Este artículo se publicó hace 15 años.
"No era un delincuente, era un enfermo mental"
La familia del tiroteado en Madrid denuncia la falta de ayudas
Charo Caballero aún está esperando a que alguien de la Guardia Civil la llame para explicarle que un agente mató el lunes pasado a su hijo de cuatro tiros por saltarse varios controles policiales. Ricardo Hernández, de 38 años y con trastorno bipolar, murió después de una persecución en coche por varios municipios de Madrid, Ávila y Toledo. La madre del fallecido afirma que se enteró de lo ocurrido "por las noticias". "No era un delincuente, era un enfermo mental", repite entre llantos Charo en su domicilio de Pinto (Madrid), arropada por una treintena de familiares.
La Guardia Civil asegura que Hernández intentó atropellar a varios agentes que le habían parado para identificarle, que después sacó a otro coche de la carretera, que en su huida provocó otro accidente y que, al verse acorralado, atropelló a un guardia civil. Al dar marcha atrás con el coche para rematarlo, otro compañero "se vio obligado a utilizar su arma reglamentaria". Lo abatió de cuatro disparos.
Para los parientes de Ricardo lo ocurrido es "un abuso de autoridad", afirma Óscar, uno de sus cinco hermanos. "¿Por qué no lo redujeron, o le pegaron un tiro al hombro o a una pierna?", señalan sus familiares, que aseguran que van a poner una denuncia por lo ocurrido.
La Guardia Civil le tenía fichado como una persona "armada". "¡Pero si no había hecho la mili y no tenía ni cinco euros para tabaco!", responden en su entorno.
Medicación diariaLa víctima sufría trastorno bipolar (alteración de estados de ánimo eufóricos con depresivos), una enfermedad que le obligaba a medicarse todos los días. Ricardo, divorciado y con una hija, vivía con su madre entre los municipios madrileños de Cadalso de los Vidrios y Pinto. No tenía trabajo y eso le alteraba. "Los últimos días estaba nervioso. Tenía mucha rabia porque tenía que pedirnos dinero hasta para comprar tabaco", asegura Charo.
En los últimos meses era frecuente que, durante una crisis, Ricardo terminase detenido en el cuartelillo. Así ocurrió el 1 de febrero pasado, cuando fue arrestado por un delito de atentado contra la autoridad. "Cuando los agentes nos han llamado, una y otra vez les hemos dicho que es un enfermo mental, que llamen a una ambulancia y que le ingresen; pero le volvían a dejar suelto", señalan sus hermanos, que presentan como prueba una denuncia que interpusieron en comisaría en la que alertaban de que su hermano podía tener una actitud agresiva.
El domingo pasado por la mañana, Ricardo, en plena crisis, fue detenido por un delito contra la seguridad colectiva y por otro de conducción temeraria. Pero lo dejaron de nuevo en libertad. Horas después, comenzaba la persecución que terminó con su muerte. "Si existiese un registro de este tipo de personas, en la primera detención la Guardia Civil hubiese comprobado que Ricardo estaba mal y no le hubiese dejado ir", critica su hermano Pepe.
La madre se ha visto todos estos años "abandonada" por las instituciones. "Él acudía de vez en cuando al psiquiatra, pero no le han hecho un control. Tampoco hemos recibido jamás la visita de un asistente social ni hemos recibido ayudas", afirma la mujer. Ella se veía muchas veces incapaz de controlar si su hijo tomaba o no la medicación.
A Ricardo le detectaron la enfermedad con 18 años, cuando fue detenido por primera vez por la Policía en uno de sus delirios, en los que creía ser el conductor de El coche fantástico. En fantasías posteriores, pensaba que era un personaje de Matrix o un colaborador de la Policía.
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