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La muerte de un nigeriano desata la tensión racial en Palma

Los compatriotas del fallecido, que cayó de un balcón, culpan de lo ocurrido al colectivo gitano pese a que la Policía lo niega

ESTHER BALLESTEROS

La muerte de un hombre nigeriano que se precipitó desde un quinto piso en el barrio de Son Gotleu, en Palma de Mallorca, desembocó en una batalla campal en la que se vieron involucradas unas cien personas tanto de esa nacionalidad como de etnia gitana, a quienes los africanos culpabilizan del fallecimiento de su compatriota. Los altercados se saldaron con cinco detenidos y numerosos daños y desperfectos en el mobiliario urbano de la zona, en la que reside un importante porcentaje de población inmigrante y que anteriormente ya había sido foco de conflictos similares entre ambos colectivos.

Todo comenzó cuando en la madrugada Efosa Okosun, de 32 años, comenzó a deslizarse de una azotea a otra en varias fincas del barrio hasta que, al agarrarse a una tubería, esta cedió y cayó al vacío, perdiendo la vida. Según la Policía, todo sucedió de forma 'accidental' sin que terceras personas provocasen la caída, si bien los nigerianos que residen en la zona acusaron enseguida a dos miembros de la etnia gitana que allí habitan de perseguirle gritándole: 'Danos el dinero'.

Los altercados se han saldado con cinco personas detenidas

'La Policía no quiere saber nada y no sabemos por qué', se preguntaban, una vez todo volvió a la calma, numerosos nigerianos que conocían al fallecido y que se apresuraron a regresar al lugar donde ocurrió todo para reconstruir lo que ellos sospechan que fue una persecución que acabó con un desenlace fatal.

'Tenía miedo y por eso corría', apuntaba uno de ellos mientras señalaba las escaleras que al parecer recorrió la noche anterior su compatriota hasta llegar a la azotea de la finca, desde donde habría saltado a dos más, rompiendo las verjas que separaban unas de otras. El trayecto que le llevó hasta la fachada donde viviría sus últimos instantes de vida, que pendía de la tubería que finalmente acabó cediendo. 'Yo me desperté con los gritos y, cuando salí a ver qué ocurría, él ya estaba en el suelo', aseveraba una mujer del mismo colectivo, visiblemente afectada.

Tras la batalla campal, tanto la Policía Nacional como la Local mantuvieron durante todo el día un amplio dispositivo en la zona para evitar nuevos incidentes debido a lo reciente de los hechos, y ante la presencia de amigos y conocidos de la víctima que permanecían en la vía pública expresando su rechazo a la muerte del compatriota y pidiendo justicia contra el clan gitano al que suponen responsable de lo ocurrido.

La Policía seguirá vigilando para que no se repitan los incidentes

Sin embargo, por la tarde volvió el revuelo cuando hicieron acto de presencia los representantes de ambos colectivos que, en medio de una gran expectación, transmitieron a nigerianos y gitanos su compromiso de 'apaciguar los ánimos' a fin de que no se produjesen nuevos incidentes. De hecho, el líder del colectivo gitano, Joaquín Fernández, tranquilizó a los suyos al comunicarles que la Policía en cuyas dependencias se había reunido con el representante de los nigerianos y el concejal de Seguridad Ciudadana 'investigará hasta el final' ya que por el momento 'no hay nada claro. 'Acompañamos en el sentimiento a los familiares del fallecido, pero lo que no se puede permitir es que paguen justos por pecadores', vociferaba al tiempo que le jaleaban los presentes. En ese instante, Basilio, alias Gitano Viejo, intervenía para dar su palabra de que 'habrá paz' y dejarán a la Justicia 'seguir trabajando'.

Por su parte, el concejal de Seguridad, Guillermo Navarro, explicaba que la reunión había ido 'bien', tras lo cual comenzó un paseo por las calles más conflictivas de la zona a fin de comunicar en persona a los residentes el 'espíritu de tranquilidad' que en su opinión debe imperar a partir de ahora.

El colectivo gitano rechaza que paguen 'justos por pecadores'

En cualquier caso, la Policía se preparaba para mantener anoche una fuerte presencia en el barrio y principalmente en la calle Tomàs Rullan, donde se precipitó el joven. De esta forma, los agentes no prevén abandonar la zona hasta que no tener la seguridad de que no se producirán nuevos tumultos.

Se da la circunstancia de que, justo hace dos años y en el mismo barrio, una pelea entre ocho individuos de raza negra y gitana congregó a unos mil vecinos de la zona y se saldó con tres personas heridas. En aquella ocasión, unas gafas de sol, según las investigaciones policiales, fueron el origen de la pelea. Se le cayeron accidentalmente por la ventanilla del vehículo en el que viajaba a una mujer gitana y, al tratar de recuperarlas, un joven de color las cogió y se negó a devolvérselas.

Tras un primer enfrentamiento verbal, llegaron las agresiones físicas y numerosas personas se fueron incorporando a una riña en la que se produjo incluso el lanzamiento de botellas y ladrillos.

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