tribunal Constitucional (TC) al que se aferran los amantes de la tauromaquia. La exministra socialista de cultura Carmen Calvo también asistió al festejo, donde aseguró que la ley del Parlament "invade competencias del Estado".
Muchos aficionados reconocen que el toreo habría acabado desapareciendo
Manolete, Curro Romero, Dominguín, Carlos Arruza, Chamaco o Antonio Bienvenida son algunos de los diestros que han pasado por la arena de la Monumental, meca del toreo a mitades del pasado siglo y que cierra sus puertas a la tauromaquia tras un veto aprobado a poca distancia de allí.
El 28 de julio del 2010, el Parlament de Catalunya aprobó la prohibición de las corridas de toros a partir del 1 de enero de 2012 por un estrecho margen: 68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones. La votación cerró un proceso de seis meses que se había iniciado cuando la mesa de la cámara catalana admitió a trámite una iniciativa impulsada por la plataforma antitaurina Prou. La Iniciativa Legislativa Popular (ILP) contaba con el apoyo de 180.000 firmas, 130.000 más de las necesarias para que la propuesta entrara a debate.
El apoyo mayoritario de CiU y de su líder, Artur Mas, hizo posible que prosperara la iniciativa que contaba con el respaldo total de ICV-EUiA y ERC. En el otro frente, PP y Ciutadans se opusieron al veto de la fiesta taurina, así como la mayoría de diputados socialistas. El entonces president, José Montilla, reveló tras la votación su voto negativo, y pidió que la prohibición de los toros no se convirtiese en un nuevo conflicto entre Catalunya y el resto de España. "Espero moderación y sentido de la responsabilidad de todo el mundo", dijo Montilla. Y es que lo que comenzó como un debate sobre la defensa de los animales derivó hacia la cuestión identitaria por obra y gracia de PPC y C's.
Los conservadores y Ciutadans acusaron a los grupos nacionalistas de votar por la abolición por motivos identitarios, argumentando que los correbous, el festejo taurino catalán, quedaban intactos. Los populares trasladaron también el argumentario a la arena política al vincular la prohibición con el clima de desencuentro entre Catalunya y España tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. "Todo lo que no sea exclusivo catalán molesta a los nacionalistas", afirmó en el estrado el diputado popular Rafael Luna.
A la espera del TCPartidarios y detractores del toreo no están, sin embargo, convencidos de que la de ayer vaya a ser la última corrida. Mientras los aficionados a los toros esperan que prospere el recurso del PP en el TC, los animalistas temen que una decisión judicial o política a nivel estatal tumben la ley del Parlament. El portavoz de la Unión de Taurinos y Aficionados de Cataluña, Paco Píriz, "exige como ciudadano" que el TC resuelva antes del próximo 1 de enero, ya que sería lo "coherente" porque hace casi de un año del recurso. "Lo que ha hecho la Generalitat no es constitucional, porque se ha hecho una distinción entre una parte de los españoles y otra", añade.
Lo cierto es que muchos aficionados reconocen que el toreo en Catalunya habría acabado desapareciendo debido al descenso de la afición, que comenzó a decaer tras la restauración democrática. La Monumental era ya la única plaza en activo y tan sólo el diestro José Tomás, que hizo del coso barcelonés su plaza talismán, conseguía colgar el cartel de "no hay billetes".
Por eso, durante los últimos meses se han alzado algunas voces para recriminar la prohibición por no haber dejado que el tiempo pusiera las cosas en su sitio. Rosa Gil, presidenta de la Plataforma Promoción y Difusión de la Fiesta y propietaria del restaurante Casa Leopoldo, parada obligada de los amantes del toreo, reconoce que las corridas habrían acabado "muriendo por inanición". "En La Monumental apenas hay 400 personas abonadas y el resto somos románticos que vamos de vez en cuando y un montón de turistas que recalan en la plaza porque forma parte de la ruta y se van antes del cuarto toro".
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