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Luces y sombras a la derecha de Zapatero

Respetada y temida, la ex vicepresidenta primera pasa al Consejo de Estado

MIGUEL ÁNGEL MARFULL

La ambiciosa remodelación emprendida por José Luis Rodríguez Zapatero sacrifica en el altar del 'nuevo Gobierno de las reformas' a la figura a la que sentó a su derecha en el Ejecutivo nacido de las elecciones de marzo de 2004 que lo llevaron al poder. María Teresa Fernández de la Vega (Valencia, 1949) había sobrevivido a todas las crisis de Gobierno diseñadas por Zapatero. Hasta ahora.

De la Vega abandona como vicepresidenta primera, ministra de la Presidencia y portavoz del Ejecutivo para ocupar un asiento en el viejo caserón que ocupa la sede del órgano consultivo del Gobierno, el Consejo de Estado. Su nueva responsabilidad la aleja de las trincheras políticas, la obliga a dejar 14 años en el Congreso y la acomoda en un espacio reservado tradicionalmente para dorar la retirada de eminencias antecedidas siempre por el prefijo ex.

Zapatero le dedica su adiós más generoso: 'Deja una huella imborrable'

Durante los últimos seis años, desde 2004, la ya ex vicepresidenta ha acumulado poder y competencias como número dos del Gobierno al mismo tiempo que cuajaban a su alrededor recelos por su creciente influencia y su estratégica proximidad al jefe del Ejecutivo. Buena fajadora, De la Vega siempre ha sido consciente de que el precio del poder conlleva tantos amigos como detractores y de que la política obliga a no perder de vista los retrovisores, por los que ha visto ahora a algunos de sus adversarios rebasarla en la carretera del poder.

En su despedida, el jefe del Ejecutivo dedicó ayer a Fernández de la Vega un agradecimiento teñido del aprecio público que ha dispensado siempre a la primera mujer que ha desempeñado la Vicepresidencia del Gobierno de España.

Había acumulado tanto poder como recelos en el PSOE y el Ejecutivo

'Por su dedicación, su trabajo día y noche, su coraje, su entrega, por la aportación decisiva al desarrollo de los derechos y libertades fundamentales en nuestro país, a la defensa de la igualdad, va a dejar una huella imborrable', glosó Zapatero en un agradecimiento que, según enfatizó, 'no se puede expresar sólo con palabras'.

Esta cadena de virtudes descrita por el jefe del Ejecutivo sostiene el fervor que parte del PSOE y muchos de sus dirigentes ha dispensado a De la Vega durante los seis años que ha recorrido al lado de Zapatero, tras ocupar cargos de relevancia junto a Felipe González y ser parte del núcleo duro del Grupo Socialista en los cuatro años de oposición (2000-2004) que concluyeron en la Moncloa.

La ex vicepresidenta es la cara iluminada de una gestión que ha conocido también sombras, que han ennegrecido hasta forjar desencuentros insuperables dentro del Gobierno y desgastado su papel como coordinadora del trabajo de los diferentes ministerios.

Sus relaciones con Blanco, Rubalcaba y Salgado se habían deteriorado

Apagafuegos de Zapatero, De la Vega ha dirigido al Gobierno ante crisis tan dispares como el secuestro del atunero Alakrana, la amenaza de la gripe aviar o la ayuda española en catástrofes como el terremoto de Haití. Al mismo tiempo, su trabajo ha encendido llamas dentro del Ejecutivo y el PSOE en el que nunca aceptó militar a cuenta del toque que ha exigido dar en la cocina de casi todos los grandes proyectos legislativos de Zapatero.

Sus relaciones han sido más que mejorables con algunos integrantes del núcleo duro del presidente. José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba son dos ejemplos reconocibles de estas diferencias.

Las desavenencias de Fernández de la Vega con otros miembros del Ejecutivo han trascendido también hasta señalarla enfrentada a la vicepresidenta segunda del Gobierno, Elena Salgado, o el titular de Industria, Miguel Sebastián, con quien protagonizó la última ceremonia de la confusión a cuenta de la ubicación del almacén central de residuos nucleares. El emplazamiento del ATC fue finalmente frenado hace un mes en el Consejo de Ministros después de trascender la preferencia del ministro por la candidatura valenciana de Zarra, comunidad de origen de la vicepresidenta.

Rouco agradece su 'sensibilidad' como interlocutora ante la Iglesia

En otra de sus últimas decisiones controvertidas y en un pretendido gesto de autoridad, De la Vega destituyó en septiembre a Belén Barreiro como presidenta del CIS. Su orden desató una fuerte tormenta interna, dada la profesionalidad acreditada por Barreiro, bajo cuyo mandato la institución se fortaleció como un auténtico Centro de Investigaciones Sociológicas al margen de vaivenes políticos.

Encargada de las relaciones con la Iglesia católica, el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, destacó ayer la 'sensibilidad' de Fernández de la Vega como interlocutora. 'No podemos expresar otra cosa que no sea gratitud', señaló el cardenal. Tras esta bendición se trasluce el nuevo sistema de financiación de la primera confesión de España, que ha deparado a la Iglesia más ingresos de los que ya obtenía del Estado antes de la reforma y que fue ultimado por la ahora ex vicepresidenta.

Su imagen junto a conspicuos purpurados como el propio Rouco y sus visitas al Vaticano han escocido por esa razón en el sector más laicista del PSOE, minoritario y partidario de replantear las relaciones Iglesia-Estado.

De la Vega es también, para los colectivos memorialistas y la izquierda minoritaria del Parlamento la figura que ha frenado el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica hasta sus últimas consecuencias, en especial en la demanda nunca conseguida de que el Estado asuma las exhumaciones de las víctimas de la dictadura. Los socialistas más aferrados a la herencia republicana del PSOE señalan en privado a De la Vega como la última responsable de este bloqueo.

La televisión pública es otro de los capítulos que pesan en el haber de desencuentros de la ex vicepresidenta primera. Sus desavenencias con el ex presidente de la Corporación RTVE Luis Fernández que acabó dimitiendo se fraguaron en 2009 al calor de una negociación del nuevo modelo de financiación en el que la televisión pública se vio relegada a un segundo plano en beneficio de los operadores privados, que lograron su objetivo de imponer sumodelo audiovisual.

Con este balance de luces y sombras desde un despacho en la Moncloa que se apagaba siempre tarde y se encendía muy temprano, María Teresa Fernández de la Vega dice adiós a seis años de poder creciente en el Gobierno. Era una de las escasas supervivientes junto Elena Salgado, que aguanta, y Moratinos y Espinosa, que caen.

La llegada al poder. De la judicatura al Gobierno

Doctora en Derecho y magistrada, María Teresa Fernández de la Vega fue jefa de gabinete del primer ministro socialista de Justicia en 1982, vocal del Consejo General del Poder Judicial (1990) y secretaria de Estado de Justicia en 1994. De la Vega fue elegida por primera vez diputada en 1996, como independiente en la lista del PSOE por Jaén.

El paso por la oposición. Número dos en el Congreso

De la Vega ha revalidado el escaño en todas las elecciones desde ese año . Con la llegada de Zapatero al liderazgo del PSOE, la ex vicepresidenta fue la número dos del Grupo Socialista entre 2000 y 2004.

Regreso al Gobierno. Catapulta a la Moncloa

Su labor en la oposición la llevó a la Vicepresidencia Primera del Gobierno en 2004 tras la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero, donde se ha mantenido hasta ahora. Después de 14 años como diputada, De la Vega dejará el Congreso al ser incompatible con el Consejo de Estado. Su escaño por Valencia lo ocupará Margarita Pin Arboledas. 

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