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La matrona y el bumerán

El Gobierno cambia de discurso sobre ETA

Estamos asistiendo a las contracciones que preceden al parto del anuncio de la disolución de la banda terrorista ETA? ¿Es el viraje del Gobierno y del PSOE en las últimas horas el reflejo de la detección de esas contracciones? ¿Puede que hayamos llegado a la hora en que la matrona tiene que asistir a dicho parto?

Estas preguntas son pertinentes porque el cambio del discurso del Gobierno, planificado o improvisado, lo mismo da, siempre suscita la duda: ¿han cambiado porque poseen información sensible procedente del campo terrorista o su entorno de que se avecina un anuncio relevante? ¿O, simplemente, han modificado su actitud porque creen que así pueden ejercer el papel de matrona para llevar el parto a buen fin?

Zapatero ha recobrado en privado el optimismo de 2006

Cuando Zapatero nombró a Alfredo Pérez Rubalcaba vicepresidente primero en sustitución de María Teresa Fernández de la Vega en el otoño de 2010, parecía evidente que apostaba por el hombre que desde Interior había coordinado la lucha antiterrorista. Zapatero había soñado en 2006 con el fin ETA en la primera legislatura a través del llamado proceso de paz. Pero ese proceso estalló por los aires por la bomba que puso la banda para mejorar sus posiciones negociadoras en la T-4 con dos inmigrantes ecuatorianos sepultados bajo los escombros.

Después de unos contactos postreros, Rubalcaba siguió la orientación contraria: palo y tente tieso. La zanahoria quedó fuera del juego. Ya no habría gestos compensatorios (como, por ejemplo, las reuniones de Loiola con Batasuna, a las que acudieron en 2006, entre otros, Juan José Ibarretxe y Patxi López).

El discurso se mantiene hasta la adhesión reciente del colectivo de presos de ETA al Acuerdo de Gernika. Desde entonces, los acontecimientos se desarrollan de manera vertiginosa. Las fichas del puzle se van colocando rápidamente. A la entusiasta acogida demostrada por la declaración de los presos por Zapatero, Rubalcaba y el PSE en el País Vasco, sigue la declaración política en el Parlamento de Vitoria del lehendakari el pasado jueves.

Si alguien puede capitalizar la derrota de ETA, es Rubalcaba

Pero, ya en privado, Zapatero ha recobrado el optimismo de 2006. Espera ser presidente en funciones, pero presidente al fin, para ver el final bajo una fórmula cuyo contenido exacto ignora. En el cambio de viento hay una figura que queda al margen: el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido. Quien ha sido partidario del palo y tente tieso desde la T-4 -si se juzga por su espontáneo rechazo de la declaración de los presos- no ha sido informado del cambio. Y aquí no ha habido teatro ni división de trabajo, entre palomas y halcones.

Y, entonces, ahora se levanta, en las vísperas de la conferencia política inaugurada ayer, el escenario para ayudar, en los cincuenta días que restan hasta el 20-N, a alumbrar la criatura. El estado mayor del PSOE ha llegado a la conclusión de que, si alguien puede capitalizar la derrota de ETA, valga lo que ella valga en términos electorales, es Rubalcaba.

Por tanto, el PSOE quiere dar la vuelta al contenido de las elecciones planteadas por el PP sobre paro y crisis económica. Rubalcaba quiere romper ese monopolio. Quiere llenar un vacío de su campaña sumando el tema de ETA. Si esto ayudará electoralmente o no al PSOE el 20-N, es harina de otro costal. Porque, paradójicamente, por los errores cometidos en el proceso de paz, lo que está preparando el PSOE puede ser también un bumerán.

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