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Miguel y Rafael aún esperan la Ley de Dependencia

Miguel, en silla de ruedas, vive solo con su hermano, con síndrome de Down.

OLIVIA CARBALLAR

Miguel Osuna no está entre esas 150.000 personas que han sido valoradas como grandes dependientes. Presentó la solicitud en julio, en Sevilla, pero le dicen que 'hay mucho colapso'. El problema es que el 'colapso' de Miguel, de 32 años, ya ha cumplido tres lustros, el tiempo que vive pegado a una silla de ruedas, cuando en una operación para corregir la desviación de su columna le tocaron la médula. La lesión, desde entonces, le impide andar, pero el tesón, incluso en ese estado, le ayuda a cuidar de su hermano Rafael, siete años mayor que él y con síndrome de Down.

Solos en un piso

Los dos no viven, sobreviven solos en un piso. Y lo único que viven cada día es una 'auténtica aventura' por ver amanecer. 'Yo únicamente me puedo desplazar por la casa, pero no puedo ni asearme ni acostarme solo', cuenta Miguel. A eso le ayuda una chica de los servicios sociales del ayuntamiento y los trabajadores de la Asociación Parapléjicos y Grandes Minusvalías. Rafael, en cambio, sí se vale por sí mismo, pero su incapacidad mental le obstaculiza tareas tan sencillas como hacer la compra. 'Yo le hago una lista y mi hermano va a la tienda y lo trae -explica Miguel- aunque luego tengo que enviar a la chica de la asociación con el dinero porque él lo puede perder o alguien, como está la vida, se lo puede quitar'.

Miguel sólo sale a la calle cuando un amigo se lo ofrece o cuando 'hay un hueco en los servicios sociales', que le envían a una trabajadora: 'Es muy triste vivir así'. Y mientras Rafael sube con la compra, Miguel sigue esperando la ayuda de una ley de la que ambos dependen.

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