Este artículo se publicó hace 13 años.
Maratón de Alarte contra la corrupción
Alarte recuerda a las víctimas del metro en su último día de campaña
Había pasado toda la noche en vela y se derrumbó al amanecer. Jorge Alarte, candidato socialista a la Generalitat, lanzó el jueves un órdago a sus fuerzas y a la madrugada: "La Comunitat merece 24 horas seguidas de campaña para acabar con 16 años de negror del PP". Dicho y hecho. El líder del PSPV se subió al coche y se fue a combatir contra las sombras.
Primero estuvo con barrenderos de Elche, después con trabajadores de Mercavalencia y, al filo del alba, con azulejeros de Nules. A las 8.15 se dejaba caer en la estación de metro de Torrent (Valencia) para completar un viaje simbólico, el de aquel 3 de julio de 2006 que dejó 43 fallecidos y 47 heridos. Un accidente del que Camps jamás seresponsabilizó.
"Si salgo presidente, abriré las puertas del Palau a las víctimas". La voz de Alarte quería ser solemne, pero trepaba ya casi sin oxígeno desde lo más profundo del insomnio. El líder del PSPV agradeció en silencio que no hubiera preguntas y se encaramó al vagón. La inercia le condujo hasta un matrimonio de jubilados de rostro apacible. Un blanco fácil, a priori.
Pero la señora le salió combatiente del 15-M. "Ustedes piden nuestros votos y luego de la mano que se los da ya no se acuerdan". "No diga eso, algo damos", balbuceó, sin armadura ante la embestida. Fue suficiente. Alarte se reclinó sobre una de las barandillas, se desvistió mentalmente de candidato, se puso la ropa de ciudadano y se unió al coro de rostros soñolientos que a esa hora habitan en los túneles de la gran ciudad.
El maratón de Alarte tuvo su punto álgido en el mercado central de Valencia. Era ya mediodía cuando llegó, duchado y afeitado, aunque no tan fresco como el manojo de rosas que fue repartiendo a clientes y dependientas. A su lado, el sigiloso y tímido Joan Calabuig, candidato a la alcaldía. Y a la otra orilla del templo huertano, la vocinglera Rita Barberá y su tropa. Un panorama inmejorable para los periodistas, que se frotaban las manos mientras los asesores de ambas comitivas maniobraban a gritos para impedir el choque de trenes.
Show en el mercadoLa delgada línea roja se estableció en la pescadería. Alarte se hizo fuerte entre boquerones y anguilas mientras Barberá desfilaba a paso ligero por los puestos de hortalizas. Y en medio, una guerrilla a sueldo de socialistas enfundados en traje para denunciar las presuntas corruptelas textiles del imputado Camps. "¿Qué está pasando aquí?", mascullaban las vendedoras intentando descifrar tanto surrealismo desmelenado al tiempo que sus mostradores rebosaban de rosas, delantales con "vota a Rita", pulseras del PSOE y chapas del PP.
Finalmente, el líder socialista cruzó la línea de meta a las 14 horas en la sede de Blanquerías. "35.200 kilómetros, 30 entrevistas, 3.840 minutos grabados y 107 notas de prensa en 15 días", recitó Alarte de carrerilla. "¿Quieren más balance? Somos la opción de la dignidad y la honradez frente a la Gürtel, la trama de corrupción más bochornosa de la historia de nuestra democracia. El PP debería acudir a la Junta Electoral y sustituir a Camps en las listas". Y poco más. El candidato tenía prisa y así lo reconoció: "Me caigo de sueño y tras 24 horas en pie me merezco una buena siesta".
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