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"Mari Luz podía haber sido yo"

El presunto asesino fue detenido en Asturias por acosar en el año 2006 a otra menor que aún vive atemorizada

RUTH ARIAS

'Mari Luz estaría viva si nos hubieran hecho caso”. Nika González está convencida de ello. Su hija Ana fue acosada durante cuatro meses por Santiago del Valle, pero la denuncia que interpusieron no fue suficiente para detenerle.

Todo comenzó en marzo de 2006. El acusado por el crimen de Mari Luz se hizo pasar por una niña de 14 años para conocer a Ana. Bajo el nombre de Cristina, puso un anuncio en la revista Telenovela y estuvo carteándose con la menor de Gijón, que entonces tenía 14 años. El anuncio aparecía en la sección ‘Volver a empezar. Amigos de corazón’, y en él decía que quería encontrar amigas. Pero la supuesta Cristina, que en ningún momento cambió sus apellidos, resultó ser un hombre.

Después de dos meses “me llegó a casa una carta en la que se presentaba el hermano de mi amiga diciendo que ella se había ido a estudiar a Londres y que a partir de ahora me escribiría él”, dice Ana. Adjuntaba una foto suya, y así descubrieron cual era su verdadera identidad. Decía que tenía veintiún años, pero a Ana y a su madre les parecía que aparentaba “más de cuarenta”.

La correspondencia terminó de inmediato, pero la pesadilla no había hecho más que comenzar. Santiago del Valle, que remitía las cartas desde Sevilla, apareció en Gijón.

Santiago aparece

Una noche llamó a la puerta de Ana. Ella y su madre vivían con su abuela, que abrió la puerta. Santiago decía que estaba enamorado de Ana y que quería verla. Ana le dijo “que no quería saber nada de él”. Santiago no desistía, llegó incluso a matricularse en el centro para mayores del mismo instituto al que iba la niña, la seguía a la biblioteca, por la calle, en el centro... “se escondía en los baños para poder verme”. El acoso era tal, que el propio centro educativo lo denunció ante la policía, lo mismo que la madre de la menor.

En la comisaría, Nika se llevó una sorpresa, allí descubrió que Santiago estaba casado, que tenía dos hijos y afirma, además, que le comunicaron que estaba condenado por abusos a una menor, aunque entonces desconocía que se tratase de la propia hija del acusado. La persecución terminó gracias a estas dos denuncias, de finales de octubre. Santiago del Valle fue detenido el 3 noviembre de 2006. Pasó una noche en el calabozo. Y al día siguiente pasó a disposición judicial y quedó en libertad con una orden de alejamiento. Según han corroborado fuentes de la Policía Local de Gijón, el juez había considerado que, al tratarse únicamente de proposiciones de carácter sexual y no haber habido contacto físico entre Santiago y la niña, la orden de alejamiento era suficiente.

El presunto asesino de Mari Luz quedó en libertad sin fianza. Un delito de coacciones por el que se solicita un año de prisión y 6.000 euros de indemnización.

En el mismo atestado, declararon otras dos niñas del mismo instituto que también aseguraron haber sido observadas y perseguidas por el acusado, que les repetía constantemente que “eran muy guapas”.

Ana González tuvo protección policial desde el momento de la denuncia, lo que parece que hizo desistir a Santiago, que desapareció. La siguiente noticia la tuvieron nuevamente gracias a un anuncio en otra revista. Santiago buscaba a la “mujer de su vida”, y ahora residía en Huelva. Las diligencias previas se habían iniciado el 6 de noviembre de 2006, pero el proceso estaba paralizado por la imposibilidad de encontrar al acusado, pese a que Nika ya había puesto en conocimiento de la policía que Santiago podría haber vuelto a Andalucía.

Ha pasado casi año y medio desde la denuncia, pero el miedo sigue en el cuerpo. “Podría haber sido yo”, dice Ana. Descubrir que su acosador es el presunto asesino de Mari Luz ha reavivado su miedo. Su madre cree que necesita “un cambio de aires y olvidar”. Desde que sucedió todo aquello, no va al instituto y acude cuatro horas por las tardes a un centro de día. Espera reanudar sus estudios el curso que viene en otro instituto. Aún hoy, teme salir sola de casa. “Estoy más tranquila desde que sé que le han detenido” afirma la niña, pero su madre no se fía. Santiago del Valle cambió su vida.

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