Este artículo se publicó hace 14 años.
La Legión de Cristo admite que Maciel abusó de sus hijos secretos
La congregación acusa a una de las víctimas de pedir dinero a cambio de su silencio
Los Legionarios de Cristo, en la cuerda floja desde que se destaparon los escándalos en torno a su fundador, Marcial Maciel con casos de pederastia incluidos, pidieron ayer perdón a los hijos secretos del sacerdote mexicano. Los jóvenes revelaron hace dos días que ellos también sufrieron abusos sexuales por parte de su padre cuando eran menores de edad. En un comunicado, la congregación afirma "compartir el sufrimiento y pena" de esa familia, "comprendiendo las difíciles circunstancias que han vivido y están viviendo (). Renovamos nuestra petición de perdón a las personas afectadas".
Los máximos responsables de la Legión, en el punto de mira del Vaticano, insisten en la "sorpresa y gran dolor" al conocer "aspectos ocultos" de la vida de Maciel. Pero en este caso, la orden arremete contra las víctimas de los abusos. Así, se ha dado a conocer una carta enviada a uno de los hijos, Raúl González, en la que rechazan una presunta oferta del joven, que pediría 26 millones de dólares para no rebelar los abusos. "Fuimos víctimas también de mi papá, desgraciadamente", afirmó Raúl, quien reveló estas acusaciones al investigador vaticano.
Este nuevo escándalo llega cuando resta una semana para que los visitadores designados por Benedicto XVI entreguen sus informes y propuestas sobre el futuro de la congregación. El cerco se cierra en torno a Maciel, ya fallecido, y a sus colaboradores, entre los que se encuentra el actual responsable de los Legionarios, Álvaro Corcuera, que al parecer conocía la existencia de los hijos y las mujeres de su fundador.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, confirmó ayer que la investigación encargada por el Papa concluirá "a mediados de marzo". Aunque aún es pronto para conocer cuál será la "decisión definitiva" que adopte Ratzinger, las posibles soluciones para la Legión de Cristo son tres.
La primera pasaría por sancionar a la cúpula de la congregación: se condenaría a Maciel y se cesaría a los responsables de la orden. Un paso más sería su reestructuración, que cambiaría sus estatutos, condiciones e, incluso, su nombre. La Legión de Cristo, como tal, desaparecería. La opción más radical, y que muchos tratan de frenar, sería la desaparición de la congregación.
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